Con lluvias intensas y crecidas de ríos, El Niño pondrá a prueba otra vez a Santa Fe
Las consecuencias de este fenómeno que podría llegar a fin de año son un aumento de las temperaturas y más precipitaciones. Expertos advierten a los gobiernos de todo el mundo que se preparen para mitigar sus efectos. ¿Cómo está la ciudad?
Según la Organización Meteorológica Mundial, El Niño afecta a las pautas meteorológicas y de las tormentas en distintas partes del mundo. Las alertas y la acciones tempranas son necesarias para salvar vidas y medios de subsistencia. Mauricio Garín / Archivo
Mientras la prolongada sequía que afectó al país los últimos 3 años queda atrás, se aproxima una situación climática contraria. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió en su último informe publicado en julio pasado que por primera vez en siete años imperan condiciones de El Niño. Esto implica un incremento de las temperaturas mundiales y, particularmente para el sur del continente americano (Argentina - Santa Fe), un aumento de las lluvias.
El informe fue acompañado con una advertencia del Secretario General de la OMM, Petteri Taalas: "El anuncio de que se está produciendo un episodio de El Niño es la manera de indicar a los gobiernos de todo el mundo que se preparen para limitar los efectos que este pueda tener para nuestra salud, nuestros ecosistemas y nuestras economías", afirmó. "Las alertas tempranas y las medidas preventivas para hacer frente a los episodios meteorológicos extremos asociados a este importante fenómeno climático son de suma importancia para salvar vidas y medios de subsistencia", añadió.
Las familias asentadas en zonas de reservorios o fuera del anillo de defensa corren riesgo de inundarse. Fernando Nicola / Archivo
La ciudad de Santa Fe ha sido víctima de fenómenos climáticos extremos varias veces en este siglo. La catastrófica inundación de 2003 por el ingreso del río Salado al área poblada y la que ocurrió 4 años después, cuando cayeron más de 400 mm. en pocos días. Después de estas dos experiencias la gestión de riesgo se tomó como política de Estado: se delimitaron áreas vulnerables que no podían ocuparse, se elaboraron protocolos de alerta temprana y contingencia, se incorporó la limpieza de canales y desagües como una tarea asidua y se destinaron inversiones para construir la infraestructura que mitigue los efectos de lluvias intensas. Hubo más inclemencias, como la de 2016, pero los daños a la población disminuyeron.
A las puertas de un nuevo período de El Niño, que por ahora sigue en fase neutra, el gobierno provincial apuró algunas licitaciones de obras atrasadas y anunció la creación de un Comité de Emergencia Preventivo, que deriva en ministerios, municipios y comunas la responsabilidad de proponer o elaborar las acciones estructurales y medidas no estructurales, definidas como inmediatas o indispensables para prevenir y mitigar sus posibles efectos.
Santa Fe tiene algunas características que la hacen particularmente vulnerable ante fenómenos como el que se pronostica para fines de este 2023. La principal es que está rodeada por dos grandes ríos: el Paraná, al este -con la Laguna Setúbal a orillas de su costanera-, y el Salado, al oeste. La crecida de los ríos y las lluvias intensas son las principales amenazas a la que está expuesta la ciudad, y el peor escenario es la conjugación de ambos fenómenos al mismo tiempo. El agua que las lluvias depositan en su interior van a demorar más en salir porque los ríos están cargados y las napas, altas.
Para gestionar estos riesgos la capital provincial cuenta con un complejo y costoso engranaje. El sistema de defensa está conformado por 66 km de terraplenes, más de 150 bombas (fijas, móviles y de reserva), 53 puntos de operación y bombeo, 250 hectáreas de reservorios y más de 10 estaciones meteorológicas para monitorear las condiciones climáticas. A esto se suma, una amplia red de desagües pluviales que recolectan el agua de lluvia para derivar en los reservorios y luego drenar a los cursos fluviales.
Atento a ello el gobierno municipal tiene tareas muy importantes y delicadas que atender en los próximos meses. Una de ellas es monitorear muy de cerca en qué condiciones está la red de desagües, tanto los entubados como los que son a cielo abierto. La otra es prever qué hará con los cientos de familias que durante y después de la pandemia se radicaron en áreas de riesgo hídrico, ampliando asentamientos ya existentes o creando nuevos. Si se inundan, deberá asistirlos mientras dure la emergencia, sea por crecida de ríos o por lluvias, o por ambos fenómenos. Y cuando todo finalice, ¿les dirá "listo, todo ha concluido, regresen a donde estaban antes"?. ¿O deberá ocuparse de darles una solución: tierra vacante a cota segura, escasa en Santa Fe, e incluso una vivienda, como ha sucedido muchas veces en el pasado? Estas decisiones le tocarán al gobierno vigente o al que asuma el 10 de diciembre, según cuando El Niño descargue su fuerza.
Respecto a la limpieza de conductos, la tarea es ardua. Durante los años de sequía se le restó un poco de importancia a una tarea clave, a juzgar por los datos visibles en las Cuentas de Inversión que elabora la gestión municipal y controla el Tribunal de Cuentas. No es más que una rendición de cuentas.
Un mes antes de las elecciones, en un debate tenso en el Concejo Municipal, la edila y ex precandidata a intendenta Adriana Molina expuso algunos números, y El Litoral lo reflejó.
En 2018, un año sin campaña electoral, se gastaron unos 16 millones de pesos para desobstruir desagües y otros 14 millones en limpieza de desagües a cielo abierto. Al año siguiente, la inversión fue un poco menor. Pero en 2022 se gastaron 22 millones. El bloque opositor calculó que con una inflación entre un año y otro del 500% se deberían haber destinado unos 80 millones de pesos.
Al revisar los gastos en estos ítems en las Cuentas de Inversión de años anteriores se observa también una baja inversión: 14 millones en 2020 y 19 millones en 2021, y cifras un poco superiores de desobstrucción de canales a cielo abierto. De lo invertido este año, no están los números aún.
La extensa red de desagües que está bajo las calles de la ciudad requiere un mantenimiento permanente, sin interrupciones, para evitar obstrucciones y que cuando llueve el agua corra con fluidez hacia los reservorios, donde hoy hay muchas familias asentadas, y luego drene hacia los cursos fluviales. La menor inversión ¿será una señal de que no están en buenas condiciones para afrontar las lluvias que posiblemente traerá el período Niño?
Con el resultado de las elecciones Paso, los meses que quedan por delante serán de transición entre dos gobiernos: el de Emilio Jatón que se va, y el del intendente que elijan los vecinos el 10 de septiembre. Que nadie se olvide que la gestión de riesgo debe ser una política de Estado en Santa Fe.
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