Talleres para ir tachando los días en la cárcel y soñar con otra oportunidad
Muchas de las internas del Penal Correccional Nº 4 dicen que la única manera de sobrellevar una vida dentro de la cárcel es "manteniendo la cabeza ocupada". De ahí la explicación a por qué se suman a las diversas propuestas que se les ofrece. Desde el Servicio Penitenciario sostienen, en cambio, que la razón es formarlas para cuando estén afuera.
Talleres para ir tachando los días en la cárcel y soñar con otra oportunidad
"Aprendo este oficio porque las horas acá son interminables". "Pienso en el afuera y en qué voy a hacer cuando salga y creo que en este taller está la respuesta". "La verdad que lo único que busco es que pasen las horas. Una hora más es una hora menos acá adentro". "La clave para sobrellevar la vida detrás de las rejas es mantener la cabeza ocupada, por eso vengo". "Yo estoy porque me hace bien. Aprendí un montón de cosas".
En el Penal Correccional Nº 4 de la capital provincial, todas las internas tienen la posibilidad de trabajar y/o de participar de los talleres que ofrece. Quienes lo hacen, generalmente, son mujeres que ya aceptaron su condición de detenida y se adaptaron al sistema y entienden que es una manera de "mantener la cabeza ocupada en algo" y "una posible salida laboral para un futuro, muy lejano para muchas". Quienes no, y prefieren pasar las horas del día en el patio, se refugian en otras actividades, como la realización de coreografías de gimnasia guiadas por un personal del Servicio Penitenciario o simplemente en rondas de mate con otras compañeras.
Entre los talleres que se realizan en la cárcel figuran el de marroquinería, el de encuadernación y serigrafía, el de corte y confección y el de manualidades. También, uno de literatura, de calzado, de radio, de arte y de yoga. Además, tienen la posibilidad de estudiar y terminar la escuela primaria y el secundario o bien de seguir una carrera gracias a convenios con la UNL.
Aprender pensando en el afuera
Anahí Carbone es la encargada del taller de Manualidades, que se dicta de lunes a viernes por la mañana. Pertenece al Servicio Penitenciario y actualmente trabaja en la Unidad Correccional Nº 4. Explica que los talleres tienen la finalidad de que ellas puedan aprender un oficio para cuando salgan en libertad. Cuenta que por razones de espacio, no son grupos numerosos pero van rotando. También dice que no todo es trabajar: "A veces surgen temas y charlamos de eso".
La tallerista a cargo señala que todo lo que allí se hace, como cartucheras, almohadones, adornos para colgar, pantuflas, etcétera, es en serie y todas las internas participan del proceso. Mientras una corta, otra hilvana y otra cose, por ejemplo. La producción se acumula hasta que se realiza una feria en las inmediaciones del Centro Cívico y allí se ofrecen a la venta. También tienen salida en otras ferias, donde participa u organiza el Instituto Autárquico de Industrias Penitenciarias (Iapip).
Ninguno de los talleres es obligatorio. Todos son opcionales. Pero quien lo realiza percibe en forma de peculio una parte de la ganancia de la producción.
"Una vez que se vende lo producido, una parte se destina para la compra y reposición de materiales y otra parte se les da a las internas en forma de peculio (no es dinero físico sino ficticio con el cual pueden comprarse cosas personales o bien transferirlo a un familiar. En este caso sí es dinero físico)", explica Anahí Carbone sobre el funcionamiento de los talleres. Y aclara: "Toda la producción está inventariada, así que se lleva un estricto control de lo que se vende".
Las fechas especiales generan muchas expectativas porque es cuando más producen. Las más esperadas son el Día del Niño, el Día de la Madre y Navidad.
Mientras algunas se mantienen en silencio absoluto, otras internas optan por hablar y contar lo que hacen y cómo lo hacen.
"Tengo una condena de 8 años. Me la dieron en el marco de un juicio abreviado. Ya llevo 3. Y para quienes dicen que las cárceles no son lugares de recuperación yo quiero aportar que acá tuve la posibilidad de terminar la secundaria y ahora estoy por recibirme de bibliotecaria. A las oportunidades que no me dieron afuera las tuve acá. Ahora estoy en el taller de manualidades porque quiero aprovechar todo lo que me brinda la cárcel. Quien se lo propone sale siendo mejor persona de acá. Y a la que no le interesa sale igual o peor. Todas nos equivocamos, pero estamos purgando", dice Analía.
Mirna, otra interna que se está capacitando en armado de calzado, dice que asiste al taller porque lo ve como una salida laboral y también de la rutina de la vida en prisión. "Tengo 37 años y llevo acá 11. Entré a los 26. Era muy chica, sin conocimientos en muchas cosas. Por eso valoro el trabajo de las talleristas y poder estar acá participando. Yo acá en la cárcel terminé el secundario, hice talleres de diseño textil, bordado, computación, corte y confección… Creo que con estos talleres tenemos la posibilidad de nutrir nuestra persona", dice.
Mientras habla tiene una horma de un zapato N°38 en la mano. Es que, junto a otras internas, está aprendiendo a hacer alpargatas. "Lo primero es encintar la horma, arriba dibujás lo que querés, se le marcan los puntos salientes, y eso se lleva a una cartulina. Lo que sigue es pasar el molde a la tela y cortarla", explica.
Para este taller, que se desarrolla en el Penal desde hace dos años, a las internas se les entregaron carpetas que tienen que estudiar porque luego son evaluadas. "El año pasado hicimos pantuflas, Este 2022 alpargatas y el gran gran desafío que se viene para el año que viene es la confección de borceguís de cuero", adelantó.
Mientras la música sigue sonando en el patio, proveniente de un parlante que manejan ellas, en otra pieza funciona el taller de marroquinería. Allí están Micaela, Marta y Graciela manos a la obra. Hacen mochilas, bolsos materos, portatermos, pañaleros, perfumeros, bandejas de desayuno… todo lo que lleve cuero. A diferencia del taller de manualidades, acá lo que cada una empieza lo termina.
"Hace tres años que estoy. Me gusta porque es un entretenimiento. Me compre mis propias herramientas: sacabocado, trincheta, tijera… Obviamente las puedo usar mientras estoy en el taller", dice Marta desde una máquina de coser. Y agrega, sin percatarse que habla en pasado y no en este presente, "yo era costurera".
Y así, las internas que optan por capacitarse en algo, por aprender un oficio, pasan los días en prisión. Como los pasan quienes prefieren no hacer nada las 24 horas del día. Todas son presas. Todas están privadas de su libertad por matar, robar, abusar de menores, entre otros delitos. Son mujeres que están purgando una condena.
A las oportunidades que no me dieron afuera las tuve acá. Ahora estoy en el taller de manualidades porque quiero aprovechar todo lo que me brinda la cárcel. Quien se lo propone sale siendo mejor persona de acá. Y a la que no le interesa sale igual o peor. Todas nos equivocamos, pero estamos purgando.