Sábado 10.7.2021
/Última actualización 11:56
"La ciudad es un organismo vivo, complejo y cada capa de gestión están totalmente implicadas con las otras". Esa es apenas una de las definiciones que arrojará Javier Mendiondo, secretario de Planeamiento Urbano de la Municipalidad de Santa Fe, a lo largo de un diálogo con El Litoral.
Uno de los ejes de la charla es -aunque suene a redundancia- la dimensión humana del Código de Habitabilidad, título que resume las 128 carillas del Mensaje Nª 3 enviado para su debate al Concejo, y que procura reemplazar al actual Código de Edificaciones. El otro es el efecto que trajo la pandemia por Covid-19 en las formas de vivir, trabajar y estudiar aquí y en todas partes. Y como la ciudad capital está inserta en un contexto latinoamericano y mundial, la entrevista trae a colación otras voces y experiencias -las del urbanista catalán Borja, el pedagogo italiano Tonuci y el historiador argentino Romero-, y a la vez vuelve a lo local para teorizar en base a la vista que se alcanza desde una ventana.
- Con este proyecto se pasa de hablar de un Reglamento de Edificación a un Código de Habitabilidad y esa denominación aporta una pista sobre la perspectiva desde que se aborda este tema.
- Sabemos que las ciudades no son organismos congelados sino que van mutando permanentemente. Si bien hay una esencia o un sentido que puede trascender en el tiempo, las ciudades van cambiando. Muchas veces para bien, muchas veces para mal. Y en este año y medio de gestión la ciudad ha cambiado por algo inesperado que es la pandemia.
Asumimos la gestión con la idea de trazar una mirada de ciudad a través de cada uno de los dispositivos y herramientas que tenemos que nos permitieran tener una visión de ciudad de mediano y largo plazo e incorporar nuevos paradigmas como el ambiente, el cambio climático para entender que no solamente hay un cambio de nombre sino un cambio de sentido de este tipo de ordenanzas. Hablar de edificaciones es hablar de una materia inerte, de edificios, y nos gustó plantear el término de habitabilidad que es hablar de las personas, la sociedad, la calidad de vida, el cuidado de nuestros ciudadanos. Porque, en definitiva es a lo que una gestión pública tiene que apuntar, que es mejor calidad de vida para los habitantes de la ciudad.
- Seguramente ya venían trabajando en este proyecto desde antes de la pandemia, ¿qué cambió a partir de allí?
- La pandemia cambió muchas cosas: en primer lugar volvió a darle importancia a los barrios, a la cercanía, a esa ciudad a la que se puede acceder caminando, a los espacios públicos. Si bien este Código apunta a las propiedades privadas, en cada capítulo tiene una referencia al ambiente urbano, el paisaje y la vereda, que es un espacio de transición entre lo público y lo privado. Con la pandemia aprendimos la importancia de una buena ventana, de un balcón, de vivir en condiciones donde un grupo familiar o una persona pueda desarrollar actividades que antes no tenía pensadas en su núcleo doméstico. Porque antes una casa o un departamento estaba destinado para vivir (es el viejo paradigma de la monofuncionalidad) y ahora descubrimos que donde se vive se trabaja, se aprende y se enseña. En definitiva, debemos tener ámbitos mixtos que sean aptos para generar estas actividades y a su vez para la recreación; aprendimos más sobre la importancia de los ambientes ventilados y de la calidad de vida en términos sanitarios. Se dio una particularidad: fuimos escribiendo todo esto a medida que íbamos aprendiendo de la situación pandémica.
Pablo Aguirre Nuevas formas de circular y de apropiarse del espacio público. Los cambios se consolidaron durante la pandemia.Nuevas formas de circular y de apropiarse del espacio público. Los cambios se consolidaron durante la pandemia. Foto: Pablo Aguirre
El Código de Habitabilidad va de la mano del Código de Preservación del Patrimonio Urbano Arquitectónico, tanto que se destacaron entre los anuncios del intendente Emilio Jatón el 1ª de marzo al inaugurar el período de sesiones ordinarias, como que ingresaron juntas y con números consecutivos al Concejo Municipal.
Ambos fueron desarrollados atendiendo "a los distintos actores que tienen que ver con estos temas en la ciudad", cuestión que "en lo discursivo parece fácil pero que en la práctica es un poco más complejo porque requiere al Estado saber escuchar".
- ¿El código marca un "de aquí en adelante" o lo que hace es rever lo ya hecho?
- En principio regula las nuevas construcciones, pero sabemos que la ciudad es un organismo vivo y va evolucionando. Muchas veces las construcciones se producen en ámbitos ya consolidados, lo que además favorece la renovación de la ciudad. Podríamos decir que tiene una visión de futuro pero pretende darle buenas condiciones a las viviendas y espacios habitables que ya tenemos.
- Podemos sumar los espacios laborales que también se están pensando desde una concepción diferente a partir de la pandemia, así como las escuelas.
- Escuelas, centros de salud, el espacio público que ahora tiene el rol de alojar un montón de cosas: seguramente la vuelta a la presencialidad total en las escuelas será usando esos espacios como ya lo hacen los gimnasios y la cultura. Hay un vector fuerte en el Código de Habitabilidad que es el capítulo de estrategias ambientales.
El reglamento actual es de 1976: pensemos qué se decía entonces de ambiente, sustentabilidad, cambio climático que hoy son nociones presentes en nuestra agenda. Todo eso fue incorporado dentro del capítulo de estrategias ambientales. El adelanto tecnológico es tan grande que, probablemente, dentro de diez años sucedan cosas diferentes: ya se está hablando de la tercera y de la cuarta revolución industrial en términos de gestión de energía.
