Gastón Neffen | gneffen@ellitoral.com | @gneffen
Desde la UNL se coordina un plan de trabajo para evaluar proyectos y así aprovechar los pilotes.
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Los cuatro pilares que cruzan la laguna Setúbal a la altura del faro se construyeron hace 85 años, a base de cemento y sobre fundaciones de aire comprimido. Sostuvieron uno de los puentes ferroviarios más sólidos que desafiaron las crecidas, que se desmanteló apenas diez años después de su inauguración (en 1944). En los 74 años que siguieron, los santafesinos tuvieron muchas ideas para aprovecharlos, pero concretaron una sola: la aerosilla, que funcionó a principios de los ‘80 y hasta la creciente de 1982/83 (la que derrumbó una de las antenas del Puente Colgante).
El cabezal del puente sí se utilizó. Primero con la confitería Ike’s (1968) y sobre todo con el boliche Puerto de Palos, que funcionó hasta 1995. Desde hace 15 años es una plataforma para pescadores con problemas de mantenimiento (paredes rotas, agujeros en la losa, escombros y grafitis, como lo advirtió una recorrida de El Litoral hace dos años).
El 31 de mayo, el intendente José Corral convocó a especialistas de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) para que analicen qué se puede hacer con los viejos pilotes. “Es una tarea que va a incluir batimetrías en la laguna y la evaluación técnica de la condición de los pilares. Es un plan de trabajo en el que queremos involucrar a especialistas de la UTN y de los colegios profesionales, y que también implica audiencias públicas para escuchar y saber qué piensan las instituciones de la ciudad y los clubes náuticos, entre otras entidades”, le contó a El Litoral Sergio Cosentino, decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (Fadu).
En la universidad, al trabajo lo están coordinando dos docentes de las cátedras de urbanismo: Miguel Rodríguez y Diego Valiente; pero la idea es que participen otros profesionales de la UNL y también de otras universidades.
Cosentino indicó que el objetivo es presentar las conclusiones de este trabajo antes de fin de año. “Lo que queremos determinar son las condiciones de posibilidad de este espacio, con una mirada que incluya los desafíos de integración y movilidad. Hay que recordar que por la zona del viaducto Oroño pasan 55.000 vehículos por día, según datos del municipio”, recordó el decano.
Ese volumen de tránsito incluye los barrios y localidades de la Costa, la Ciudad Universitaria, el Parque Tecnológico, el barrio El Pozo y la ciudad de Paraná. Es un sector del área metropolitana en clara expansión y que necesita alternativas porque se concentra en un embudo: el viaducto Oroño y en mucha menor medida el Puente Colgante.
Esto quiere decir que la mirada de los investigadores de la UNL -y todos los que se sumen al plan de trabajo- va a recorrer un eje mucho más amplio que el de los pilares. En los últimos años, se propuso hacer un puente peatonal -con ciclovía-, uno para vehículos livianos y hasta hay quien piensa en la posibilidad de hacer un tren de pasajeros que pase por la Ciudad Universitaria, El Pozo, La Guardia, Colastiné Norte y Rincón. Pero antes de analizar proyectos hay que ver cómo están los pilares y el suelo de la laguna, que es lo que determina -entre otras variables- las “condiciones de posibilidad”, de las que hablan los arquitectos.
Un puente, un shopping o una fuente
Crónica de los pilotes abandonados
La idea de hacer algo con los pilares comenzó apenas se desmanteló la estructura metálica del puente (hay dos tramos que todavía están en un antiguo puente ferroviario sobre el río Mendoza, en la ruta de altas cumbres que va de Potrerillos a la frontera con Chile).
En un artículo que publicó El Litoral en el 2013, Andrés Andreis, del Museo Ferroviario, contaba que hicieron estudios para saber si los pilares podían “aguantar” un puente carretero, que nunca se hizo. ¿Por qué se desmanteló el puente? Influyeron dos cuestiones: el Puerto de Santa Fe -que se había construido a principios de siglo- concentró progresivamente la logística de carga y la vieja terminal portuaria sobre el río Colastiné se fue abandonando. En junio de 1943 -recuerda Andreis-, la compañía del ferrocarril francesa le vendió los cuatro tramos de hierro del puente a la empresa del ferrocarril transandino (por eso están en Mendoza).
Sin el puente encima, los cuatro pilares quedaron en medio de la laguna, rellenando una postal que ahora parece absurda: ¿para qué se hizo una obra de infraestructura que tuvo un horizonte de diez años? Abandonados y en un lugar muy visible, hace años que los pilares atraen la imaginación constructiva de los santafesinos y algunas de estas ideas quedaron reflejadas en las páginas de El Litoral.
En mayo de 2000, por ejemplo, Juan José Sagardía -referente de Jerárquicos Salud- le propuso al municipio -envió una nota que contestó la Secretaría de Planeamiento- un proyecto para construir un puente peatonal y para ciclistas (antes también había acercado la idea de hacer un puente vial, para mejorar la conectividad con la Ciudad Universitaria, el Ceride y el barrio El Pozo).
Concurso de ideas
Ese mismo año, la ciudad organizó un concurso de ideas para los pilares con un nombre solemne “Homenaje al Tercer Milenio”, a través de un convenio con el Colegio de Arquitectos. La propuesta ganadora fue la de hacer un puente peatonal, que diseñaron los arquitectos Gabriel Biagioni, Leandro Copello, Javier Mendiondo, Alfredo Jurado y Sergio Pecorari.
El segundo lugar fue para una propuesta vistosa y de los mismos arquitectos: transformar los pilares en fuentes y que salga un “chorro de agua” en cada uno (en el archivo fotográfico del diario quedaron definidos como géiseres). Durante estos años, el mecánico y ciclista Norberto Gabutti también insistió -ante funcionarios y concejales- con la propuesta de realizar un puente peatonal.
En junio de 2011, uno de los proyectos que salió de la sesión del Concejo Joven fue el de volver a instalar una aerosilla entre las dos cabeceras de la laguna Setúbal. Ese año, el ingeniero Leandro Viña también propuso construir un “ciclopuente” sobre los pilares, en el marco de su tesis de grado para la carrera Ingeniería Civil de la UTN. “Pensé en un ciclopuente porque muchas personas se trasladan en bicicleta a la Ciudad Universitaria o utilizan este medio para hacer deportes”, contó Viña, en una entrevista que le realizó Mónica Ritacca para El Litoral.
En abril de 2012, el intendente José Corral anunció en la apertura de sesiones del Concejo su intención de aprovechar los pilotes de la laguna Setúbal y ese año hubo proyectos para hacer una pasarela.
En el 2013, el comerciante Manuel Montaño y el arquitecto Raúl Comuzzi planificaron un centro comercial, con polo gastronómico y cultural, que cruce la laguna para vincular las dos costaneras, apoyado en los pilares. Lo denominaron: “Espejos de la Sebúbal”, registraron el anteproyecto y dejaron copias en el Municipio y el Concejo.