Hallazgo paranormal: hace 32 años, se registraron "voces del más allá" en el Cementerio de Santa Fe
La investigación fue realizada en la noche del 5 de agosto de 1990: había sido autorizada por el entonces intendente Enrique Muttis. Consistió en la colocación de micrófonos y grabadores para detectar ondas sonoras en los panteones. Y hubo registros. El testimonio de alguien que participó de aquella experiencia.
Hallazgo paranormal: hace 32 años, se registraron "voces del más allá" en el Cementerio de Santa Fe
Durante la noche del día 5 y toda la madrugada del 6 de agosto de 1990, es decir hace exactamente 32 años, se realizó una investigación en la ciudad de Santa Fe de la que no hay antecedentes históricos. Un grupo de personas -previo permiso otorgado por el municipio local en ese entonces al frente del intendente Enrique Muttis-, realizó un estudio de psicofonía en el Cementerio Municipal de esta capital. Consistió en la colocación de micrófonos y grabadores en varios panteones: al terminar el experimento, se detectaron registros grabados de voces.
La Real Academia Española (RAE) define la psicofonía, dentro de la parapsicología, como "la grabación de sonidos atribuidos a espíritus o entidades del más allá". Hay muchas hipótesis respecto de esta disciplina: por ejemplo, que esos sonidos podrían responder a interferencias radioeléctricas, o que son generados por la propia sugestión y el subconsciente de las personas que realizan la actividad psicofónica. La primera teoría es la más popular (voces de muertos), y hasta ahora la ciencia positivista la ha descartado por considerarla "pseudocientífica".
Intentando superar este debate teórico, el hecho concreto es que la investigación en cuestión fue realizada aquel año en la ciudad por el Centro de Armonización Integral, y consistió en la colocación de instrumental de grabación magnetofónica (con casetes de cinta, tal la tecnología de la época) en panteones del Cementerio Municipal elegidos de forma aleatoria. El objetivo era detectar si se captaban registros sonoros en estas moradas finales.
El Litoral accedió al documento oficial donde consta que este experimento de psicofonía comenzó a las 23 horas del 5 de agosto de 1990 y terminó a las 5.30 horas del día siguiente. Un día después, el 7 de agosto, el Centro de Armonización Integral (dirigido por el Prof. Gustavo Fernández) remitió a la Dirección de Cementerios de la Municipalidad de Santa Fe la notificación donde se da constancia de que el estudio se realizó exitosamente. Se explica en ese acto administrativo que la actividad estuvo supervisada por un agente (Juan Massimino) y personal de Seguridad provincial.
En la notificación se extendía el agradecimiento por haber autorizado el estudio y se adelantaba que "en los próximos días se darían a conocer los resultados y conclusiones a los cuales se arribaron". La nota formal está dirigida al director del Cementerio Municipal de aquel entonces, Sr. Luis César Moyano (ver copia de la nota oficial aludida, que acompaña este artículo).
Con el paso de tantos años, se desconoce qué pasó con las cintas de lo que se grabó esa noche; si aún se conservan o fueron extraviadas o destruidas. Lo mismo respecto de las conclusiones por escrito. Pero este diario habló con una de las personas que participó de aquel estudio, Gabriel Piedrabuena, investigador en parapsicología. Piedrabuena admitió que se grabaron registros sonoros de sonidos y voces paranormales y dio su testimonio de lo que ocurrió esa noche en el Cementerio local.
La copia corrobora que la investigación fue realizada con éxito el 5 de agosto de 1990.
Breve reconstrucción
La noche del 5 de agosto de 1990 fue apacible. No había viento, apenas una brisa muy suave. Esa misma ventisca generaba leves movimientos en las plantas que crecen en los techos de los pabellones de nichos, y en las flores que se dejaban en las lápidas de los difuntos, otorgando cierto escenario espectral. Había una luna llena diáfana y luminosa.
Un rato antes de las 23.30, hora pautada para el inicio de la actividad de psicofonía, los integrantes del grupo asignados para el experimento ingresaron a la Necrópolis local por el área del Crematorio. Realizaron una breve caminata acompañados por el personal municipal que estaba en la vigilancia. Se acordó con los serenos del Cementerio que éstos permanecerían encerrados en sus oficinas, para no perturbar la experiencia que se estaba por realizar.
El investigador Gabriel Piedrabuena dio todos los detalles de la investigación de psicofonía de la cual participó hace poco más de tres décadas. Crédito: Juan Víttori
Respecto del instrumental a utilizar, el equipo llevó micrófonos y grabadores a tecla, con los casetes de cinta y dos lados (A y B), conocidos en aquella década por la vieja marca TDK. También se utilizó un grabador de cinta abierta (sin la carcasa plástica de los casetes). Los panteones en los que se colocaron los grabadores se tomaron al azar, de forma aleatoria. Cada persona del equipo se asignó a un panteón en particular.
