Lía Masjoan
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Belgrano Cargas cambió los horarios de salida y llegada de los trenes de carga desde su base operativa en Santa Fe, ubicada a algunas cuadras hacia el norte de la ex estación Belgrano. Lo habitual era escuchar las estruendosas bocinas por las noches, cuando el tránsito vehicular es menos intenso en las calles de la ciudad. Pero desde hace unas semanas, los trenes salen “a demanda”, es decir cuando los habilitan a partir con los vagones cargados de cereales hasta el puerto de Rosario o cuando, vacíos, marchan hacia el norte del país a buscar la carga. Y están atravesando zonas urbanas de la ciudad de día, unas dos o tres veces, con los riesgos que ello puede ocasionar. Por lo general, salen una vez a media mañana, otra a la siesta y la última, a la tardecita, pero sin horario fijo.
La decisión se tomó hace unos 20 días, luego de que durante la noche del 19 de mayo fuera robada una parte de las 600 toneladas de soja que trasladaba una formación, en el barrio Santa Rosa de Lima, tras hacerla descarrilar.
En la ciudad hay más de 30 pasos a nivel activos (Ver mapa). Pero ya ninguno cuenta con barreras ni con banderilleros fijos apostados en las garitas esperando la llegada del tren. Desde hace un tiempo, la metodología es un poco más precaria y peligrosa: cuando el tren está por ingresar a la ciudad, avisa vía celular a la central. De allí, parte una camioneta con varios hombres que van bajando en cada una de las intersecciones. No siempre se llegan a cubrir todas: entonces empieza una carrera de la camioneta para ganarle al tren, y es el mismo chofer el que baja a cerrar el paso a los automóviles.
El Ramal F1 la atraviesa de oeste a este, pasando por avenidas importantes y calles muy transitadas, como General Paz, 25 de Mayo, San Martín, San Jerónimo, López y Planes y Perón, entre tantas otras; todas a escasas tres o cuatro cuadras de bulevar. La Línea C, que va hacia el norte, tiene menos cruces pero también pasa por calles con alta circulación de automovilistas como Salvador del Carril, Ángel Cassanello, Av. General Paz, Galicia y Javier de la Rosa.
Señales deterioradas
En una recorrida por los pasos a nivel se detectó que las señales que deben indicar que por allí pasa un tren no están en las mejores condiciones. En muchos casos, la Cruz de San Andrés que obliga al “Pare. Escuche. Mire” está despintada, rota o tapada por los árboles. Es el caso de las intersecciones de las vías con, por ejemplo, calle Güemes, donde el cartel está roto. Junto a la vía vive María Guadalupe Britos, con su familia: “A veces hay una persona avisando, pero otras veces no hay nadie. Aunque siempre tocan bocina”.
Viviana López, otra vecina, dijo que cuando “viene el tren, los chicos saben y se meten adentro”. En 2010, muy cerca de allí, falleció una beba de un año y medio, al ser embestida por un tren.
El mal estado de las señales se observa también en Mitre, Las Heras, 25 de Mayo y avenida Perón.
En cambio, en otros casos, están en buen estado. Son las que están, por ejemplo, en intersecciones con avenidas, como General Paz y López y Planes, o en los nuevos pasos que abrió el municipio en los últimos años.