En esta etapa histórica de IA, algoritmos y crisis socioeconómicas cíclicas, la vejez se vuelve una fase de la vida a atender. Aún persisten muchas secuelas de la pandemia por el Covid-19, que reconvirtió las subjetividades y potenció los sentimientos de soledad, aislamiento y miedo. Los desafíos a los que se enfrentan los adultos mayores en pleno siglo XXI son muchos y variados: adaptarse es la clave.
Con todo, esta vejez no es la misma que hace 50 años, donde todo podía ser un poco más llevadero. En la modernidad, es cierto, los avances tecnológicos de la medicina extendieron las esperanzas de vida, por ejemplo. La gente vive más tiempo pero, ¿cómo viven hoy las personas ancianas?
¿Cómo es la relación con sus hijos e hijas, y con los nietos? ¿Qué debe hacer un adulto mayor para mantenerse activo física y cognitivamente para mantener el deseo sexual, para relacionarse con sus pares en entornos recreativos, lúdicos, de contención? ¿Cómo debe pensarse una ciudad amigable con esa vejez, y qué políticas públicas desde los Estados deben pensarse para esta etapa de la vida?
Muchos de esos interrogantes se plantearon y discutieron en el marco del foro “Ciudad amigable para las vejeces”, que organizó el Concejo de Santa Fe. Esta jornada participativa fue una invitación a todas las personas mayores de la ciudad a integrar mesas temáticas y conversar sobre tópicos como Convivencia ciudadana; Habitar la ciudad, y Recreación y disfrute.
Una joven ayuda a cruzar la calle a una abuela. La empatía es un valor que escasea por estos tiempos. Crédito: Archivo El Litoral / Pablo Aguirre
Hubo mesas de trabajo coordinadas por representantes de las instituciones Proyecto 3, el Centro de Jubilados de barrio El Pozo, el Centro de Jubilados de la UNL y el Club de los Abuelos. Muchos de los planteos realizados se volcarán en posteriores iniciativas legislativas.
“El objetivo es que sean las personas mayores quienes se encuentren y debatan de los temas de mayor demanda o interés para su vida en la ciudad. Por eso su voz como protagonista es fundamental para el armado de propuestas legislativas que se puedan desarrollar desde el Concejo”, indicaron a El Litoral desde quienes impulsaron el evento, los concejales Jorge Fernández y Jorgelina Mudallel (Bloque PJ).
La accesibilidad
Liliana López es docente jubilada de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL. Ha participado en numerosos proyectos de investigación sobre la temática de personas mayores. Integra el Programa para el Buen Envejecer, dentro de esa unidad académica. Y Marta Moreira es referente del Club de los Abuelos de Santa Fe, entidad que cumplió 50 años de vida. Ambas dialogaron con El Litoral.
-¿Cómo construir una ciudad amigable para las personas mayores?, consultó este diario.
-Moreira: es importante generar estos espacios para hacer circular la palabra y que se nos escuche. Porque hay necesidades insatisfechas. Por ejemplo, se habla seguido de una política inclusiva desde el Estado, pero no tenemos accesibilidad a determinados lugares. Las veredas no están en condiciones, no hay rampas de acceso, y los colectivos no están adaptados para que suban adultos mayores con dificultades de motricidad.
En el Club de los Abuelos, muchas personas cuando dejan de trabajar, o cuando llegan a la viudez, sienten la necesidad de juntarse con otros. Llegan al club con esa necesidad de compartir.
Una charla, socializar, no quedarse solo ni quieto. Esto es central para las personas mayores. Crédito: Archivo El Litoral / Flavio Raina
Pero, ¿qué pasa? Que muchas de esas personas, si tienen muletas -por ejemplo-, no pueden llegar porque no pueden subirse al colectivo. Esa necesidad queda sin ser atendida, y esa persona no puede acceder a actividades lúdicas, recreativas y cognitivas. Tenemos muchos casos de este tipo.
Las secuelas
-¿Quedan en los adultos mayores secuelas luego de la pandemia vivida por el coronavirus?
-López: La pandemia para todo el mundo fue un hecho nuevo, absolutamente disruptivo. Y en el adulto mayor caló muy hondo, porque profundizó fuertemente el tema de la soledad, y además la individualización del sujeto.
Creo que acá hay que poner el foco en el cambio brutal que ha habido de las familias. Una ruptura que se agravó a partir de que en toda Latinoamérica, actualmente se registran niveles de pobreza tan extremos.