Los grabadores se dejaron solos en los panteones. Cuando se estimaba que se había terminado el lado A (el cual duraba 30 minutos aproximadamente), las personas asignadas iban a darlos vuelta para que prosiga la grabación, cambiándolos al lado B. En tanto, mientras los grabadores estaban encendidos, el equipo se reunía en el Oratorio del Cementerio para hacer una invocación. Estas personas sabían lo que hacían, pues habían estudiado los fenómenos psicofónicos: todos los integrantes fueron seleccionados para el experimento.
"Fue algo inédito y tuvo lugar aquí, en el Cementerio Municipal -la entrevista se realizó frente al Oratorio de la Necrópolis- con autorización del intendente de ese entonces, el profesor Enrique Muttis. El hecho concreto es que ese 5 de agosto se realizó una experiencia de psicofonía con autorización del gobierno local. Las posibles hipótesis -sobre la veracidad empírica del estudio- quedan libradas a lo que quiera creer cada uno: aquí no hablamos de imponer una verdad", aclara Gabriel Piedrabuena, en diálogo con El Litoral.
El investigador relata lo que quizás fue el registro grabado de voz paranormal más claro y concreto de la investigación: "Uno de los integrantes del grupo, cuando va a retirar el casete del grabador, se encuentra con que en ese panteón, donde había una especie de subsuelo, había una rejilla. Cuando llega al grabador, esta persona ve, en esa rejilla, una luz blanca. Luego de debatirlo con el resto de los integrantes, concluimos que no pudo haber sido un reflejo lunar. Tampoco había un sistema de iluminación eléctrica en el subsuelo de ese panteón", añade Piedrabuena.
"Y cuando se procede a la escucha y desgrabación (con auriculares, porque no se puede perder ningún detalle) de todos los casetes, en uno se escucha una voz que dice tres veces: "Abajo, abajo, abajo", pero en tono de susurro. Ese registro pertenecía a ese panteón en el que uno de los integrantes del equipo vio esa extraña luz en la rejilla", precisa el investigador en parapsicología.
Este registro sonoro ("abajo, abajo, abajo") fue el fenómeno de psicofonía más claro del experimento. Y se tomó en el subsuelo del panteón donde apareció la luminosidad donde se grabó ese registro (El Litoral preserva el apellido de la familia del panteón). "En ese panteón se escucharon otros sonidos como murmullos, como si alguien estuviera pasando una tela por sobre el micrófono, incluso unos golpes", recuerda Piedrabuena.
Pero hubo otros extraños episodios que ocurrieron aquella noche. Piedrabuena escarba en su memoria y va encontrando elementos, como si abriera un cajón lleno de viejos recuerdos que, por algún motivo, deben permanecer ahí y ser contados: "Recuerdo que hubo dos integrantes del grupo que se ubicaron en un panteón determinado", cuenta, comenzando su relato.
"Ellos estaban en plena grabación y escucharon pasos que se acercaban, 'alguien' que se asoma, mira hacia un lado y otro, y sigue su camino. Se interpretó primero que era alguien del personal municipal, pero no: eso quedó totalmente descartado, porque cuando nos entrevistamos con el personal, nos dijeron: 'Nosotros nunca salimos de la oficina'".
De ese panteón, en la grabación se oyó primero lo que se denomina "ruido blanco" (sonido constante que es una suma de todas las frecuencias). "Pero de golpe surge un sonido como gutural, y luego como si alguien estuviera golpeando una madera. Fueron sólo 10 segundos. No pudimos después desentrañar de qué se trataba ese sonido tan repentino", narra Piedrabuena.
El equipo de El Litoral junto al entrevistado recorrió el sector de panteones donde se registraron, hace 32 años, grabaciones de sonidos paranormales. Crédito: Juan Víttori
Y hubo otro caso: "Una de las personas del equipo manifestó de repente una suerte de ataque asmático, y nos dijo que sentía que 'alguien o algo' invadía su cuerpo. A esa persona se la calmó con el transcurrir de los minutos. Pero fue una situación un poco extraña. Claro: aquella noche sentíamos un poco de temor. Pero teníamos muchas expectativas, porque estábamos preparados para realizar el trabajo, y también cierta ansiedad, porque pensábamos que luego, al oír las grabaciones, íbamos a obtener algo", confiesa el entrevistado.
El investigador sigue explicando por largo rato algunas definiciones parapsicológicas. La entrevista en el Cementerio va culminando, pero quedará al final una visita por aquellos panteones en los que un grupo de investigadores decididos al experimento, en una época donde la sociedad clausuraba -por costumbres y creencias religiosas- a este tipo de estudios que van más allá de lo real, lo físico y lo empírico.