Por Araceli Retamoso para El Litoral
El pánico de los animales, sus reacciones ante las detonaciones y el peligro de la muerte. Cómo evitarlas en esta entrevista a una veterinaria santafesina especialista en el tema.
Por Araceli Retamoso para El Litoral
El sufrimiento de los animales, especialmente de los perros, ante las típicas detonaciones de la pirotecnia es evidente y preocupante. Si bien en la ciudad rige la ordenanza que prohíbe la fabricación y venta de este tipo de artículos, es cierto que aún se escuchan cohetes y petardos en las fiestas.
¿Qué hacemos con el miedo de nuestros seres queridos de cuatro patas? Para protegerlos de la mejor manera, lo mejor es conocer el origen del estrés y con esa información, tomar las medidas que la situación requiera. En este sentido, El Litoral entrevistó a la Dra. Alicia Lavernia, veterinaria, especialista en Medicina Comportamental.
—¿Qué les sucede a los animales con la pirotecnia?
—Esta reacción se considera una fobia específica y es la más común que se desarrolla en caninos. ¿Por qué una fobia y no un miedo? Porque un miedo es indispensable para la supervivencia de cualquier individuo de cualquier especie, en cambio la fobia es un comportamiento patológico que se caracteriza por un miedo excesivo desencadenado por un estímulo que, en realidad, no representa un peligro real sino potencial. Las fobias por lo general son congénitas, hay un componente genético, hay razas más miedosas que otras, pero hay también postraumáticas, luego una experiencia traumática sensibilizante. Lo importante de la fobia es que no desaparecen por sí solas, por el contrario, estímulos de más bajo umbral van a desarrollar respuestas cada vez más excesivas. Y eso es a tener en cuenta porque hay gente que piensa que el miedo se les va a pasar solo.
—¿Qué comportamientos desencadenan esas fobias o qué síntomas son detectables?
—La deambulación y la huida son centrales: el animal huye tratando de que ese ruido desaparezca. En esta huida se producen lesiones autoinflingidas porque destruyen todas las barreras físicas existentes: puertas, ventanas, se tiran de balcones, de terrazas, tienden a esconderse, a temblar, buscan refugio en el dueño. Entre los síntomas fisiológicos tenemos la sialorrea (salivación intensa), vómitos, diarrea, taquicardia, taquipnea; por ejemplo la muerte de la perrita de Esquel se produce porque el miedo intenso genera una taquicardia intensa que lleva al paro cardíaco y muerte posterior. Si bien se dice que los ataques de pánico no producen la muerte en humanos, pueden matar a un perro. Estos animales realmente entran en pánico, en shock emocional.
—¿Hay tratamientos específicos para estas fobias?
—Sí, pero en cuanto al pronóstico, depende del tipo de fobia. Si es congénita el pronóstico es de reservado a grave, son las más difíciles de resolver Si son postraumáticas, es más favorable. De todas formas, el tratamiento no se puede llevar a cabo el 24 de diciembre. Ahí es muy poco lo que podemos hacer. Son tratamiento que requieren mucha paciencia por parte del dueño y una gran actitud por parte del animal. Dentro del tratamiento tenemos el control de estímulo, eliminar o disminuir la exposición a dichos estímulos a través de un ambiente adecuado, la terapia cognitivo conductual y por supuesto la terapia farmacológica.
—Estamos a unos días de las fiestas ¿qué podemos hacer?
—En cuanto al ambiente, si tenemos vidrios, cubrirlos, que sea seguro. Si no tenemos persianas o cortinas, cubrirlos con papel. Asegurar todas las puertas y ventanas con llave. A veces me consultan ¿puedo dejarlo en el lavadero? La respuesta depende de si está habituado a ese espacio: si es no, no. Otra cosa que se puede hacer ese día es llevar al animal a realizar mucho ejercicio, que corra, que se canse y luego que descanse en un lugar semioscuro puede ser con algo de música. Y, por supuesto, colocar el chip y cualquier medalla identificadora, por prevención ante un posible escape del animal.
Otras técnicas que recomiendo no son para tratar conductas sino emociones. Una es el método Tellington, que es la famosa tela que se pasa por el cuello, luego por el torax y se ata a nivel del abdomen. Busca que el animal sienta contención. Antes estaba prohibido abrazar a un animal con miedo. Con esto se busca transmitir nuestra relajación a nuestras mascotas.
—¿Podemos abrazarlos? ¿Cuál es la mejor forma?
—Si es un perro de raza chica se pasa una mano alrededor del cuello y otra sobre el dorso hasta que llevamos la mano al abdomen. Lo llevamos en contra nuestro, a nuestro pecho. Al principio se va a resisitir porque está en shock, en un par de minutos va a relajarse. Una vez que se relajó se lo suelta despacio. Si es una animal grande lo que hacemos es arrodillarnos al costado y hacer lo mismo, pero cuidado, esta técnica no se puede hacer por primera vez el 24. Si el animal no está acostumbrado le va a generar un estrés adicional.
—¿Y los fármacos? ¿Las famosas gotitas relajantes?
—En cuanto a los psicofármacos que se utilizan son específicos y solamente los puede recetar un profesional veterinario. No se debe recurrir a las gotas cuya droga es la acepromacina porque lo único que logramos es inmovilizarlo, agudizando todos sus sentidos y el perro la pasa peor. Es como si fuéramos fóbicos al avión y nos suben atándonos al asiento.
—Usted dijo que hay tratamientos efectivos que deben iniciarse con mayor anticipación. Supongamos que es 2 de enero y decido tratar la fobia de mi mascota. ¿Cuál sería la terapia?
—Dentro de las terapias cognitivo-conductuales, existen algunas específicas que deben llevar a cabo profesionales adecuados. Consisten en lo que se llama de “Sensibilización Sistemática por Inhibición Recíproca” y son aquellas que tienen por objetivo habituar al animal a los sonidos o al estímulo que dispara la crisis fóbica. Se hace en forma gradual por supuesto. En el caso específico de las detonaciones, de los petardos, se comienza con sonidos de baja intensidad y una vez que el animal no muestra reacción ni miedo se va subiendo la intensidad. Es muy progresiva y no se hace de un día para el otro. Otra es el “Contracondicionamiento” que busca cambiar la polaridad de la emoción. Es decir, si el estímulo producía miedo, cambiarlo por algo que produzca felicidad. Pero estas son terapias, como dije, que requieren tiempo y sobre todo paciencia.