De la redacción de El Litoral
Dos expertos explican las teorías que, desde la psiquiatría, podrían explicar el fenómeno.
De la redacción de El Litoral
El 7 de marzo pasado apareció un Ford Focus quemado en el noroeste de la ciudad. La noticia dejó de ser un evento aislado cuando comenzó la seguidilla de vehículos incendiados: desde entonces y hasta ahora hubo más de 60 autos caídos bajo el rigor del fuego en cuatro meses y cinco días de misterio. El quemacoches se convirtió con el tiempo en lo que para los supersticiosos es el “viejo de la bolsa”: nadie sabe quién es, pero que existe, existe. Hoy la palabra quemacoches es una entidad vacía.
Las pericias van detrás de los hechos consumados, y buscan rastrear indicios que lleven a identificar al autor de las quemas. Días atrás, el fiscal Estanislao Giavedoni envió a la Municipalidad una nómina de 150 vehículos en presunto estado de abandono en Santa Fe, Santo Tomé y Rincón. Fue para que el gobierno local los retire de la vía pública “para evitar que los quemen”, explicó. Pero no todos los autos quemados hasta hoy estaban abandonados: algunos tenían propietarios y eran usados.
Por un carril distinto al de las pericias criminalísticas, la psiquiatría moderna puede dar algunos elementos de análisis que permitan inferir, siempre desde un lugar hipotético y conjetural, el porqué de esta conducta de quemar coches. Dos expertos consultados por El Litoral opinaron sobre las posibles explicaciones psiquiátricas de ese comportamiento.
La piromanía
Un elemento clave es el fuego. Y la piromanía es la provocación intencional del fuego. “El pirómano es una persona que previamente a generar el acto incendiario, empieza a sentir un estado de tensión emocional. Frente a ese estado, necesita una descarga. Y una vez que inicia al fuego, siente un alivio y bienestar que calma esa ansiedad”, explicó la Dra. Amalia Aída Calvo, psiquiatra, médica forense y docente de la Facultad de Ciencias Médicas (FCM) de la UNL.
La piromanía está dentro de lo que se llama trastornos del control de los impulsos.
“En su impulso, una persona pirómana no se puede frenar bajo ningún mecanismo inhibitorio. Debe ir y realizar una y otra vez el acto. Y no puede ejercer reflexivamente la anticipación de las consecuencias de su conducta: el impulso es más fuerte que la razón”, dijo la experta.
Hasta hoy, los trastornos del control de los impulsos son tema de debate en la psiquiatría, porque no se pueden encasillar. “La impulsión es común a varias patologías. Puede presentarse en trastornos alimenticios, abusos por sustancias, en actos heteroagresivos en el homicida, etc. El impulso es una disposición vehemente a realizar un acto para calmar un deseo y un estado de ansiedad, que no se puede aliviar de otra manera que no sea cometiendo ese acto que alivia su ansiedad”, resaltó Calvo.
Sociopatía
La sociopatía es una patología de índole psíquico y forma parte de otro grupo de trastornos llamados de la personalidad. Las personas que la padecen pierden la noción de la importancia de las normas sociales (leyes y derechos individuales). El sociópata realiza actos que pueden ser impulsivos, pero en general son actos reflexivos y racionales.
Hay que diferenciar a la sociopatía de la piromanía porque aquélla está dentro de otro grupo de trastornos. De todos modos, hay puntos en común: “En un sociópata, el eje emocional es la agresividad. Y la agresividad podría llevar a la impulsividad. El sociópata cosifica al otro, usa al otro en la medida que le satisface sus necesidades agresivas”, agregó la psiquiatra.
Tribus urbanas
Hay cierta inteligencia y “logística” en el actuar del quemacoches. Los autos se queman donde no hay cámaras, nunca hay testigos de un hecho, hay horarios determinados.
"Se podría conjeturar que puede haber más de un quemacoches. Es un indicio que lleva a pensar en la hipótesis de una tribu urbana”, opinó el Dr. Pascual Pimpinella, jefe del cuerpo médico forense del Poder Judicial, profesor titular de la cátedra de Medicina Legal, Social y Laboral y coordinador de posgrado de la FCM.
La sospecha de Pimpinella le resultó adecuada a Calvo. La psiquiatra aclaró: “Hay que tener cuidado con el diagnóstico de la piromanía. Porque en un diagnóstico diferencial, el pirómano no busca formar un grupo de vándalos, ni venganza. El pirómano no es un delincuente, sólo busca el placer por el fuego”.
“No debemos utilizar imprudentemente así la piromanía, porque si el caso de los quemacoches fuera un acto vandálico de un grupo de personas o ‘tribu’, se adecuaría más a un trastorno de la personalidad, esto es la sociopatía por ejemplo: no hay impulso dominante (como en las tendencias pirómanas), sino actos racionales y planificados con cierta logística”, agregó.
Más allá de las hipótesis y conjeturas planteadas, en medicina no son buenos los encasillamientos. “No se puede ubicar un posible diagnóstico en un determinado comportamiento y clasificarlo. Hay cuestiones interrelacionadas, indicios tanto de trastornos de control de los impulsos vinculados con los de la personalidad antisocial. Es muy complejo y hay que tener reparos”, coincidieron ambos especialistas.
Mapa interactivo de autos quemados en Santa Fe
Efecto cámara e identidad narcisista
“Las noticias casi diarias sobre los autos quemados que salen en los medios locales, ¿podría pensarse como una forma de espejo de satisfacción y ‘reconocimiento’ público para el quemacoches, como una retroalimentación que lo lleva a seguir cometiendo el acto una y otra vez?”, preguntó El Litoral.
“Sí, totalmente. Puede ser un aliciente. Hay algo característico de las personalidades impulsivas: tienen mucha relación con identidades narcisistas (exacerbado amor por sí mismo). El ser narcisista necesita que se reproduzca la escena de lo que ha cometido. Y que esté en boca de muchos a través de los medios, más allá de lo moral”, explicó Calvo.
Pimpinella recordó un dato clave que sustenta esta idea: Mientras un joven estaba detenido como supuesto autor de los hechos incendiarios, hubo otro auto quemado. “El quemacoches (sea uno o sea grupo) dio un mensaje: acá estoy, sigo libre y actuando. En ese momento se observa el placer narcisista”.
Niñez, adolescencia y tendencias incendiarias
Según estudios actuales, las tendencias piromaníacas pueden aparecer desde los 8 a los 13 años. “Asimismo los niños que manifiestan esta tendencia provienen de familias en donde en el modelo vincular está arraigada la agresividad. Tenemos que estar en alerta, porque hoy en los niños es muy habitual la fascinación por el fuego”, advirtió Calvo.
Un dato: en Nueva York, los chicos de 18 años representan el 50 % de las personas arrestadas por provocar incendios. Calvo resaltó en que “hay que trabajar en forma preventiva desde un abordaje interdisciplinario con la infancia y no minimizar los hechos, las travesuras relacionadas con el fuego, en los hogares, en las escuelas en los clubes”.