El riacho Santa Fe, un precioso y olvidado curso de agua por el que los antiguos buques de carga llegaban a vela a la ciudad
Son 12 kilómetros de agua serpenteantes, en paralelo a la ruta 168. Cuando se podía navegar en su totalidad, comunicaba Santa Fe con Paraná. Tiene una belleza única, a minutos del centro de la ciudad. Y atesora una rica historia.
El riacho Santa Fe, un precioso y olvidado curso de agua por el que los antiguos buques de carga llegaban a vela a la ciudad
Días atrás el riacho Santa Fe fue noticia debido a que los anfibios del Ejercito lograron retirar los grandes embalsados de vegetación acuática que se habían acumulado en su desembocadura sobre el río homónimo e impedían la navegación en dicho sector ubicado junto a la cabecera este del Puente Oroño.
Las tareas del Ejercito demandaron más de 20 días para quitar del lugar el embalsado por tramos que se desprendieron y viajaron luego aguas abajo por el río Santa Fe. Al liberar la desembocadura del riacho se permitió ahora la navegación aguas arriba. Pero sólo se puede llegar hasta la zona de La Guardia. Es que desde este punto en adelante -hacia el este- el riacho hace décadas que está tapiado por la vegetación y por la sedimentación que en algunos tramos literalmente secó su cauce.
De esta forma, el riacho es hoy navegable sólo en la zona comprendida entre La Guardia y su desembocadura, en el río Santa Fe. En dicho tramo el curso de agua recibe el abastecimiento desde la laguna Setúbal a través de los canales artificiales que pasan por debajo de los aliviadores ubicados sobre la ruta nacional 168, y son parte del sistema de drenaje y protección contra inundaciones de la ciudad.
Silueta. En la isla se dibuja el riacho seco. Fernando Nicola.
En esta zona hay vecinos de los barrios de La Guardia y La Vuelta del Paraguayo que navegan el riacho. También lo hacen quienes bajan sus embarcaciones desde una guardería náutica cercana al megamercado de barrio El Pozo y quienes practican remo en distintos botes que tienen sede en ese lugar, como también los de Regatas y Azopardo, entre otros. El riacho es seguro para este tipo de navegación porque está al resguardo de los fuertes vientos y no tiene tanto tráfico. Navegarlo a remo es disfrutar del contacto pleno con la naturaleza de la isla. La flora y fauna que contiene el riacho ubicado en la isla Sirgadero es muy rica. Está lleno de pájaros y peces.
Antes, sí
Lo que hace ya muchos años se dejó de hacer es la navegación comercial por la zona. Esto es debido a que el riacho ya no conecta más con el Paraná. Se tapió. Antes, cuando en el riacho Santa Fe se podía navegar hasta su embocadura -en el río Colastiné- era utilizado por embarcaciones de pasajeros y comerciales para conectar con Paraná. El viaje era a través del riacho primero, y luego por el Tiradero Viejo, que une el Colastiné con el Paraná.
Vista. Panorámica del riacho con el fondo de la ciudad fundada por Garay. Fernando Nicola.
La historia cuenta que a fines del siglo IXX, cuando el Canal de Acceso al Puerto desde el río Paraná no existía, veleros ultramarinos ingresaban a la ciudad a través del riacho Santa Fe para traer mercadería. Y cuando no había viento que los impulse eran remolcados por caballos desde ambas orillas mediante la sirga.
Uno de estos relatos es el que inmortalizó Lina Beck Bernard (1824-1888) en su libro “El río Paraná”, publicado primero en París en 1864 y, tras el hallazgo de la pieza de gran valor histórico, en Argentina en 1935. “Entramos a un brazo del río, separado del gran Paraná por unas encantadoras islas”, relata la autora en aquella joya literaria, sin saber que nombra por primera vez al riacho Santa Fe. “Las aguas son demasiado bajas para poder seguir avanzando -continúa-. Aprovechamos para visitar una isla encantadora a la derecha: es Rincón, que separa el Paraná de la laguna Grande del Salado (la Setúbal), un gran lago de entre quince y dieciocho leguas de largo y tan ancho que parece un mar”.
