Mónica Ritacca
Tiene 74 años y es ginecólogo y obstetra. El colegio lo distinguió por los 50 años de ejercicio de la medicina. La historia de un profesional que sigue con la vocación intacta.
Mónica Ritacca
El doctor Ricardo Gargatagli, médico ginecólogo y obstetra de la ciudad de Santa Fe, cumplió 50 años de ejercicio de la medicina. En ese marco fue distinguido por el Colegio de Médicos de la 1era. Circunscripción con una plaqueta que recibió de las manos de su propia nieta Victoria, a quien él trajo al mundo.
—¿Por qué eligió ser médico?
—La vocación quizás venga por herencia familiar, pero la verdad no lo sé. Yo tenía un tío médico por parte materna. Sí tengo en claro que surgió siendo muy chico. Me acuerdo que en sexto grado, cuando tuve que decidir la terminalidad del secundario entre bachiller, comercial o industrial, me incliné por bachiller en el Colegio Nacional Simón de Iriondo, y cuando terminé me fui a Córdoba a estudiar. Elegí la universidad de esa provincia, y no la de Rosario que me quedaba más cerca, porque tenía la posibilidad de residir en el Colegio Mayor José Manuel Estrada, dirigido por el cura Bordagaray. Tres años viví allí. Después, con unos amigos de Santa Fe y Tucumán alquilamos un departamento. Me recibí de médico a los 24 años, el 17 de junio de 1968.
—¿Y la especialidad de ginecología y obstetricia?
—Cuando estudiaba siempre me interesaron las patologías femeninas. En cuarto año de la carrera, ingresé en la Maternidad Provincial de Córdoba dónde me inicié en Obstetricia. Me gustó y entonces seguí esa especialidad. Quería una beca en el exterior. Y con esa idea firme se me ocurrió mandarle una carta al rector de la Universidad de Madrid.
—¿Y cómo fue la experiencia en la Universidad de Madrid?
—Cuando llegué me contactó con el profesor y médico endocrinólogo Don Gregorio Marañón Moya, que era como un Favaloro de acá, toda una eminencia. Este hombre era el director del Instituto de Cultura Hispana y quien otorgaba las becas. Cuando fui a verlo me dijo que me la iba a dar pero iba a tener que hacer una tesis doctoral sobre tumores de ovarios. Fui por cuatro meses y me quedé dos años. La tesis, con la que obtuve el doctorado en medicina y defendí delante de destacados catedráticos de Madrid. Como dije estuve dos años allá. Y te preguntarás qué hacía en los recesos para mantenerme porque no me cubría la beca. Mi primo, hijo del doctor Aparo, trabajaba en el Policlínico Gemelli de Roma y me conseguía unas prácticas en el Departamento de Ginecología durante esos meses.
De regreso a Santa Fe
—¿Por qué decidió volver a Santa Fe?
—Mi tío, el doctor Aparo que era traumatólogo, me dijo que en el Instituto del Diagnóstico necesitaban un ginecólogo obstetra. Y regresé, pero antes me fui 15 días a Basilea, en Suiza, para seguir perfeccionándome en un hospital de mujeres. Aquí en Santa Fe trabajé en el Instituto del Diagnóstico, Hospital Italiano, Policlínico Ferroviario, Sanatorio Argentino de Santo Tomé, hospital Cullen e Iturraspe.
—¿Cómo era ejercer su profesión de obstetra en una época donde no existían los celulares?
—Algo novedoso fue la radio llamada. Un dispositivo que emitía un sonido y que me avisaba que me estaban llamando de algún lado; entonces yo me comunicaba con la central para saber quién me estaba tratando de ubicar y ahí me decían para que luego yo llamara. Más adelante el dispositivo le permitía a la partera decirme directamente a mi que estaba con tal paciente a punto de parir informándome su estado. La verdad que el celular vino a facilitar todo porque ahora mis pacientes tienen línea directa conmigo.
—¿Y la familia? ¿Cómo acompaña?
—La familia, en esta profesión, ocupa un rol fundamental. Cuando me puse de novio, mi hoy señora sabía que iba a ser así. Que mis horarios iban a depender de mi trabajo. Pero también tiene sus partes gratificantes. Yo asistí a mi esposa en los nacimientos de mis dos hijas y traje al mundo a mi nieta Victoria, que hoy tiene 4 años.
—¿Qué piensa de los partos en casa?
—En mi opinión creo que todos estamos de acuerdo con el Parto Respetado. Ese respeto incluye a la embarazada en trabajo de parto y también al niño por nacer. Privar a la embarazada y al niño por nacer de una rapidísima y necesaria respuesta ante la posibilidad de una de las tantas complicaciones que vemos en trabajos de parto correctamente asistidos significaría, por lo menos, una falta de respeto hacia la embarazada y al niño. Por lo tanto, el parto domiciliario no es Parto Respetado porque no respeta a ninguno de los participales protagonistas. Si el matrimonio decide el Parto Domiciliario debe saber que le está faltando el respeto a su hijo por nacer.
—¿Qué significa el reconocimiento por 50 años de profesión?
—Cuando recibí la medalla de los 25 años había un sólo médico que recibió la plaqueta de los 50. Ahí me pregunté por dentro qué sería de mí cuando llegara a los 50 años. Y acá estoy. Llegué. Este año fuimos 6 los homenajeados por el Colegio de Médicos de la 1era. Circunscripción. Para mi fue muy gratificante recibir este reconocimiento por parte de mi nieta Victoria.
Perfil
Nombre completo: Ricardo Atilio Gargatagli.
Fecha de nacimiento: 25 de septiembre de 1944.
Edad: 74 años.
Estudios: egresado en 1968 como médico en la Universidad Nacional de
Córdoba y en 1971 como Doctor en Medicina en la Universidad de Madrid.
Matrícula Provincial N°: 0609.
Especialidades: Ginecología y obstetricia.
Cantidad estimada de partos realizados: alrededor de 6.000, entre naturales y cesáreas.
Su inicio en la fertilización asistida
En julio de 1978 nació el primer “bebé probeta” en la clínica Bourn Hall de Cambridge (Manchester, Reino Unido). Por fin se había concebido la posibilidad de sembrar vida donde se creía perdida; y esto fue posible gracias a la colaboración entre el fisiólogo Robert G. Edwards, Premio Nobel de medicina, y el ginecólogo Patrick Steptoe; una alianza que permitió un milagro llamado Louise Joy Brown; devolviéndole la esperanza a numerosas familias que no podían tener hijos.
En Argentina, el Instituto Segyr fue uno de los iniciadores del método y logró la fertilización asistida en el año 1985. En Santa Fe, el doctor Gargatagli fue uno de los profesionales en perfeccionarse en fertilización asistida y, de hecho, logró su primer nacimiento en Santa Fe con este método.
“Fue el 20 de febrero de 1996, o sea que hablamos de un joven que hoy tiene 22 años. Lamentablemente perdí el nombre de ese niño, a quien me gustaría volver a ver y saber de él”, cuenta Gargatagli. Y agrega: “‘Por entonces era un tratamiento de baja complejidad. Después vinieron métodos más avanzados y yo dejé de hacerlos”.
Actualmente, el médico atiende en su consultorio mujeres embarazadas, con menopausia y también parejas con problemas de esterilidad. Consultado sobre esto último, consideró que en la actualidad una de las causales se debe a que muchas mujeres postergan la maternidad y cuando se deciden a buscar un embarazo sus óvulos tienen menor calidad, sumado a otros problemas coyunturales.