Cómo es la recuperación de la flora y fauna frente a los incendios en islas
"Los tipos de vegetación herbáceas se recuperan más rápido y los tipos leñosos lo hacen mucho más lento", aseguró el biólogo Pablo Aceñolaza. La especialista Dr. Laura Sánchez advirtió que al quemarse íntegramente las capas superiores del suelo los animales mamíferos, reptiles y anfibios, son los que más sufren.
Cómo es la recuperación de la flora y fauna frente a los incendios en islas
La capacidad de adaptación y recuperación de la flora y fauna, que habitan en ecosistemas acuáticos, es uno de los interrogantes frente a la infinidad de incendios que se ocasionaron durante el 2020 en las zonas de islas del río Paraná, y que se reavivaron en los últimos días frente a Rosario.
Para encontrar respuestas y conocer cómo se comportan las diferentes especies tanto de vegetación como de animales, El Litoral entrevistó al biólogo Pablo Aceñolaza (Dr. en Botánica, especialista en estudios de vegetación y ambiente, docente de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER); e investigador del Conicet); y a Laura Sánchez, Dr. en Ciencias Biológicas, perteneciente a la Facultad de Ciencia y Tecnología (Universidad Autónoma de Entre Ríos) y la Facultad de Ciencias Agropecuarias (UNER).
-¿Cuáles son los tipos de vegetación que más tardan en recuperarse tras ser quemadas; y cuáles son las que mejor se adaptan al fuego?
Pablo Aceñolaza (PA): -Primero me gustaría hacer una muy breve introducción a la problemática. Los incendios modelan diferencialmente al paisaje. El paisaje es ese conjunto de "tipos" de vegetación, de ambientes y de usos que tiene el suelo de una región; a los tipos de vegetación nosotros las llamamos fisonomías, cómo las herbáceas, arbustivas o arbóreas. Entonces un mismo incendio, en una región reducida, pero con un paisaje heterogéneo como una isla, o sea con diferentes tipos de vegetación, el fuego definitivamente va a afectar a esos tipos de vegetación de manera diferencial.
En esta porción del bajo Paraná, las islas poseen una forma de palangana, es decir los bordes asociados a los cursos de agua son más altos mientras que las partes centrales son más bajas. Las plantas se distribuyen en ese gradiente de altura según su forma de relacionarse con el agua; quienes están adaptadas a vivir en el agua se encontrarán solo en las lagunas, las que resisten inundaciones frecuentes en las zonas medias y las que no resisten o se inundan solo esporádicamente en los albardones o zonas altas. Ese gradiente condiciona los tipos de vegetación, albardones con bosques, medias lomas con pajonales y bajos con cataizales, verdolagales y otros tipos de vegetación acuática. En este paisaje isleño el incendio se presenta como el segundo agente modelador es decir, después de la inundación los incendios son los que crean el paisaje que nosotros conocemos actualmente de las islas. En este contexto los tipos de vegetación herbáceas se recuperan más rápido y los tipos leñosos lo hacen mucho más lento.
-Con la ayuda de las lluvias y la recuperación del río ¿Ya se pueden observan principios de recuperación respecto a las quemas del año pasado?
PA: -Con la normalización de las precipitaciones en este verano, los tipos de vegetación herbácea que se habían quemado durante la sequía del año pasado, han tenido una muy rápida recuperación en términos de biomasa. Sobre todo cataizales, pajonales y pastizales. Aunque esa recuperación es un poco más lenta si consideramos la recomposición del conjunto de especies de plantas y animales que la componen; esto es porque no todas las especies tienen la capacidad de recuperarse a una tasa tan alta como la de los pastos. Por esa recuperación de los pajonales, las cicatrices de los incendios de principio del invierno pasado, son difíciles de reconocer a campo hoy en día.
Diferente es lo que pasa en los bosques. Ellos, si bien se afectaron en menor proporción, se recuperan más lentamente, sobre todo en los casos donde la intensidad del fuego fue tal como para producir daños importantes o incluso la muerte de los árboles.
