Nancy Balza
Buscan que la casa “vuelva a ser como fue”. Esperan reabrirla a mediados de 2018 como sede del Ministerio de Cultura, y para uso público. GALERÍA DE FOTOS.
Nancy Balza
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Elegante, señorial, única en su estilo, completamente resguardada por la sombra de un bello jardín. Así la habrán imaginado sus dueños, la habrán proyectado sus constructores y finalmente la habrán reconocido quienes transitaban por la intersección de bulevar Gálvez y Güemes en el año 1910, cuando se inauguró. Ésa es la imagen -bien distinta de la actual, ganada por el deterioro- que se busca recuperar a partir del proyecto que tiene en marcha el gobierno provincial y pretende devolver a su estado original la Casa Leiva, Casa de los Gobernadores o Casa de la Cultura, como se registre en el imaginario y en los documentos al edificio declarado Monumento Histórico y Cultural de la Provincia en 1998.
Una imagen original pero adaptada a los nuevos tiempos, es decir, con la tecnología adecuada para asegurar la accesibilidad, conectividad y climatización que exigen la vida actual.
Por ahora se realizan estudios para medir la estabilidad del inmueble y se elaboran los pliegos, con el objetivo de licitar durante este año e iniciar la compleja tarea de restauración lo antes posible. Si los planes y plazos se cumplen, tras 20 meses de obras se trasladará allí el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia, y se habilitarán espacios para el uso público.
En ese objetivo coinciden las voces consultadas por este diario: el ministro de Obras Públicas, Julio Schneider, y el secretario de Producciones Industriales y Servicios Culturales, Pedro Cantini.
ENTRE EL ORIGINAL Y LOS CAMBIOS
Un equipo de El Litoral recorrió la casa de punta a punta, por sus cuatro costados y los cuatro niveles que la componen, junto con el subsecretario de Planeamiento de la provincia Eduardo Navarro, y el director del área Marcelo Mántaras. Más allá del daño que produjo hace años una pérdida de agua en el baño del semi-subsuelo y que filtró hasta provocar un hundimiento -que se hace visible en el ángulo sureste del edificio-; más allá de las fisuras, que ya fueron reparadas pero siguen visibles, de los ornamentos ganados por el óxido o rotos, de los vidrios que fueron vandalizados, de las aberturas faltantes, los pisos deslucidos, y todos los problemas que fueron tallando el paso del tiempo, la falta de mantenimiento y las intervenciones parciales, es imposible abstraerse a la calidad de la construcción y a los detalles que están presentes, sobre todo, en el ingreso y en la planta principal de este petit hotel francés, término asimilado en su origen a una típica casa suburbana parisina.
Mientras tanto, se sigue con atención el efecto de los micropilotes que fueron colocados en 2007 por la UTN para estabilizar el edificio y evitar que siga cediendo, y se evalúa la necesidad de hacer un zunchado para consolidar la estructura. Ya está decidido dónde se colocará el acceso para personas con problemas de movilidad, se sabe que en el subsuelo estará la batería de sanitarios para uso del público que, en ese mismo nivel, podrá participar de alguna de las actividades que ofrezca una sala pensada para unas 60 personas. También se conoce que la casa albergará la biblioteca Juan José Saer, que será especializada en literatura santafesina, bien contemporánea en cuanto a criterios de gestión, y de consulta para especialistas y lectores en general.
La planta principal, donde un siglo atrás funcionaba el living familiar, el comedor y el salón de fumar, entre otras dependencias, será el lugar de administración general de la casa, y de actividades culturales y protocolares propias del gobierno provincial. El área de trabajo del Ministerio se concentrará en el primer piso -al que se llega por una escalera que en uno de los tramos es la original- donde un siglo atrás se ubicaban los dormitorios y un baño del que aún se conservan los mosaicos primitivos. En tanto que el nivel superior, donde se hallaban las dependencias del personal de servicio alrededor de un patio de material o terraza, y que por su función se adivina despojado de todo ornamento, será destinado a una actividad museística y conservará su marca original pero con un uso cultural.
EL ENTORNO
Para el cuarto de manzana que discurre detrás de la casa, por calle Güemes -donde se habrán ubicado, entre otras instalaciones, las caballerizas de sus dueños originales- , se propuso un concurso de ideas con el Colegio de Arquitectos con el fin de recuperar ese espacio para áreas del ministerio. Y el jardín también está en observación: parquización, despeje de copas y reemplazo de especies se cuentan entre las posibles mejoras, que seguramente no alcanzarán a una palmera que, por su altura inconmensurable, se presume que sombrea la casa desde el primer día.
De detalles de calidad como vidrios biselados, vitraux, frisos y ornatos, y hasta una estrella formada por contrastes de maderas que aparece a la vista apenas se sacude el polvo de un piso, está hecha la casa. Y también -por el paso del tiempo, la falta de atención, la ausencia de mantenimiento- de fisuras, falta de revoques, peldaños descalzados y pisos rotos. El enorme desafío será darle nueva vida a la casa y que los primeros vuelvan a ganar protagonismo.
HASTA EL MÍNIMO DETALLE
Luciano Hernández es maestro mayor de obras, Lic. en hormigón armado y master en restauración arquitectónica. En su currículum figuran trabajos de mantenimiento, conservación y restauración en más de 980 obras: entre ellas, el Congreso Nacional, el Edificio Kavanagh, el Palacio Bosch, el Palacio Municipal de Bahía Blanca, la Basílica de Luján y el Molino Marconetti. Es, además, la voz experta para precisar en el pliego de licitación las patologías y propuestas de resolución que permitan devolver la casa de 1910 a su estado original. “No merece otra reparación que no sea su restauración”, sintetizó en diálogo con El Litoral.
La restauración se divide en dos: la exterior, que comprende el techo de mansarda, que era el alojamiento para la servidumbre permanente y conformaba el borde de un gran patio central en el tercer nivel, y la fachada que es lo que se ve y está en un estado “complicado” por la falta de mantenimiento y el paso del tiempo. “Hay patologías que se fueron agravando y generaron otras nuevas que se convirtieron -a su vez- en un problema a resolver”. En cuanto a la restauración interior, el objetivo es restablecer a usanza de lo que era -con la documentación que se encuentre- los niveles de la planta principal -o piano nobile-, que está sobreelevada, y el primer piso. “No existen muchos antecedentes fotográficos que cuenten cómo eran los interiores, más que los cateos que podamos hacer. Contamos con la investigación y la pesquisa que la investigación pueda otorgarnos”, anticipó Hernández quien lleva un registro fotográfico minucioso de cada parte de la casa con sus problemas. “Hay que corregir y sanear todas las situaciones patológicas y se hace por ‘barrido’: se empieza de arriba hacia abajo y desde la fachada más oculta a la más visible”, resumió el experto.
TESELAS Y MOLDURAS
Para tener una idea del detalle que requiere la intervención, las teselas o mosaicos pequeños que cubren el piso apenas se ingresa a la casa, deberán ser repuestas o consolidadas, según el caso pero se fabrican a pedido. Además, de cada ornato o moldura dañados, habrá que hacer una impronta para reproducir las piezas faltantes, que son muchas.