El ProHuerta reparte semillas y "cosecha" soberanía alimentaria
Desde hace tres décadas, este plan nacional del INTA y Desarrollo Social está destinado a la autoproducción y autoconsumo de alimentos. Sujeta a vaivenes del país, sigue en pie en la región, apoyando a familias, huertas comunitarias, escolares y pequeños productores.
Módulos agroecológicos donde trabajan familias de La Verdecita. Crédito: Gentileza ProHuerta
Cuando Verónica Jaramillo notó que el uso de químicos en la huerta que cultivaba su marido estaba afectando su salud y potencialmente la de sus hijos, empezó a sondear qué era eso de la "agroecología". Así, y con la colaboración del programa ProHuerta del INTA -que reparte semillas en todo el país-, hace cinco años que cosecha verduras y hortalizas obtenidas de procesos ecológicos, en un lote del colectivo La Verdecita.
La de Verónica es una de las historias -muchas de ellas protagonizadas por mujeres- detrás de las 4.000 huertas familiares o de pequeños productores, que se logran cultivar a partir de los kits de semillas que distribuye el programa del INTA en el departamento La Capital. El ProHuerta tiene una trayectoria de 32 años en el país de apoyo a los hogares en situación de vulnerabilidad social que siembran sus propias verduras y hortalizas para consumo familiar.
Las semillas y sus frutos: Cecilia Páez, referente del ProHuerta del INTA Monte Vera, y Verónica Jaramillo, de La Verdecita. Crédito: Flavio Raina
A veces es un pequeño patiecito en medio de la ciudad, otras un balcón y algunas son espacios de tierra un poco más amplios de 150 m2, huertas comunitarias y escolares o pequeñas quintas rurales. "Repartimos 3.800 kits de semillas ya armados, más 8 bolsones que los dividimos y distribuimos entre huerteros un poco más grandes. Quizá no siempre es lo quisiéramos en cuanto a cantidad de semillas, pero sin dudas es una ayuda", subrayó Cecilia Páez, extensionista del NTA Agencia Monte Vera (ubicada en Ángel Gallardo) y referente del ProHuerta. Y agregó: "Después tenés familias que comparten semillas, otros que partieron de una bolsita del ProHuerta y ahora producen sus propias semillas".
El ProHuerta se creó en 1990 -mediante Resolución Nº 239/90 del INTA-, en un marco de crisis de abastecimiento alimentario para los sectores más vulnerables. Es una política pública federal cogestionada entre el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y el INTA, y desde 2003 forma parte del Plan Nacional de Seguridad Alimentaria. Está destinada a la autoproducción de alimentos con bases agroecológicas; su objetivo central es mejorar la soberanía alimentaria, favorecer la participación y organización de sectores vulnerables de la población y propiciar la comercialización.
Fortalecer y acompañar
La referente habla de "soberanía alimentaria" que es "el horizonte que nos mueve a trabajar no sólo en la autoproducción y autoconsumo, sino también en la revalorización del cordón hortícola, la producción de semillas y la agroecología". También se hacen encuentros de fortalecimiento, capacitaciones, y acompañamiento de espacios productivos tanto urbanos como periurbanos y rurales.
"Hay acciones que trascienden la entrega de semillas -continuó-. Hacemos jornadas de capacitación con promotores voluntarios, trabajamos mucho la vinculación entre los huerteros; por ejemplo, acompañamos a un grupo de 15 personas que se formó a partir de intercambiar en el ProHuerta y ahora produce semillas: ya logró 60 variedades diferentes".
La agroecología viene creciendo, la gente busca verduras y hortalizas producidas sin químicos. Crédito: Flavio Raina
Cecilia destacó que una parte muy importante del programa son los promotores voluntarios: "Son personas con inquietudes, algunos referentes o conocidos del barrio, a los que nosotros les entregamos las semillas para que las distribuyan entre sus vecinos. En otros casos pertenecen a ONGs, municipios o comunas, asociaciones vecinales, centros de salud, y son designados para ser promotores. En el caso de las huertas escolares, son docentes. Sin esa red grande de gente sería imposible para nosotros llegar a ese número de huertas".
"Las mujeres son las que vienen a los encuentros, y en las quintas hay hombres y mujeres produciendo, pero siempre son ellas las que llevan la delantera en las huertas".
Cecilia Páez, referente ProHuerta
Semillas de dos temporadas
El ProHuerta distribuye semillas en dos temporadas: otoño-invierno y primavera-verano. "Son compras que hace el Estado nacional y vienen de San Juan para todo el país. Son 'variedades', lo que significa que si dejás que esa planta haga semillas, podés seguir sembrándolas y va a salir otra planta igual. No pasa lo mismo con los híbridos que son mezclas", explicó Cecilia.
