Dar todo por otros: en "Los Pekes de La Ranita", sólo 3 personas cocinan para unas 150 familias
En la asociación civil están al pie del cañón María Rosa López, su referente, su hija y una amiga. Además de eso, hacen una copa de leche. Cuando el compromiso social por el que sufre va más allá de eslóganes y frases vacías.
Dar todo por otros: en "Los Pekes de La Ranita", sólo 3 personas cocinan para unas 150 familias
María Rosa López, 60 "pirulos" bien llevados, ocho hijos, habla al teléfono como esas leonas protectoras no sólo de los propios sino también de los extraños, particularmente de los que están afuera del sistema, los hambrientos y desposeídos. Como "madraza" que es, usa palabras firmes y directas; pero también se le nota esa sensibilidad social de quien acompaña en compasivo silencio a otros que sufren.
Dirige la Asociación Civil "Los Pekes de La Ranita", en el extremo noroeste de esta capital. Por la crisis socio alimentaria, allí los brazos no se bajan, todo lo contrario: es como una pulsión de resiliencia que empuja a dar todo por el otro. Hoy, la ONG alimenta a 150 familias, familias enteras que van todos los martes y jueves a eso de las 19 con su ollita o el tupper a retirar las raciones de comida.
Pero lo llamativo -y loable- es que son tres personas las que cocinan dos días a la semana para semejante cantidad de personas: la propia María Rosa, una íntima amiga suya y su hija. "Antes éramos varios matrimonios laburando; después por distintas razones el grupo se fue achicando, y hoy quedamos las que quedamos (risas). De todos modos vienen vecinos y los propios comensales a darnos una mano", dice López a El Litoral.
La comida que se da en el comedor es la cena, porque en temporada escolar muchos chicos aprovechan a almorzar en el comedor de sus escuelas. "Así, con nuestra ración comen y se acuestan", cuenta la referente. Y advierte: "La cosa cada vez está más difícil. Nos hemos quedado con una boca hambrienta más de una vez, pero juntamos lo que teníamos, aunque sea un arrocito hervido, para no dejarla con hambre".
Las donaciones son claves para sostener la labor social de "Los Pekes de La Ranita". El alimento de decenas de personas depende de éstas. Crédito: Archivo El Litoral / Guillermo Di Salvatore
El cálculo del incremento en la demanda alimentaria por parte de la referente social es simple. En "Los Pekes…", antes se priorizaba con el comedor y copa de leche a los chicos menores de 13 años, aunque se "estiraba" hasta los de 14. "Pero hoy, son las familias enteras de esos pibes las que vienen a buscar su ración. Antes eran raciones para 150 personas; ahora, para 150 familias. Viene una persona, el papá, la mamá o el hijo con la ollita y nos dice: 'Deme la vianda para tres, para cinco, para siete personas'".
Ayuda
Ante tanta cantidad de gente que necesita comer, ¿cómo se hace para reunir los alimentos que luego irán a las ollas? María Rosa López relata que reciben ayuda estatal y de particulares: "Pero imaginate: hoy con lo que cuesta un paquete de arroz de 30 kilos (que alcanza para una 'tanda' completa); o un cajón de pollo, o la pulpa picada… Es difícil, pero se consigue mediante donaciones, y a veces ponemos algo de platita entre mis hijos y mi esposo", narra.
Justamente, en función del incremento de los precios de esos productos, no se puede variar mucho por fuera del guiso: "¿Qué rinde más, un guiso o hamburguesas? El guiso, obviamente. Siempre buscamos que rinda, porque de lo contrario no llegamos con la cantidad de raciones". A esos guisados con arroz o fideos se les incorpora verduras y carne como pollo, picada o chorizo, siempre en función de la disponibilidad de estos alimentos.
"La vamos piloteando"
-A título de opinión personal, ¿cómo ve el horizonte inmediato en la ciudad y el país en materia de demanda alimentaria?, se le consultó a María Rosa López.
-Mirá, una garrafa de 15 kilos cuesta 4 mil pesos, más la mercadería, más otros gastos que van surgiendo… Y, la vamos piloteando. Lo que siento respecto de lo que viene es una incertidumbre total, porque cada político que llega mete a su gente, y todo cambia. No sabemos si seguiremos teniendo ayuda del Estado. Yo no sé qué va a pasar después de diciembre… Pero la vamos a pelear.
María Rosa López relata que crió a sus ocho hijos (hoy ya grandes, con trabajo) en copas de leche y comedores comunitarios. No lo dice con vergüenza, todo lo contrario: "Hoy tengo gracias a Dios la dicha y las fuerzas de poder devolver, con nuestra asociación civil y el esfuerzo que hacemos, algo de todo lo que la sociedad me dio a mí y a mis hijos". Las personas honorables siguen ahí, no se fueron: están entre nosotros.