Domingo 16.7.2023
/Última actualización 23:14
La extensa sequía que vivió Santa Fe y la región desde finales de 2019 no solo afectó el nivel de ríos y lagunas. También el de su acuífero, el Puelche, una especie de gigantesco depósito de agua subterránea que corre muy lentamente por debajo de la ciudad, y de otras provincias. De origen geológico, se encuentra alojado a una profundidad que no supera los 50 metros en la región, en arenas fluviales que el Paraná depositó hace millones de años.
No se ve, pero se usa. Algunos vecinos lo hacen en forma directa cuando extraen agua con una bomba, por ejemplo. Pero es probable que todos lo hagan indirectamente al comer alimentos regados con este recurso alojado bajo tierra. Uno de sus usos más extendidos es la agricultura.
Además, puede ser un aliado para la gestión del riesgo hídrico si se cruzan los datos de su nivel con los que surgen de los monitoreos del Río Paraná y del Salado, y con las alertas meteorológicas, y así adelantar probabilidades de riesgo para distintos barrios de la ciudad.
Como se alimenta de las lluvias, su nivel bajó considerablemente en los últimos años producto de los más de 3 años de sequía. El monitoreo que cada mes hace la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la UNL registró un descenso de la profundidad del agua de entre 1,5 metros y 2,5 metros, confirmó a El Litoral la ingeniera en recursos hídricos Marta Paris, decana de la FICH.
Mediciones. En estos gráficos se puede observar el descenso de nivel tanto de las aguas superficiales del río Salado como de la Laguna Setúbal, y de las aguas subterráneas. Crédito: Gentileza FICH - UNLMediciones. En estos gráficos se puede observar el descenso de nivel tanto de las aguas superficiales del río Salado como de la Laguna Setúbal, y de las aguas subterráneas. Crédito: Gentileza FICH - UNLLa red de monitoreo se instaló en el año 2008 en 23 puntos de la ciudad de Santa Fe. Desde entonces, todos los meses un equipo de profesionales realiza las mediciones, lo que ha permitido conocer la dinámica de las aguas subterráneas (las del acuífero) en relación con las superficiales (de ríos y lagunas), y ver el ciclo hidrológico completo tanto en épocas de lluvias intensas como de sequías.
El acuífero es dinámico y está íntimamente ligado al régimen de lluvias. Aunque el descenso de su nivel no es visible, se siente, en especial donde no hay agua de red porque la gente lo usa para todo, en medio de urbanizaciones que han crecido a la par de los pozos de extracción. "Es como que a un mismo mate le pongas más bombillas, pero el termo es el mismo. El acuífero se va agotando si hay sobreexplotación. Se recupera cuando hay lluvias, pero en estos tres años la situación se complicó", aclaró la especialista.
A partir de este segundo semestre ya se anticipa una mayor presencia del fenómeno del Niño, en coincidencia con el período de lluvias de nuestra región, lo cual es señal de un aumento de las precipitaciones. Esto derivará en la recarga del acuífero, que es el ingreso de agua en el ambiente subterráneo, que lleva a la recuperación o ascenso de los niveles de agua.
Extracción sin control
Santa Fe está rodeada de ríos generosos y la gran mayoría de su población se abastece de ellos. Pero en muchas regiones donde esto no sucede los acuíferos sustentan el desarrollo económico y la vida porque son el recurso hídrico que tienen disponible.
"Es importante saber cuánta agua hay en el acuífero para saber cómo y cuánto sacar. Y muchas veces las extracciones no se hacen de manera controlada, directamente se hacen pozos y se saca agua".
En Argentina, la provincia de Mendoza es un buen ejemplo de uso controlado de sus aguas subterráneas: en algunos lugares hay zonas vedadas donde no se puede extraer y en otras se controlan los caudales que se extraen de manera directa o indirecta, con caudalímetros o a través del consumo eléctrico. "En nuestra provincia no se realiza este tipo de controles", advirtió Paris.
