El 28 de septiembre de 1983, Evaristo Franco corrió espantado unos metros que parecían estirarse, esquivando tablas que se partían y cables que volaban. Un temblor y otro, un estruendo, el mundo alrededor se derrumbaba, pero su reacción desesperada salvó su vida por apenas un guiño de tiempo. Detrás de él, la corriente se llevaba gran parte del emblemático Puente Colgante, producto de la desidia de los sucesivos gobiernos. El oriundo de Alto Verde que estaba evacuado en la Estación Belgrano por la inundación, sin saberlo, sin buscarlo, fue testigo y víctima de un hito, para la eternidad.
El o los Evaristo Franco del Carretero quizás ya tenían nombre y fecha en las cartas del destino. De nuevo el abandono (una triste y repudiable tradición nacional) había ya desplegado el juego completo de naipes sobre la mesa, condenando ahora a este otro puente que vincula en el lado opuesto del Colgante a una ciudad rodeada de agua con Santo Tomé. La suerte estaba echada. Pero algo pasó.
La impactante foto que mostraba la rotura del Carretero captada por Fernando Nicola.
“Con Fernando Nicola veníamos siguiendo el tema del Carretero desde que hicimos el informe en el aniversario 82. Durante las semanas previas a la última nota, él me comenta que veía un desnivel en la cabecera Santa Fe. Al lunes siguiente nos pusimos a buscar a un especialista en construcciones de puentes, y surgió el nombre del ingeniero civil Guillermo Ferrando, que había sido funcionario de Vialidad y además daba clases en la UTN, pero ya estaba jubilado. Cuando nos atendió, no estaba al tanto de la situación, pero cuando vio las fotos de Nicola, nos dio la entrevista que fue el gran disparador. Además, nos pidió esas imágenes y se las envió a un conocido de Vialidad Nacional, en Buenos Aires. Días después, se decide el corte parcial del tránsito y vino lo que ya todos conocemos...”, así cuenta Gustavo Ocampo la historia del informe periodístico que cambió el destino del viaducto.
“Puente Carretero: un especialista advierte riesgo vial por una rotura” fue el título de la nota que se publicó en la web de El Litoral el 12 de marzo pasado. “El sector averiado del viaducto que une Santa Fe y Santo Tomé ‘se podría caer si llegan a fallar los dos tramos de ménsulas’, explicó el ingeniero civil Guillermo Ferrando”, sentenciaba parte del copete del informe.
Durante 8 meses se estuvo trabajando en la reparación del viejo puente.
Foto: Fernando Nicola
La respuesta fue inmediata y contundente, lo que releva de cualquier tipo de cuestionamiento sobre la gravedad de la situación que sufría el puente: a la semana se restringió el tránsito y a los 15 días se interrumpió de manera total la circulación para instalar una estructura tipo Bailey sobre el tramo afectado para permitir el paso de los colectivos. Durante los 8 meses siguientes se estuvo en obra (lo que también fundamenta la magnitud del peligro denunciado en su momento), para finalmente recién a finales de noviembre volver el Carretero a funcionar con normalidad.
En el medio, el gobierno de Maximiliano Pullaro hizo lo que ningún otro antes: pasó del ideal (lo justo, lo pactado) del puente nacional que sacaría la mayor circulación del centro de la ciudad de Santo Tomé, a lo real, a lo concreto, a lo posible. Así, a finales de mayo el gobernador anunció que la Provincia iba a asumir la construcción de un viaducto paralelo al Carretero, que no sólo cambiará para siempre la vida de aquellos que viajan a diario entre las dos ciudades, sino que además aliviará a la mitad el tráfico por el viejo puente de 85 años y (hasta este 2024) muy escaso mantenimiento, que fue diseñado en 1939 para que circulen 2 mil autos por día y que hoy sufre a más de 40 mil.
La proyección del nuevo viaducto de acuerdo al proyecto del gobierno provincial.
Esto es lo que celebramos este 20 de diciembre: la licitación del nuevo vínculo entre Santa Fe y Santo Tomé, una trascendente inversión del gobierno provincial (37.500 millones de pesos), que suma infraestructura clave para un importante corredor regional, y que además constituye una solución definitiva para una problemática que arrastra décadas de promesas recurrentes sin acciones posteriores.
Y todo se inició con una entrevista y un informe periodístico en El Litoral...
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