Héroes anónimos, historias que están guardadas en el corazón de una comunidad, de un barrio y de una escuela. Recuerdos que valen la pena traerlos al presente para conocer la vida de un hombre que dio todo por un colegio.
Fue alumno, el primer abanderado y presidente de la cooperadora del colegio por medio siglo. Su incansable aporte fue reconocido en varias oportunidades y desde el Concejo en 1993 como ciudadano ilustre. La historia de un hombre que dio todo para mejorar la institución.
Héroes anónimos, historias que están guardadas en el corazón de una comunidad, de un barrio y de una escuela. Recuerdos que valen la pena traerlos al presente para conocer la vida de un hombre que dio todo por un colegio.
Como contó El Litoral en un reciente artículo, el Concejo Municipal de Santa Fe tiene la potestad de nombrar “Ciudadano Ilustre” a vecinos de la capital provincial que cumplan una serie de requisitos en el marco de su trayectoria profesional o en alguna actividad destacada en el ámbito local.
Esta primera entrega de “ilustres” está centrada en contar la historia de don Pascual De Gennaro, un santafesino oriundo de barrio Roma que dedicó buena parte de su vida a colaborar con la escuela n° 14 “Nicolás Avellaneda”, ubicada en ese sector de la ciudad.
Nacido en la capital santafesina el 20 de abril de 1907, De Gennaro concurrió a la escuela de su barrio. El colegio Avellaneda abrió sus puertas en 1913 en un inmueble sobre calle Tucumán y recién para el ‘41 se mudó a la actual ubicación de calle Santiago de Chile al 2900. Su buen desempeño y compañerismo llevó al pequeño Pascual a llevar la bandera cuando cursaba el cuarto grado. De adulto, formó familia, abrió un almacén en el barrio y también tuvo un reparto de leche. Además, cuentan sus conocidos que era un habilidoso carpintero.
En paralelo, este vecino tuvo una participación activa en la escuela que lo forjó. Fue presidente de la Asociación Cooperadora de la escuela n° 14 “Nicolás Avellaneda”, lugar donde trabajó unos 50 años. Por esa trayectoria fue elegido como “ilustre” en 1993.
Para conocer de primera mano la historia de don Pascual, El Litoral entrevistó a Patricia Pes, ex docente de la escuela Avellaneda. La pregunta se imponía “¿Cómo era él?” y la profesora comenzó: “Yo ingresé en 1987 y De Gennaro todavía estaba en actividad. Tenía su lugar en la planta alta, un cuartito chiquito donde guardaba todas sus herramientas y otros elementos que usaba para reparar. Vestía un delantal como de cuerina, si no usaba camisa y pantalón. Era característico en Pascual su bolsita”.
“Hacía de todo. Era ‘don Pascual se me rompió la persiana’, ‘don Pascual los bancos están rotos’ y así con cualquier inconveniente. Hasta antes de la inundación (N del R: hace referencia a la feroz crecida del río Salado en 2003) la huella de Pascual estaba en toda la escuela. Desde los carteles de las aulas, que los hacía artesanalmente, hasta los botiquines. También hizo armarios y juegos de muebles para los niños del preescolar. Donde vos mirabas, había cosas de él. Te encontrabas con Pascual por todos lados. Los chicos le decían ‘abuelito’ y él los adoraba. Nunca lo ví enojarse con un niño”, continuó Pes. Según el relato de la docente, De Gennaro hizo el cofre donde se guarda la primera bandera de la escuela, que él mismo llevó en los inicios de la institución.
—¿Es justo que haya sido reconocido como Ciudadano Ilustre?
— Sí. Porque fue presidente de la cooperadora y duró 50 años en el cargo. Primero porque es tan difícil que la gente se comprometa, en la época que sea y, segundo, por su permanencia durante tantos años. A donde iba, todo el mundo le abría la puerta; ministerios o a la Asociación de Cooperadores. Súper conocido en el área de Educación, si había que conseguir un subsidio para arreglar la escuela se lo pedíamos.
—¿Cuál fue su mayor logro para la escuela Avellaneda?
