¿La casa de Sor Josefa Díaz y Clucellas corre riesgo de derrumbe? Lejos de ser alarmistas, tras el desmoronamiento de una parte de la “Casa del Brigadier” en 2017, donde funcionaba el Archivo General de la Provincia, cabe la pregunta sobre la emblemática casa histórica santafesina, ubicada en San Luis y La Rioja. Es que hace más de dos décadas que el edificio patrimonial espera obras de restauración y puesta en valor. Pasaron gobiernos de distinto color político, tanto en la provincia como en la municipalidad, y ninguno hizo lo que la casa demanda, si la idea es que siga en pie.
Además de su ubicación frente al Palomar y de cara al antiguo Puerto, en esa vivienda residió Sor Josefa Díaz y Clucellas (Santa Fe, 13 de abril de 1852 - Villa del Rosario, 24 de septiembre de 1917 —65 años—). Pepa, para los suyos, fue considerada la primera pintora con firma del continente latinoamericano —pese a que paradójicamente no firmó muchas de sus obras—.
La antigua casa familiar era modesta, del suburbio, de la periferia de la ciudad. Y junto al resto conformaba un entorno urbano de la época en que la sociedad decidió entrar en la modernidad. Pasaron los años, pasó la modernidad y la arquitectura toda evolucionó. Así, cobró su valor histórico. Pero desde hace décadas, el paso del tiempo la viene degradando y no fue restaurada ni mantenida para su preservación.
La idea fue siempre restaurar la casa para el uso público. Pero durante una década la Municipalidad —que la tenía un comodato— no lo hizo. Entonces el anterior gobierno provincial del Frente Progresista rescindió el comodato, volvió a tomar posesión del inmueble y en 2018 elaboró un proyecto. Previo a ello se realizó un relevamiento técnico sobre su estructura, el que reveló un alto grado de deterioro y, en consecuencia, el riesgo edilicio por el abandono.
“Según nos informan los técnicos luego de la primera recorrida realizada recién, la parte antigua de la casa está al borde del colapso”, había advertido el por entonces secretario de Producciones, Industrias y Espacios Culturales de la provincia, Pedro Cantini, el día que reabrieron las puertas, en septiembre de 2018. “Uno no necesita ser ingeniero para tener cierto temor al ingresar y ver el estado de las vigas”, agregó aquel día, según publicó El Litoral.
Precisa un apuntalamiento
Fue la Dirección Provincial de Arquitectura e Ingeniería la que consideró necesaria la realización de tareas de conservación y estabilización previas al proyecto de recuperación y puesta en valor. Las mismas comprenden trabajos básicos de mantenimiento que van desde limpieza y desratización, hasta el apuntalamiento de muros en algunos sectores de la casa, se advirtió desde dicha dependencia.
El año pasado, en medio de la crisis económica que castigó al país y de la inflación, la provincia licitó las obras de apuntalamiento. Se colocaron cartelones de obra sobre la vereda. El mismo indica un “plazo de obra para la estabilización edilicia de 45 días calendario, a cargo del contratista Carlos Sonzogni”. Pero en el lugar no hay movimientos de obra.
El actual gobierno provincial justicialista heredó ahora este problema. Tanto en el área de Cultura como en el resto de las dependencias están pendientes de que la Legislatura declare la emergencia por ley para poder contar con fondos para solucionar éste y otros temas. La casa de Sor Josefa es un ítem más de una larga lista de problemas heredados, que tiene otras prioridades como por ejemplo el futuro laboral de trabajadores. “Estamos buscando financiamiento”, le dijo Leilén Bouchet, secretaria de Política e Innovación Sociocultural de la provincia, a El Litoral.
En 1998, la vieja casona fue declarada por ley Monumento Histórico Provincial, y en 2002, un decreto municipal la declaró edificio de interés cultural de la ciudad. Ambas normas establecieron que debía ser mantenida por su valor patrimonial.
En 2006, la provincia inició la expropiación del inmueble mediante una ley. La norma había establecido dos pagos a los herederos, pero la operación nunca se concretó. Y la Legislatura debió aprobar una prórroga del pago para que se cumpla con dicha expropiación. Tres años más tarde, en 2009, finalmente la provincia compró la antigua casa por un monto cercano a los $ 600 mil.
Una vez en manos del Estado, la provincia suscribió con el municipio un convenio de uso de la propiedad, y en 2011 se licitaron las obras de restauración y puesta en valor del edificio. Pero las ofertas fueron superiores al presupuesto y la restauración quedó trunca.
Mientras se avanzaba hacia un nuevo proceso licitatorio, la Municipalidad realizó algunas tareas por administración que incluyeron demoliciones de mamposterías y remociones, limpieza e hidrolavado de fachadas y reparación de muros. Los años siguieron pasando y la casa continuaba con su natural deterioro.
En un nuevo capítulo de esta historia, en 2013 todo hacía parecer que llegaría la restauración y puesta en valor definitiva. Pliegos al Concejo y nueva licitación, prevista para febrero de 2014. Ese proyecto contemplaba la instalación del Museo del Inmigrante y la concesión de una parte del edificio para la explotación de un emprendimiento privado compatible con ese espacio cultural. Pero la licitación quedó desierta. En paralelo, desde hace tres décadas la Asociación de Amigos de la Casa de Sor Josefa Díaz y Clucellas reclamaba por la casa.
En 2018 El Litoral publicó un artículo en el que hizo visible el estado de abandono de la casa. El tema volvió a la agenda pública. Y el gobierno provincial de entonces (Frente Progresista) rescindió el comodato con la municipalidad y volvió a tomar posesión del inmueble con la promesa de restaurarlo.
Luego de un relevamiento técnico de la estructura, que reveló un alto grado de deterioro, a principios de 2019 se licitaron las obras de estabilización edilicia. Se colocó el cartel de obra con un plazo de 45 días calendario. Pero la casa sigue sin movimientos internos ni presencia de obreros.
Pasan los años y la casa sigue abandonada, escondida ahora su fachada tras los cartelones de obra, con graves problemas para mantenerse en pie.