En esta temporada se distribuyen semillas de habas, arvejas, cebollas, puerro, perejil, achicoria, rúcula, lechuga, acelga, espinaca, remolacha, zanahoria, rabanito, en los kits más chicos. Los bolsones más grandes agregan apio, caléndulas, entre otras, "porque las flores son una parte muy importante de las huertas agroecológicas", señaló la referente.
En Zeballos 2770, se venden verduras agroecológicas de La Verdecita. Crédito: Flavio Raina
En tanto, en primavera-verano, las bolsitas traen semillas de zapallo, zapallito, poroto, melón, sandía, tomate, pimiento, berenjena, albahaca, etc.
"Tenemos cuatro kits de semillas: el bolsón más grande para los productores que trae 17 variedades y que muchas veces los dividimos; después otra bolsita que tiene 14 variedades, para una huerta de hasta 150 m2 o escolares; un kit Urbano con 10 variedades para una huerta de hasta 70 u 80 m2; y últimamente se armó un kit más chiquito, que se llama Urbanitas, con 6 variedades, y que son para aquellos que siembran en macetas", detalló la extensionista.
Continuidad con vaivenes
Cecilia relató cómo surgió el programa en la región y cuál es la situación hoy: "En la zona de Santa Fe empieza a funcionar en el '94-'95, con un equipo integrado por un ingeniero agrónomo, al que luego se incorporó una asistente social y un agente comunitario; ese fue el primer equipo de trabajo fuerte acá. Después nos incorporamos más gente, yo estoy desde el 2003, y en un momento llegamos a ser seis personas en la zona".
Este programa nacional, que se convirtió en una de las políticas públicas alimentarias más importantes de Latinoamérica, continúa desarrollándose en la región. Pero los vaivenes del país, tanto políticos como económicos, hacen que haya más o menos épocas promisorias del ProHuerta. "Hoy solamente quedamos dos personas, Gabriela Cardoso y yo -ambas asistentes sociales- ocupándonos del Dpto. La Capital, y con llegada hasta Santa Rosa de Calchines y Coronda, que pertenecen a otros departamentos", adujo Cecilia. Y añadió que también el gramaje de semillas se fue reduciendo. "Sabemos que quizá el aporte para algunos productores no es sustancial y por ahí no les alcanza", cerró.
De la producción tradicional a la agroecología
Verónica Jaramillo es, junto a su pareja, una de las productoras del colectivo La Verdecita, que trabajan 4 hectáreas de tierra, en el cordón hortícola santafesino. Son 4 familias productoras y cada una cultiva una hectárea.
Cuando notó que la fumigación con químicos de la quinta la estaba enfermando, empezó con la agroecología. "Cuando arranqué a trabajar fue con las semillas del ProHuerta; después fuimos intercambiando en las familias. Nada es fácil en las huertas: comprar semillas es caro porque está dolarizado, ya nadie habla en pesos en las plantineras", contó.
"Yo era productora convencional -relató Verónica-, empecé con mi mamá y mi papá a los 12 años, iba al campo a ayudarlos. En ese tiempo no se veía tanto el químico, que más adelante se empezó a usar mucho más. En La Verdecita empecé en el 2015 con mi marido que fue socio primero, y luego ingresé yo cuando empezamos la transición hacia lo agroecológico".
En algunos módulos del colectivo La Verdecita se controla las malezas y plagas con biopreparados naturales.
Esta productora hortícola diferenció una quinta orgánica de otra con el sistema tradicional: "Ya hace cinco o seis años que producimos verduras agroecológicas. No usamos químicos de ninguna clase sino que tenemos biopreparados naturales como cola de caballo, purín de ortiga, supermagro. Pero no todos los productores pueden hacer la transición hacia lo agroecológico". La producción se vende en ferias, como los sábados en la Plaza Pueyrredón de barrio Candioti, y los miércoles en el local de Zeballos 2770.
"Está todo muy complicado para el productor hortícola de la zona, porque sabe que tiene que conseguir esa cosecha para pagar el alquiler de la tierra, la luz y vivir también. Trabajar una quinta es todo el día, todos los días", destacó Verónica.
Cecilia Páez, del ProHuerta, señaló que cada vez se hace más difícil sembrar en el cordón hortícola santafesino porque van quedando menos tierras para alquilar y producir. "Tenemos que cuidar a los huerteros, valorarlos y sostenerlos, comprándoles directamente. Los santafesinos estamos acostumbrados a tener verduras frescas acá nomás; si desapareciera la actividad se va a entender lo que es pagar caro una verdura y no comer saludable", advirtió.
Legado
Isabel "Chabela" Zanutigh fue una destacada militante por la protección del ambiente, los derechos humanos y de la naturaleza. Además de ser una de las fundadoras del Sindicato de Amas de Casa, fue la precursora de la creación de La Verdecita. Hacia fines de 2001 adquirió terrenos donde inició el camino de esta organización colectiva de mujeres que busca y da respuestas alimentarias desde la agroecología.
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