De la Redacción de El Litoral
Ruidos molestos, hechos de violencia y venta de droga son algunos de los inconvenientes que denuncian los vecinos. Se realizará una reunión para intentar ordenar el uso del espacio público.
De la Redacción de El Litoral
area@ellitoral.com La convivencia entre los vecinos de Candioti Sur y la actividad en el skate park del paseo Rosalía de Castro, no puede ser peor. Desde que se inauguró la obra en abril del año pasado, ejecutada mediante la modalidad de presupuesto participativo, en varias oportunidades denunciaron ruidos molestos hasta la madrugada, hechos de violencia e inseguridad y pintadas en las casas de la zona. “Esto se desmadró”, afirmó Elsa Fernández, presidente de la vecinal Candioti Sud. El último hecho de violencia, que motivó la convocatoria a una reunión la semana que viene, ocurrió el pasado fin de semana. Según comentaron algunos vecinos, era la madrugada del domingo cuando se seguía escuchando música a muy alto volumen, que salía de un auto estacionado sobre el espacio público. Ante el reiterado requerimiento de que bajen el sonido, por parte de la gente que pretendía descansar, los sujetos que estaban en el auto arrojaron botellas de cerveza contra la ventana de una vivienda. Si bien los hechos denunciados ocurren en el parque, la vecinalista aclaró que no son los skaters quienes generan los inconvenientes. Incluso aclaró que es muy evidente quién utiliza el lugar, según los horarios. “Ellos —por los skaters— hacen su deporte y a nosotros no nos molesta. Hasta las 23 andan en las patinetas o bicicletas, en el verano un poco más tarde. Hasta las 3 va otra gente y después es tierra de nadie, van al lugar a utilizarlo como un espacio público, que es lo que es y cometen excesos, que ya no podemos seguir tolerando”, remarcó Fernández. La vecinalista, notablemente afectada por la situación también mencionó que es habitual que los frentes de las viviendas sean utilizados como “baños públicos” o sentir “oleadas de olor a marihuana que es lo de menos”, pero lo que despierta la preocupación del barrio es que el parque “se haya convertido en un kiosco de venta de droga”. Por una solución La última vez que El Litoral publicó una nota sobre el mismo problema, fue en febrero de este año. Desde entonces, la vecinal solicitó que la Municipalidad intervenga para buscar una solución que no llegó. Los vecinos incluso afirman que ya no llaman al 911 cuando ocurren los hechos descriptos “porque no hay respuesta eficaz”, dijo Elsa Fernández. Como una posible medida, las autoridades de la vecinal pensaron en redactar una especie de código de convivencia para el skate park, convocando a las distintas partes involucradas pero consideran que, al tratarse de un espacio público es de difícil aplicación. “Tampoco podemos pensar en cercar el lugar o poner una persona que custodie las 24 horas. Hoy ya tenemos miedo de que ocurra un hecho policial grave. La Municipalidad nos dijo que iba a enviar a la Guardia de Seguridad Institucional para que patrulle pero no tuvo efecto evidentemente”, comentó la vecinalista. En la reunión esperan poder contar con la presencia de funcionarios municipales, de la Defensoría del Pueblo y de los mismos skaters “para encontrar una solución, para que unos puedan divertirse sanamente y otros recuperen la paz y la seguridad”.