Beck Bernard cuenta como llegan por el riacho a la ciudad de Santa Fe ayudados por los sirgadores. “Estos especialistas tiran de los barcos tanto en el agua como sobre la tierra firme, guiando sus caballos o dejándolos buscar su camino al azar, entre los juncos y los camalotes de la orilla”.
Tapiada. Aquí nacía el riacho, sobre el río Colastiné; pero la sedimentación cegó su embocadura. Fernando Nicola.
Al navegar hoy el tramo del riacho hasta la zona de barrio El Pozo asoman las casas ribereñas en la orilla de La Vuelta del Paraguayo. Sus habitantes son gente de la isla, en su mayoría gente de oficios, pescadores y de changas. Beck Bernard había descripto en su libro a aquellos otros pobladores. ""Viven en las islas en pequeños ranchos construidos con barro y bambúes. Son indios mansos en su mayoría o negros, mulatos, cuarterones o pardos, de sangre más o menos mezclada", dice el relato. Hoy esas casas son de material y algunas tienen dos niveles. Pero la isla se sigue llenando de agua cuando crece el río y deben escapar a tierra segura.
Un cauce natural
“Los estudios geomorfológicos que he hecho en el riacho indican que es natural”, cuenta el geólogo Carlos Ramonell. El investigador de la Facultad de Ciencias Hídricas (FICH) de la UNL dice también que los primeros registros de su existencia datan de aproximadamente el año 1700 y dan cuenta de que tiene “una antigüedad milenaria”, por lo que no se descarta que “haya sido utilizado para la mudanza de Santa Fe la Vieja a su emplazamiento actual”.
Riacho. Un remero disfrutando de la navegación por el curso de agua, antes de atravesar el Puente Palito. Fernando Nicola.
Los estudios “también sugieren que el riacho Santa Fe tenía rasgos muy parecidos a lo que es hoy el arroyo Leyes”, cuenta el geólogo. “Un cauce pequeño transversal al escurrimiento natural del flujo, que con el paso del tiempo se va agrandando hasta adquirir una jerarquía importante, que inicia un proceso de sedimentación sobre la isla Sirgadero, como ocurre hoy con el Leyes en su desembocadura”.
Cuando el riacho era importante tenía “cauces menores distributarios sobre lo que es hoy la isla Sirgadero. Hoy son paleocauces”, describe Ramonell, es decir que fueron abandonados. “Ello está atestiguado en el registro del paisaje, a través de fotografías históricas. Se ven meandros abandonados, bancos de depositación en las márgenes convexas y otros rasgos”.
El puente sobre el riacho, a la altura de La Guardia, y los embalsados atascados. Fernando Nicola.
La lancha colectiva
Quienes peinan canas recuerdan la lancha colectiva -similar a las que se usan hoy en Tigre (BsAs)- y la balsa que unía Santa Fe con Paraná a través del riacho Santa Fe. El servicio que tenía atracadero junto al club Regatas empezó a funcionar el mismo año en que se inauguró el Puente Colgante, en 1928. Hay que mencionar que por entonces no existía el Túnel Subfluvial (inaugurado en 1969), por lo que la balsa era la manera más accesible para viajar a la vecina ciudad.
“El riacho Santa Fe también era la vía acuática más utilizada para el turismo, los paseos y las travesías de los navegantes hasta la ciudad de Paraná, y el paso obligado de las competencias de natación, remo, y de embarcaciones que realizaban travesías entre las dos ciudades”, recuerda un estudioso del tema, Hugo Bonomo, en un artículo publicado por El Litoral en 2021.
Postal. Una vista del riacho hacia Alto verde durante la bajante del año 1968. Archivo El Litoral.
Más tarde, allá por 1950, para reducir el tiempo de viaje el atracadero de la balsa se trasladó a la orilla de la boca del Tiradero Viejo, sobre el río Paraná, más precisamente en la isla Timbó. Entonces los viajeros iban por tierra a través de la actual ruta 168 hasta el lugar, a donde se embarcaban en la balsa hacia Paraná.
La mudanza del atracadero fue el segundo motivo por el cual se dejó de utilizar a diario el riacho Santa Fe como vía de comunicación. El primero nos remonta a unos 50 años antes, cuando a principios del siglo XX se abrió el Canal de Acceso al Puerto desde el río Paraná, por lo que mermó el uso intensivo del riacho, que pasó a ser una vía alternativa.
