Por estos días de otoño cercano al invierno, la bronquiolitis ocupa el podio en la lista de enfermedades respiratorias que afectan a niños y niñas de corta edad. Le siguen los rinovirus y, mucho más atrás, los adenovirus.
Son esenciales las medidas de prevención y cuidado. En Santa Fe aún no faltaron camas pero sí pediatras, factor que complica la situación como en el resto del país.
Por estos días de otoño cercano al invierno, la bronquiolitis ocupa el podio en la lista de enfermedades respiratorias que afectan a niños y niñas de corta edad. Le siguen los rinovirus y, mucho más atrás, los adenovirus.
La bronquiolitis es causada por el virus sincicial respiratorio que produce una inflamación de los bronquiolos terminales y afecta, principalmente, a menores de 2 años. La principal manifestación es la agitación, tos, decaimiento y dificultad para alimentarse o dormir. "En las guardias es común ver a las madres y padres con niños que tienen mocos y tos pero presentan también alguna dificultad para respirar; se les hunden las costillas y tienen un 'aleteo' nasal", grafica la ministra de Salud de la provincia Sonia Martorano.
Se trata de una "enfermedad estacional que empieza a manifestarse en mayo, sigue en junio, aumenta en julio (para cuando se espera el pico de casos), continúa en agosto y empieza a descender hasta que en septiembre prácticamente desaparece", describió la ministra en diálogo con El Litoral.
Como afecta a menores de 2 años de edad es necesario estar alertas a los síntomas. Además de los ya mencionados, "hay dos indicadores a los que se debe prestar atención: si el bebé come y si duerme. Si come hacemos un tratamiento para aspirar los mocos, lo hidratamos, les hacemos los paf con broncodilatador, pero los controlamos en casa. Cuando come y no duerme empezamos a prestar más atención, pero cuando no come ni duerme, en general, es cuando tenemos que tenerlos internados. Son procesos de 5 a 7 días cuando lo que hacemos es disminuir la inflamación del bronquiolo terminal. Para eso se utilizan broncodilatadores".
Sin una vacuna que permita prevenir la enfermedad (ni jarabe o antibiótico para su tratamiento), cobran enorme relevancia las medidas de prevención. "Es necesario mantener la higiene de manos con lavado frecuente, y también del lugar donde el niño interactúa. En jardines y guarderías es donde generalmente se producen la mayor cantidad de contagios; por eso allí también hay que sostener estas medidas de higiene y mantener una buena ventilación porque el virus se adquiere por vías respiratorias".
También es importante el rol de la lactancia materna que, siempre que sea posible y no presente ninguna dificultad, protege al niño con los anticuerpos y defensas de la madre.
Pero hay otro elemento que, aún de manera indirecta, colabora en el buen estado de los niños, y es la vacunación antigripal.
Esta vacuna está indicada para chicos y chicas de 6 meses a dos años (además, para mayores de 67 y para personas de 2 a 65 con factores de riesgo), pero registra un bajo nivel de cobertura. "Creemos que la gente está cansada de la vacunación después de la pandemia y no quiere escuchar hablar de nada pero hay que tener en cuenta que el niño puede tener influenza y la vacuna, si bien no previene la bronquiolitis, permite reforzar su sistema inmune".
- ¿Por qué se registran tantos casos de bronquiolitis en este año en particular?
- En 2020 y 2021 no se registraron casos, y en 2022 fueron pocos. Lo que pasó fue una pandemia; estábamos en cuarentena y los chicos no iban al jardín ni socializaban. Claramente eso no fue bueno pero evitó que se propaguen las infecciones respiratorias, por lo que los chicos están, de algún modo, con menos defensas. Ahora estamos atravesando un brote más parecido y probablemente más importante que los previos a 2019.
- ¿Este brote está poniendo a prueba el sistema sanitario?
- Pudimos atravesar Covid que fue tremendo. Entonces, cuando tenemos un brote, es decir, muchos casos en poco tiempo, lo que más estresa es algo que ya está estresado que es el recurso humano. Venimos con el recurso humano cansado, agobiado, en algún punto hasta desencantado después de la pandemia. Es un recurso que durante el Covid se puso todo al hombro porque había que salir adelante. Ahora la pandemia pasó y el recurso humano está agobiado.
Hay momentos en que se tensionan las camas pero seguimos articulando público y privado, municipal y provincial. A veces hay que hacer un poco de ingeniería, derivar dentro de la región pero las camas las tenemos. Pero nos están faltando pediatras.
- Ese es el principal problema con una enfermedad que impacta en esa especialidad.
- Faltan pediatras, pero no solo acá. El hospital más grande en pediatría es el Sor María Ludovica de La Plata y allí están en una situación dramática con esperas de horas en las guardias por falta de recursos humanos. El Hospital Garrahan, con el que estuve comunicada, está atravesando lo mismo.
Tenemos 1600 pediatras en la provincia y, de ese total, unos 300 están haciendo guardias. Es un número acotado de profesionales y del total sólo una parte está en ese servicio.
Esta es una situación compleja y se va a seguir complejizando: hoy lo vamos a ir resolviendo pero veo un panorama complicado a 5 años.
- Mientras tanto, no hay vacuna para prevenir la bronquiolitis.
- No tenemos vacuna; en prematuros que salieron de Neonatología y presentan ciertas características utilizamos Palivizumab, un anticuerpo monoclonal que nos provee Nación y tiene indicaciones precisas en estos grupos.
Por eso, son importantes los cuidados que tienen que ver con medidas de higiene, ventilación y lavado frecuente de manos.
En chicos bien nutridos, vacunados y con los controles médicos, la enfermedad se transita sin mayores inconvenientes. La mayor vulnerabilidad la vemos en donde las condiciones socioeconómicas son más complejas, donde el nivel habitacional y la nutrición son precarios. Ahí es donde vemos los casos más complicados.
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