Cuidarlos para no contaminarlos
Conocer las fluctuaciones de los niveles de las aguas subterráneas de la ciudad permite anticipar posibles problemas. Por ejemplo, si pueden inundarse las construcciones subterráneas, como las cámaras de la Empresa Provincial de la Energía o los sótanos que tienen algunos hogares y organismos. Y en la situación contraria, en prolongados períodos secos, puede suceder -y de hecho ha sucedido- que algunas perforaciones dejen de extraer agua, un inconveniente para las familias que se abastecen exclusivamente por ese sistema.
En zonas sin red de agua ni de cloacas, como hay en Santa Fe en barrios populosos del norte o de La Costa, estas variaciones pueden influir en la calidad de lo que toman los vecinos ya que, si los niveles de agua subterránea ascienden, pueden tomar contacto directo con los pozos negros, y en consecuencia con nitratos y coliformes totales y fecales. "En períodos húmedos, por lluvias o por altura de los ríos, el nivel de la napa o del acuífero freático que es el más cercano a la superficie, sube y los líquidos cloacales empiezan a convivir con el agua que se extrae de los pozos de agua. Esa es una problemática que hay que considerar", explicó Paris.
Desde el año 2008 se mide el agua subterránea en 23 pozos distribuidos en distintos barrios de la ciudad de Santa Fe. Y brindó más ejemplos de cómo puede contaminarse un acuífero. "Un relleno sanitario o una cava donde se deposita basura, lixivian, es decir producen líquidos contaminantes que ingresan al ambiente subterráneo que es como una esponjita que la recibe o absorbe", graficó. Otro posible foco de contaminación del acuífero es la aplicación no controlada de agroquímicos que se utilizan en plantaciones y cultivos.
"Si nosotros no observamos las cuestiones que hacemos sobre el territorio lo vamos a deteriorar. Por eso es muy importante hacer controles de las aguas subterráneas, que muchas veces son olvidadas. Se considera que las redes de monitoreo son un gasto, pero son una inversión porque estás anticipando problemas que puede haber", sostuvo la especialista. El ordenamiento territorial también tiene que ver con lo que pasa en el subsuelo.
Por el momento, los investigadores de la FICH están trabajando en determinar lo que se llama "la línea base de calidad del agua subterránea" y la identificación de las fuentes potenciales de contaminación del agua subterránea, pero no han incluido aún las suficientes determinaciones químicas como para determinar variaciones en la calidad del agua. Los análisis son costosos, es necesario definir concretamente qué analizar en cada caso y requiere mayor dedicación (fundamentalmente en la toma de muestras, que no es una tarea menor).
Pero sí estudian su dinámica: el movimiento del agua y su relación con los cuerpos superficiales, la profundidad del nivel y la conductividad eléctrica como un indicador de salinidad total: "Si ha variado la salinidad, las sales del agua, puede ser un indicio de contaminación", apuntó Paris. Y ahí se encienden las alarmas.
"El santafesino tiene que ser consciente del acuífero que está bajo sus pies para protegerlo y para usarlo de manera medida y no contaminarlo", remarcó la decana de la FICH, quien repite una frase que "acuñamos todos los hidrogeólogos": Un acuífero contaminado es un acuífero condenado. "Porque si bien hay técnicas de remediación para descontaminarlo, son muy caras y fueron probadas en otros ambientes geológicos. Mientras el acuífero está contaminado no lo podemos usar. Bien vale la frase 'mejor prevenir que remediar', y que 'ojos que no ven, corazón que no siente' ya que al agua subterránea -a los acuíferos- no las vemos, pero las usamos, y como no las vemos creemos que no va a pasar nada con nuestras prácticas en el terreno".
La información difundida en este artículo se sustenta en el proyecto de Investigación de la UNL: Recarga de acuíferos en áreas urbanas. Origen e impactos en el agua subterránea en la ciudad de Santa Fe, Argentina, dirigido por la Dra. Mónica D´Elia y la co-dirección de la Dra. Marcela Pérez.
Para ampliar información se puede consultar el libro de Ediciones UNL 2021 "El río Paraná en su tramo medio: nuevas temáticas y enfoques para el desarrollo sostenible de un gran río de llanura".