Los problemas del tránsito no son exclusivos de la zona céntrica de la ciudad de Santa Fe. “El norte también existe”, reiteran hasta el cansancio los miles de vecinos que viven alejados de los bulevares.
En el norte de la capital provincial la intensidad del tráfico demanda soluciones para evitar atolladeros.
Los problemas del tránsito no son exclusivos de la zona céntrica de la ciudad de Santa Fe. “El norte también existe”, reiteran hasta el cansancio los miles de vecinos que viven alejados de los bulevares.
Uno de los tantos casos que marcan el ritmo de la vida de los populosos barrios del norte capitalino es lo que ocurre con calle Florencio Fernández, en el ingreso al vecindario Santa Rita.
Ocurre que una calle de dimensiones convencionales en la práctica es una avenida de doble mano, con estacionamientos en ambas veredas. El semáforo en la esquina con la avenida Blas Parera da paso al acceso a la barriada.
Inmediatamente detrás del corredor vial, renovado en 2016 con el Metrofe, se ubican una serie de locales comerciales de variada oferta, muchos dedicados a la venta de artículos de indumentaria.
De la vereda sur, se habilitó estacionamiento a 45°; algo que se imitó en la vereda norte en un improvisado espacio donde un terreno baldío sólo se muestra cerco perimetral.
Los embrollos en el tránsito lejos de solucionarse, se acrecientan a medida que se acerca a la iglesia que le da nombre al barrio. La doble circulación permitida, así lo indica la cartelería callejera, en un espacio que no es una avenida obliga a quien circula por Florencio Fernández a tener bien despiertos los sentidos.
El ir y venir de oeste a este y viceversa, sumado a los autos estacionados en ambas manos reduce al mínimo el lugar por donde circular. “No es la única calle donde ocurre esto”, aporta una vecina consultada.
Al poco espacio para circular, se le suman los pozos e imperfecciones en el pavimento. En los primeros 100 metros hacia el Este por F. Fernández aparecen los primeros baches. En la intersección con Pío Pandolfo las roturas se hacen sentir, obligan a esquivarlas y disminuir la marcha.
Algo similar ocurre en la esquina de la iglesia, cuando F. Fernández se cruza con Chiclana. Desniveles y grietas menores complican la transitabilidad en la zona.
Volviendo a P. Pandolfo, calle que corre de norte a sur (y viceversa), cabe señalar que también se destacan roturas y falencias en la cinta asfáltica. Tal es así que hay tramos que directamente los vecinos lo ignoran y buscan el mejor lugar para transitar, aunque muchas veces sea de la mano contraria.
100 metros hacia el norte, se encuentra la calle Cogorno, que ingresa sólo 400 metros hacia el Este, donde se topa con Carrasco, en un descampado. Ocurre que de esas cuatro cuadras, apenas una, la primera ingresando por Blas Parera, tiene el 100% del asfalto.
Desde P. Pandolfo hacia el cruce con Carrasco, sólo la mitad de Cogorno tiene pavimento transitable; se trata de la mano sur. Para fortuna de los vecinos, ese tramo permite un acceso sin demasiados inconvenientes hasta el centro de salud privado que se emplaza en la zona.
“Toda la vida esa calle (por Cogorno) quedó mitad y mitad”, cerró la vecina consultada sobre el estado de las calles y el tránsito en este populoso sector de la capital santafesina.
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