—Una antigua bibliotecaria de la escuela le dijo: ‘Pascual cada vez que queremos hacer un acto o alguna actividad el salón nos queda chico’. Entonces se puso en campaña. Le costó, no hay dudas, pero finalmente lo logró. Los chicos pudieron hacer educación física sin importar la lluvia y otras tantas actividades. El honor de él fue el tinglado del patio. También hay que destacar su última “obra”, una ventana para la biblioteca, porque no tenía buena ventilación y se sufría mucho en tiempos de calor. No era sencillo porque había que cambiar parte de la estructura de la escuela pero insistió tanto que se logró hacer una ventana con vista al Sur.
El valioso relato de la profesora Pes se completa con algunas anécdotas recogidas del libro “Centenario” editado por la Escuela Avellaneda en el marco de los 100 años del colegio. La publicación (2013) recoge testimonios de ex alumnos, docentes, directivos y trabajadores que forman parte de la comunidad educativa de esa institución. Todos coinciden en palabras de reconocimiento para De Gennaro. El propio Pascual tiene un capítulo dedicado a su labor.
“Lo de ese gimnasio fue una peregrinación. Por ahí venía medio cabizbajo, por ahí le salían las cosas un poco mejor. Hasta que consiguió que se construyera. Para ello se hicieron muchos beneficios. Además, había que contactar a mucha gente del gobierno para alcanzar eso, que fue su mayor logro”, contó Mirtha De Gennaro, hija de Pascual, en el citado libro.
En otro capítulo de la publicación, Ángel Savarino ex alumno y ex tesorero de la Cooperadora escolar recordó a De Gennaro al decir: “La honestidad de don Pascual era indiscutible. Por ejemplo, me traía los tickets y las facturas de lo que gastaba, y detrás anotaba para qué lo había usado. Tenía un salón especial, ‘la carpintería’ le decíamos. Venía, se ponía el delantal y empezaba a trabajar. Hacía de todo”.
“Nunca, al menos yo, supe muy bien qué era, ni qué hacía ahí adentro porque daba la sensación de ser todo y todos al mismo tiempo. Un ser omnisciente, un gran hermano, se diría hoy, que siempre estaba en la escuela haciendo cosas para ella”, fragmento de la participación de Diego Brienza, ex alumno del colegio Avellaneda en el libro.
La vocación, la entrega y la honestidad llevaron a De Gennaro a ser condecorado en varias oportunidades y por distintas instituciones. Según se destaca en el libro por el centenario de la escuela, al cooperador lo distinguieron en 1985 con el “Premio honor al mérito” otorgado por la Federación de Asociaciones Escolares Dpto. La Capital.
Un año más tarde la misma FAE lo condecoró por sus 40 años ininterrumpidos en la Cooperadora escolar de la escuela Avellaneda. En el ‘87 recibió la estatuilla “Zapata Gollán” por su labor en la comunidad santafesina.
En la década de 1990 llegaron los reconocimientos más trascendentes para don Pascual. En el ‘92 se cumplieron 70 años del acto en el que fue abanderado y se realizó un encuentro en la escuela con la presencia del gobernador Carlos Reutemann y el intendente Jorge Obeid. Un año más tarde, fue elegido como “ciudadano ilustre” de la ciudad de Santa Fe. En esa oportunidad, se le entregó un diploma en la Municipalidad, documento que permanece atesorado en el edificio escolar.
Don Pascual falleció el 22 de junio de 1997 a sus 90 años. Su legado quedó plasmado en las innumerables acciones que hizo por y para la escuela Avellaneda. Como se intentó recordar en este artículo, la huella de un vecino común que trabajó denodadamente para el porvenir del colegio que lo vio crecer.
El último homenaje que la centenaria institución le rindió al cooperador fue con la inauguración de un museo que lleva su nombre y guarda los trabajos de alumnos de la escuela desde el año 2015 en adelante.
Ese espacio fue habilitado en junio de 2017 en un acto que estuvo encabezado por el entonces gobernador Miguel Lifschitz, autoridades escolares y la comunidad del colegio.
En la oportunidad, el mandatario señaló: “Este homenaje no es habitual en las escuelas. No es común que se distinga con el recuerdo y la memoria a un cooperador, y con un museo construido entre los alumnos, docentes y vecinos del barrio. En don Pascual se reconoce a todos esos hombres y mujeres anónimos que establecen un lazo de servicio, vocación y amor con la escuela y los hace permanecer durante muchos años cumpliendo un rol, un trabajo de amor y de compromiso”.
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