Hace 50 años, era impensado que nuestro país iba a tener un 50 por ciento de pobres. Entonces, noto dos problemas: primero, en las subjetividades de la vejez aparece la soledad, que se profundizó; segundo, el deterioro que hubo en las familias por la crisis. Creo que ahí persisten las secuelas.
El quiebre generacional
-¿Qué pasa hoy con las familias con relación al cuidado o la empatía hacia el adulto mayor, el abuelo o la abuela?
-Moreira: Pienso que la falta de salarios y recursos dignos para encontrar soluciones dignas ha producido un quebranto generacional. Antes, la familia sí o sí tenía un integrante que se hacía cargo de “los viejos”. Quien quedaba soltero o soltera, quedaba tipificado como la persona asignada que debía hacerse cargo y responsable de la persona mayor.
Hoy, esa brecha generacional se rompió. Eso ya no existe, y es increíble ver cómo en esos aspectos los clubes, las instituciones, los centros para adultos, reemplazan la ausencia de la familia en el cuidado del mayor. ¿Por qué? Porque en esos espacios el adulto mayor encuentra a otros, revive emociones, vuelve a formar pareja. Quiero decir, esos espacios reemplazan los afectos familiares que el lazo generacional rompió.
Todos juntos. Fue nutrido el grupo de personas que se hicieron presentes en la jornada participativa. Crédito: Gentileza Concejo
-López: La persona mayor llega a un centro y se da cuenta de que tiene vida, de que aún puede sentir emociones, tener sexualidad, que puede compartir con otros. Entonces, pierde el miedo. Puede a su vez generar la apertura de que amigos vayan a su casa, y que después se encuentren en el taller en el baile del sábado…
Eso le provoca un alivio, incluso para su entorno familiar. Porque si no, el hijo de 50 años o el de 45 años sigue tan castigado como el adulto mayor, porque se encuentra con sentimientos de culpa; porque tiene que ir a comer el domingo obligatoriamente; porque toda la situación le provoca problemas en su pareja, por ejemplo.
-Moreira: Hay abuelos de 60 y 70 y pico de años que quieren vivir todavía, no quieren cuidar nietos todo el día, ni quieren envejecer más rápido. Quieren vivir, hacer un viaje con los amigos.
El adulto mayor y la pobreza
-¿Cómo sostener a una persona mayor que cae en la pobreza?
-López: El problema es que en general, un adulto mayor de una metrópolis como Santa Fe, de una ciudad de más de 400.000 habitantes, es propietario de una vivienda. Por la edad, por el tiempo vivido, logró pagar o construir su casa.
La pobreza en la etapa de la vejez, uno de los tantos temas que debe abordar el Estado con políticas claras. Crédito: Mauricio Garín
Pero, ¿qué es lo que estamos notando en la actualidad? Que el adulto joven de 45 ó 50 años se queda sin trabajo, o ya no puede pagar el alquiler, y vuelve indefectiblemente a vivir a la casa del viejo, incluso a veces con toda su familia. Y el viejo, en vez de ser la voz escuchada en su propia casa, es como si se convirtiera en un intruso: esto genera un impacto emocional muy dramático.
Hasta mi generación, nosotros tuvimos la posibilidad de acceder a créditos hipotecarios, y mal que mal la gente se compraba su casa. El problema está en la generación de entre los 40-50 años, que frente al deterioro laboral y a esta incertidumbre no tiene salida: se vuelve a la casa de los padres que ya son adultos mayores.
-Moreira: si se analiza Santa Fe, en la década del ‘70 la ciudad no tenía desocupación y los obreros eran proletarios venidos a bien, y eran propietarios de sus propias casas. Hoy el viejo que hizo su casita, que la armó, ve que cuatro hijos vuelven a vivir con él.
La presidenta del Concejo, Adriana Molina, acompañada por otras concejalas, entregaron una distinción a Marta Moreira, referente del Club de los Abuelos de Santa Fe, entidad que cumplió 50 años de vida. Crédito: Gentileza Concejo
Entonces él, ese viejo, tiene que terminar durmiendo en el living muchas veces, en ese espacio que armó en última instancia para recibir gente. Así, este foro participativo sirve para que los concejales tomen nota de estas necesidades, que están ocurriendo hoy.
El abandono
Moreira menciona un último elemento, quizás el más dramático: el abandono de la persona mayor. La crisis lleva a que muchas familias constituidas emigren al exterior, en busca de trabajo o con trabajo asignado, con un poco de suerte.
“Estas familias se radicarán en un país extranjero, lejano, se llevarán todo excepto algo: el viejo. Esa persona mayor quedará en el abandono. Es lo que tenemos que evitar”, concluye la referente del Club de los Abuelos.