La indigencia más extrema: "Hay barrios donde ya ni siquiera está la mesa familiar"
Un referente social trazó un dramático panorama sobre el avance de la pobreza e indigencia en la capital. Unas 10 mil familias no pueden comer a diario.
La indigencia más extrema: "Hay barrios donde ya ni siquiera está la mesa familiar"
Las proyecciones sobre pobreza e indigencia difundidas por el Observatorio Social de la Universidad Católica (UCA) fueron lapidarias. La población argentina en situación de indigencia pasó del 9,6% en el tercer trimestre de 2023 al 14,2% en diciembre de 2023, y al 15% en enero de 2024. Y el nivel de pobreza subió del 44,7% en el tercer trimestre de 2023 al 49,5% en diciembre, y al 57,4% en enero de 2024.
A su vez, el Indec informó que de acuerdo al aumento de la canasta básica total (CBT), una familia de dos adultos y dos niños necesita un ingreso mensual de $495.798 al cierre del año para no caer bajo la línea de pobreza. Y para no ser indigente, un hogar tipo requirió $285.561 para no caer en la indigencia. Estos números siguen subiendo.
Mostrados así, los datos son apenas muestran la punta de un Iceberg del que nadie sabe cuán profundo -y dramático- es. La escalada de la pobreza e indigencia en los barrios de esta capital también puede traducirse según lo relevado por el Movimiento Los Sin Techo (MLST).
“En la ciudad, actualmente hay unas 10 mil familias que no tienen para comer a diario (son unas 40 mil personas), y en el Gran Santa Fe estimamos en 13 mil familias caídas en la indigencia”, le dice a El Litoral José Luis “Colo” Zalazar, del MLST y con 37 años de trabajo social en esa ONG.
Las mesas
Pero hay una observación que comparte el referente y que resulta cuanto menos demoledora: “Hace unos días, en barrio El Arenal, estábamos trabajando para terminar 20 viviendas. Lo que vimos es que en las casitas, en los ranchos, ya no está más la mesa familiar”, advierte. Es decir, ya no está el objeto, la mesa, porque no está el elemento “simbólico”, el almuerzo o la cena. No hay para comer.
Amplió el concepto: “Si vas un domingo, o cualquier día de la semana, no vas a encontrar la mesa familiar. Desapareció, se movió de lugar. Por que no está el alimento para ponerle encima, el almuerzo. No se junta la familia a comer”, agrega. Entonces, la mesa tradicional alrededor de la cual se reúne una familia “normal” a almorzar o cenar, se está extinguiendo en los sectores sociales más vulnerables.
“Los chicos están en la calle, irán a algún comedor, si es que hay alguna ración disponible; los papás están deambulando porque se cortó la cadena de las changas (de pintor, cortapasto, empleada doméstica, peón de albañil), porque la gente que por ahí necesita, por ejemplo, una refacción en su casa, no tiene con qué pagarles”, pone en contexto.
Hay otra observación de Zalazar observación de las dinámicas de subsistencia barriales. Cuenta que en los últimos tres meses, aumentó muchísimo la cantidad de carritos que hay, que se llevan a mano. Son en su mayoría jóvenes que recolectan basura, cartón, lo que sea.
Desnutrición
“A esto los vemos con extrema preocupación. Se cortan las partidas de asistencia social, se consume menos alimento, si es que hay para comprarlos... La gente tiene hambre. Y la malnutrición afecta a los chicos; éstos, al no haber cenado la noche anterior, se dormirán en las aulas de sus escuelas cuando empiecen las clases”.
Zalazar asegura que en el barrio Varadero Sarsotti, se detectó una desnutrición crónica del 40% en chicos menores de cinco años. “Esto no tiene retorno. Un chico mal alimentado, no alimentado, no puede estudiar, aprender, vivir su infancia en condiciones vitales mínimas”.
Aquí hace una distinción entre el hambre y la desnutrición. “Tener hambre es apenas un síntoma que se ‘cura’ comiendo un pan, unas frutas… Ahí se te va el hambre. Pero la desnutrición crónica es una condición insalubre, compleja, y que no se cura”, agrega el referente. Además, la desnutrición tiene un impacto muy negativo en las capacidades cognitivas de un ser humano, llegado a la adolescencia y la adultez.
Ranchos
El MLST tiene relevados 1.350 ranchos en la ciudad capital. Una de las grandes metas del movimiento es, justamente, la erradicación total de los ranchos. “Hubo contactos positivos con el gobierno provincial hace 10 días, con la esperanza de poder trabajar en algunos barrios en el área hábitat”, añade.
Zalazar: “La política tiene sentido cuando logra transformar la realidad en beneficio de los que son perjudicados por el sistema. De lo contrario, la política no tiene sentido”. Crédito: Archivo El Litoral / Manuel Fabatía
“Y también con el gobierno municipal; el intendente Juan Pablo Poletti nos atendió, y tiene buena predisposición para con nosotros. No sólo en hábitat, sino en salud, educación y políticas sociales, se pueden hacer cosas”, adelantó.
“Los pobres no soportan más ajustes -advierte-. Esto es una bomba de tiempo, hablamos de un terremoto social para una familia que no se pueda alimentar. Pensemos en ese papá o mamá que ve que su chico sale de su casita y su rancho y no sabe si podrá alimentarse… Es dramático. El Estado tiene que estar más presente que nunca ante esta situación”, concluye el referente.