Un madero. Un navío antiguo. Un barco recostado sobre el fondo del río. Es un misterioso hallazgo. Porque, al parecer, no existen registros sobre su existencia. El barco emergió en estos días en el Dique II del Puerto de Santa Fe. Permaneció durante muchos años bajo el agua. Y con la bajante asomó su cubierta ladeada, entre los camalotes.
Como si se tratase de un verdadero atractivo turístico, el barco hundido en el puerto se encuentra justo frente al Mirador del Dique II. Quienes pasean por el lugar pueden avistarlo con claridad desde ese muelle, ubicado frente al pintoresco edificio Molino Marconetti, a donde hoy funciona el Liceo Municipal de Artes.
Desde allí se observan los restos de la nave de madera. Y las tortugas que se recuestan sobre cubierta a tomar sol. También hay grandes herrajes que antaño fueron máquinas del barco. Mientras que los camalotes y el resto de la vegetación natural del río dan marco a la escena que se embellece.
Y fue justamente esa vegetación la que en períodos de bajante pronunciada anteriores al actual impidió ver el barco recostado en la orilla. Los camalotes, juntos y otras especies lo taparon. Hasta que el viento los arrastró y apareció la nave a la vista de todos.
En el Museo del Puerto ubicado en el edificio principal del Ente hay mucha información sobre la historia náutica santafesina. Hay maquetas, réplicas de barcos, libros, objetos, historias. Muchas instituciones educativas lo visitan para aprender sobre el comercio marítimo, los navegantes de río y las historias de estas orillas. Pero nada se sabe sobre el misterioso barco. Por ello ahora buscan pistas para develar el misterio.
La Prefectura Naval Argentina de Santa Fe también está tras las pistas de la historia del barco aparecido. Los prefectos buscan datos precisos en sus registros.
Historia antigua
El Puerto de la ciudad tiene una rica historia. Como reza el título del libro publicado en 2003 por Gustavo Vittori, Santa Fe fue la “primera ciudad puerto de la Argentina”. Este puerto de ultramar inició sus operaciones en 1911. Y desde entonces amarraron un sin fin de buques y otras embarcaciones. Pero la actividad porturaria local se remonta incluso a la época de la colonización y de Santa Fe la Vieja.
El Dique II del Puerto ya no está operativo para la navegación comercial. Sobre sus orillas quedaron los restos de los antiguos muelles de madera a donde durante el siglo pasado estibaban mercaderías y granos. Al otro lado del dique están las amarras de veleros y servicios de guardería de lanchas. También está el hidrómetro que indica la altura del río Paraná en Santa Fe, que este jueves medía 1,02 metros, en descenso.
Muelle. Al fondo de la imagen se observa uno de los antiguos muelles de madera que eran usados para estibar estas embarcaciones durante el siglo pasado. Mauricio Garín.
La bajante histórica del río Paraná cursa su tercer año y puede ser considerada para algunos como la otra pandemia. El escaso nivel de uno de los ríos más poderosos del mundo impide en algunos casos la navegación comercial y recreativa. Además esa bajante transformó el ambiente natural. Se cegaron algunos cursos de agua, creció la vegetación, nacieron nuevos humedales en el Delta, como el de la laguna Setúbal.
Y también con la bajante aparecieron vestigios del pasado. Barcos hundidos, objetos, historias. Como la del barco que permaneció oculto durante tantos años en el Dique II, del que pareciera no haber registros.
Por el momento los curiosos pueden acercarse al Mirador del Dique II a ver el barco hundido. Más tarde o más temprano el río Paraná recuperará sus niveles habituales y se pondrá fin a esta bajante histórica. Con ello, éste y otros barcos que emergieron sobre sus aguas en los últimos años volverán a quedar sepultados entre limos y arcillas, ese particular color marrón al Paraná. Y con ello se ira también su historia, al olvido.