Viernes 12.7.2019
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Hace 80 años ocurría uno de los hechos más trascendentales en la vida de Santo Tomé y la región, que influyó de lleno en la constitución de su fisionomía y su posterior desarrollo. Es que por entonces se daba por terminada y se habilitaba la obra del puente Carretero, con el cruce simbólico del primer peatón y su vehículo. Esta significativa fecha debe servir para recordar también el arduo trabajo que encaró un grupo de activos dirigentes que llevó a los estrados de la Nación la imperiosa necesidad de construir esta vía de enlace que facilitaría el desarrollo comercial y agro industrial en toda la región.
Para saber cómo era la vida por entonces, el fallecido historiador Ernesto “Tito” Grenón rememoró que para cruzar el río Salado se utilizaba un viejo puente levadizo de hierro que corría casi paralelo al Carretero, que era la forma para permitir el ingreso de las barcazas al puerto de Santo Tomé que estaba ubicado en las cercanías del Concejo Municipal, más precisamente donde se encuentra emplazado el llamado monumento al Inmigrante. De aquel viejo enlace, hoy quedan en la zona de islas algunos albardones, los que configuraban los pilares de su estructura.
El puente carretero en fotos hoy
Artículos periodísticos de El Litoral de la época, daban cuenta de que antes no existía un paso de tránsito permanente, sino que había terraplenes bajos y estrechos ideados para que las carretas pasen el bañado. Más tarde, fueron incorporados tramos metálicos. “Los antiguos puentes de madera y de hierro que nos comunicaban con Santa Fe se fueron deteriorando y comenzaron las dificultades de transitabilidad; de ahí surgió la necesidad de contar con un medio más adecuado para llevar los productos de la zona a la capital y permitir una regularidad en el transporte para los empleados y obreros, lo que llevó a pensar en la instalación de una nueva interconexión sobre el Salado”, recordó Grenón. Efectivamente la creciente de 1935, provocó que el Salado arrase el terraplén de acceso a uno de los viejos puentes. Si bien se producían trabajos de recomposición, nunca se pudo recuperar como corresponde y eso motorizó la concreción de gestiones para hacer un puente definitivo.
En un primer momento se discutían varios proyectos relacionados al emplazado del nuevo puente. Incluso existía la posibilidad de ubicar el paso a Santa Fe en el norte de Santo Tomé, lo que alarmó a la población ya que condenaba a la muerte su vida económica. Por ello la Comisión de Fomento de aquel entonces, encabezada por el presidente comunal Fernando Mántaras, decidió convocar a una asamblea popular donde se expuso la necesidad de iniciar gestiones para conseguir un emplazamiento que tuviera en cuenta a este pueblo. Fue así que se constituyó una comisión pro puente que se encargaría de impulsar el trazado de esta nueva vía de comunicación.
“Hubo intensas tratativas con el objetivo de que Santo Tomé no fuera dejado de lado por la ubicación del nuevo puente en un lugar alejado de su conformación pueblerina”, indicó el historiador local, sin dejar de remarcar que “el sitio que se pretendía (el actual) brindaba una mayor cercanía de los santotomesinos con la ciudad de Santa Fe, ya sea porque poseían sus trabajos allí o porque facilitaba el acceso de los productos al puerto santafesino; además el costo de obra en este lugar era el menor”.
El puente carretero en fotos a través del tiempo
Las incesantes gestiones llevaron a que el 5 de mayo de 1935, se concrete una asamblea de municipalidades y comisiones de fomento del sur y oeste provincial, en la se definió que se solicitaría al entonces presidente de la Nación, Agustín Pedro Justo, que se construya el nuevo puente frente a Santo Tomé.
Finalmente se logró el objetivo: la obra iba a ser una realidad gracias al empuje de toda una región. De esta manera comenzaron los estudios en los bañados del Salado y el 29 de noviembre de 1935 se firmó el convenio para su concreción entre la Dirección Nacional de Vialidad y la Dirección de Obras Públicas de la Provincia. El 23 de octubre de 1936 se llamó a licitación pública; luego el 12 de febrero de 1937 se colocó la piedra fundamental y el 6 de abril del mismo año se produce la rúbrica del contrato para la ejecución de la obra, adjudicada a la firma Gruen y Bilfinger, de origen alemán.