Embalsados. En distintos tramos está tapiado. Fernando Nicola.
Dicho abandono en el uso del riacho se debe también a que durante la segunda mitad del siglo pasado comenzó a formarse un gran banco de arena en la embocadura, sobre el río Colastiné. Más tarde sedimentó y fue colonizado por vegetación que la terminó tapando. “Esto es lo que muestran las imágenes satelitales históricas del siglo pasado que estudiamos, en las que se ve que ya no corría agua”, dice Ramonell.
Tres puentes lo atraviesan
Un tercer motivo por el que se dejó de utilizar el riacho Santa Fe fue la instalación de un tan pintoresco como desconocido puente corredizo (hoy es fijo) que lo atraviesa a la altura de La Guardia e impide la navegación. Dicho puente es parte de la infraestructura montada cuando entre los ‘80 y ‘90 se buscó acceder a través de la isla Sirgadero al desagote de residuos domiciliarios de la cloaca máxima de la ciudad ubicado sobre el río Colastiné, a espaldas de Alto Verde.
Equipo de remo del Colegio Nacional entrenando en el riacho Santa Fe con la chalupa de la Fragata Sarmiento. Archivo El Litoral.
En esa isla estaba proyectada además la construcción de una planta de tratamiento para los residuos cloacales de la ciudad. Pero la planta nunca se construyó, el puente hecho de durmientes y hierro quedó allí atravesando el riacho y por su escasa altura (el galibo) se acumularon embalsados que tapiaron el curso de agua, hoy impiden la navegación y por tramos ya sedimentaron. Entonces, el riacho Santa Fe está tapiado a la altura de La Guardia, seco más adelante y no se puede salir al Colastiné, ni llegar hasta Paraná.
En una de las cabeceras de dicho puente un cartel indica que el mismo “se coloca a las 7.30 y se retira a las 17.30 horas”, para permitir la navegación. Y agrega que “los días de lluvia o barro permanece cerrado”. Pero lo cierto es que ya no se retira, está fijo. Al otro lado está la isla Cañas, que es propiedad privada.
Cuando a fines del siglo pasado se construyó el megamercado de barrio El Pozo se proyectó un embarcadero sobre el riacho Santa Fe para abastecer de mercadería mediante la navegación fluvial. La idea era volver a darle vida al lugar. Reactivar la navegación. Pero ello nunca ocurrió.
Primer registro de la existencia del riacho, en un mapa de 1700, aproximadamente. Archivo.
Los otros dos puentes se encuentran uno pegado al otro, en la desembocadura del riacho: el antiguo Puente Palito, que es de madera y ya no se utiliza, y el Héroes de Malvinas, a través del cual se accede a la isla. La Municipalidad le pidió a la Provincia que retire del lugar los restos del Palito porque "actúa como tapón al acumular embalsados", explicó el director de Gestión de Riesgos, Luis Cabal. Además corre riesgo de que se siga cayendo por partes.
A fines de 2010, la Municipalidad de Santa Fe le pidió a la Universidad Nacional del Litoral que realice un estudio sobre la navegabilidad del riacho Santa Fe. Por entonces se firmó un convenio entre las partes para que los investigadores de la FICH UNL lleven a cabo el trabajo, que les demandó cinco meses.
El estudio estuvo a cargo del ingeniero Héctor Prendes. Se hizo un relevamiento topobatimétrico. El resultado indicó que para que el riacho vuelva a ser navegable era necesario abrir una nueva embocadura y realizar tareas de dragado, recuerda el especialista.
Puente. Esta estructura está montada sobre el riacho a la altura de La Guardia. Fernando Nicola.
Hubo un intento. Por aquellos años se abrió una nueva embocadura, pero no se le realizó el mantenimiento necesario, y al poco tiempo la sedimentación volvió a tapiarla.
Algunos todavía sueñan con volver a contar con el riacho Santa Fe como una vía navegable hacia el Paraná. También lo ven importante desde el punto de vista turístico. Pero aquel sueño parece hoy lejano o imposible; algo de otra época. Las tareas que se necesitan para hacerlo realidad y el elevado presupuesto a invertir no están en la agenda gubernamental. La navegación del riacho Santa Fe es historia.