Ese capítulo desarrolla las cubiertas verdes, la recuperación de agua de lluvia, el uso de energías limpias que es el gran desarrollo futuro de las ciudades, inaugura la posibilidad de construir con técnicas no tradicionales como la tierra; hoy la sociedad está avanzando y apropiándose de esas tecnologías y no tenemos los reglamentos para aprobar esos expedientes.
- Si algo nos dejó la pandemia como aprendizaje es que todo lo que parecía dicho y hecho puede cambiar de hoy para mañana.
- El aprendizaje que nos dejó es fantástico, desafiante e incómodo porque todavía no vemos la salida de esta situación. Sabemos que la ciudad y los espacios van a ser diferentes, que habrá espacios "perdedores" y espacios "ganadores". Lo bueno puede ser la revalorización del barrio, incluso en términos comerciales que contrasta mucho que los sectores monofuncionales, que son los que han perdido.
No tenemos duda de que la ciudad del futuro es mixta, donde las actividades se puedan complementar en el mismo espacio: que la vereda no sea solo para caminar sino también para recuperar la costumbre de tomar mates, hablar con los vecinos, que en el futuro nuestros niños puedan volver a jugar al fútbol cuando no pasa un auto como era la vieja tradición.
- Esta revalorización de los barrios y la cercanía es el criterio que durante años pregonó Francesco Tonuci (pedagogo italiano) y parecía aplicable en pequeños pueblos o ciudades.
- La ciudad del futuro es con gente caminando en la calle. Es extraño porque la ciudad del futuro es la ciudad del pasado, de personas en la vereda. Jordi Borja (geógrafo y urbanista catalán) dice que no sabemos cómo será la ciudad del futuro pero sabemos que va a proyectarse el desafío que tiene la sociedad actual, que es el incremento de las buenas fuerzas pero también el incremento de las malas tendencias. El modelo es de las buenas fuerzas: andar en bicicleta, personas caminando por la calle, sin áreas monofuncionales, sino con la posibilidad de vivir donde se trabaja; trabajar donde se vive; caminar hasta el trabajo y consumir menos energía (combustible).
Las ciudades de todo el mundo están disminuyendo el uso del automóvil y las latinoamericanas, Santa Fe entre ellas, lo está incrementando: la pandemia nos dejó eso también, la reducción del transporte público y el aumento del transporte privado. Sobre ese tema también se avanza en el Código para regular el acceso a cocheras con un porcentaje del frente de un edificio, y flexibilizar su tamaño para considerar vehículos de distinto porte.
El concepto es que la mejor ciudad es la que tiene más gente en la calle porque es una ciudad segura. Para que eso ocurra tiene que ser diversa y con una mixtura de usos. Estos códigos -el de Habitabilidad y el de Patrimonio- si bien son herramientas diferentes, dejan abiertas las puertas para que renovemos el Reglamento de Ordenamiento Urbano que es la otra ordenanza que zonifica dónde y cómo hacer cada una de las actividades.
- ¿Cómo se insertan los barrios irregulares en este plan?
- Estos códigos se aplican en toda la ciudad. Es verdad que la informalidad, barrios populares, asentamiento irregulares - cada denominación tiene una connotación ideológica- es un tema complejo, propio de las ciudades latinoamericanas que no son las más pobres pero sí las más desiguales del mundo: hay un proceso de fragmentación socioespacial que hace que las distintas partes sociales a su vez se segreguen físicamente con el gran problema de que tienen una dificultad estructural de acceso a la calidad de vida.
Ese es un gran desafío de todas las ciudades de Latinoamérica. Según estudios de 2019, entre un 10 y un 15 % de la población de la ciudad vive en asentamientos informales. No están atados sólo a la calidad constructiva de una vivienda sino también a la informalidad laboral y problemas ambientales. Pero, por otro lado, son sectores con una gran riqueza cultural y en esta planificación integral no debemos perder esas particularidades. Hay que avanzar en infraestructura, cloacas, agua, mientras reconocemos que algunos barrios tienen una gran potencialidad como área paisajística y patrimonial.
Flavio Raina Javier Mendiondo, secretario de Planeamiento Urbano de la Municipalidad de Santa Fe.Javier Mendiondo, secretario de Planeamiento Urbano de la Municipalidad de Santa Fe. Foto: Flavio Raina
- ¿Qué ves desde la ventana de tu oficina, en el cuarto piso del edificio municipal?
- Veo una ciudad que tiene una gran potencialidad y también problemas; una ciudad a la que no podemos pensar de manera uniforme porque está construida por capas. En esta foto tenemos la ciudad colonial, la ciudad burguesa del siglo XIX, la de principios del siglo XX con la primera industrialización, la ciudad de la dictadura. Tenemos todas las ciudades juntas y cada uno de esos edificios es la explicación de un modelo de ciudad. Esto lo explica bien el historiador José Luis Romero en "Latinoamérica, las ciudades y las ideas" cuando plantea que cada época es una capa histórica; y pocas ciudades tienen tantas capas como Santa Fe. Por eso es tan importante para nosotros el tema del patrimonio histórico, no para "congelar" sino para poner reglas claras acerca de su potencialidad. En el país tenemos muy pocas ciudades patrimoniales con historia colonial como Santa Fe, donde hay edificios intactos o en muy buen estado construidos en barro con una técnica que hoy ya no existe.
La inteligencia con estos códigos es interpretar esa herencia y potenciarla sin que ello sea un factor para detener el desarrollo.
"El viejo paradigma de edificación estaba pensado para un hombre de 50 años, en auto, haciendo media hora desde su casa al trabajo. Hoy tenemos que pensar en una ciudad para niños, para mujeres, para todas las clases sociales, los ancianos, personas con discapacidad y diversidades". Javier Mendiondo, secretario de Desarrollo Urbano de la Municipalidad.