La altura del río como aporte de agua no ayuda tanto como la precipitación para que la vegetación se recupere. Aun así, que en nuestra zona el río supere los 3,5 metros permite el ingreso de agua a las islas, recupera los ambientes de laguna y sobre todo tiene un efecto muy importante en la reproducción de los peces.
-Teniendo en cuanta que los incendios tuvieron una mayor actividad por el contexto de bajante del río ¿Qué horizonte prevén para este año en cuanto a las quemas?
PA: -Durante el verano se fue desvaneciendo la sequía que había traído la Niña durante el invierno y primavera pasado. Vinieron las lluvias en toda la cuenca, eso aportó cierta recuperación de los caudales por lluvias en la cuenca alta, y de las reservas hídricas del suelo por lluvias locales. Este proceso en el mediano plazo, digamos próximo otoño/invierno, aparentemente va a ir debilitándose, siendo más probable un nuevo escenario de Niña débil o de año normal. Esto implica que entraremos al invierno con cierta humedad y biomasa, a lo que se le suma que no hay escenario de inundación que cubra al valle del Paraná, por eso sería de esperar un período de incendios "normal" en cuanto a recurrencias e intensidades. Pero seguramente con menor intensidad que la del año pasado.
-¿Cómo hay que pensar a la gestión de los incendios de islas?
PA: -La gestión de la problemática de los incendios en las islas debe ir por varios caminos. Una es saber que el paisaje de las islas en nuestra región está modelado en un 90 % por las inundaciones y los incendios; alterar cualquiera de esos factores modificará el paisaje de las islas de manera sustancial. El segundo punto es entender que el ambiente tiene capacidad de recuperarse ante estresores (incendio, inundación, diferentes usos, etc), entonces mantenerlos a los mismos dentro de cierto rango de intensidad "normal" ayudará a mantener el actual paisaje de islas. Y por último, pensando a largo plazo, hay que empezar a trabajar en estrategias que permitan crear pautas de manejo de disminución de biomasa que permita crear paisajes menos inflamables, conservando el ambiente con vegetación nativa y respetando los usos tradicionales.
Télam Al rescate. Los animales terrestres los más propensos a quedar atrapados por el fuego.
Al rescate. Los animales terrestres los más propensos a quedar atrapados por el fuego. Foto: Télam
Impacto en la fauna
-Respecto a la fauna que habitan los ecosistemas acuáticos ¿Hay alguna especie a la cuál el fuego daña más su hábitat?
Laura Sánchez (LS): -De alguna u otra forma, las especies que habitan en dichos ecosistemas serán alcanzadas por las consecuencias de estos cambios. De manera más directa se podrían perjudicar aquellas especies acuáticas que nidifican en la orilla de los cuerpos de agua, las cuales, según la estación en la que se produzca el incendio, podrían perder camadas completas de huevos (por ejemplo la tortuga Phrynops hilarii o el yacaré overo Caiman latirostris).
Si los focos alcanzan una alta intensidad se pueden llegar a quemar íntegramente las capas superiores del suelo, generando entonces un impacto importante sobre la fauna de suelo (mamíferos, reptiles y anfibios), en muchos casos no sólo por la quema directa sino también por acción del calor. Durante los incendios que tuvieron lugar en 2008 en la región del Delta del Paraná, investigadores de Buenos Aires pudieron constatar la presencia de ejemplares muertos de lobito de río y carpinchos, así como de ciervo de los pantanos, consecuencia de la dispersión del fuego. Este ha sido un hecho particularmente dramático debido al estatus de conservación de esta especie, considerada en peligro.
-¿Hay animales que vivan en zona de islas y que estén en peligro de extinción?
LS: -Entre los mamíferos podemos mencionar al ciervo de los pantanos (Blastocerus dichotomus), el cual se halla en la categoría "Vulnerable", y al lobito de río (Lontra longicaudis) considerado "Casi amenazado" según la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos. Asimismo, en la zona se encuentra el magnífico puma (Puma concolor) categorizado como de "Preocupación menor"; sin embargo al ser un animal emblemático, y por la escasez de registros, por ejemplo en Entre Ríos, bien se podría decir que a nivel de esta provincia estaría en un estado crítico de conservación.