El Litoral
area@ellitoral
Se trata de un fenómeno natural que se hace más visible en esta época del año. Es producto de los sedimentos de limos y arcillas que llegan al río Paraná principalmente desde el Bermejo. Se ve mejor frente a los elevadores de granos del puerto.
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¿Por qué el río se divide en dos tonos, uno más claro y otro más oscuro? Hace un año, El Litoral publicó la explicación de este fenómeno natural que se puede observar en diferentes momentos del año desde las costas de la ciudad, pero que se hace más visible en verano. Se trata de la presencia de sedimentos como limos o arcillas que viajan por el río. Así fue determinado por un equipo de especialistas de la Facultad de Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral (Fich UNL).
En estos días se pueden apreciar con claridad esos dos tonos. El fenómeno puede verse en diferentes tramos del río, desde la orilla de la ciudad. Este viernes, por ejemplo, en la zona de la laguna Setúbal sólo se veía en un tramo. Pero en la zona del puerto era mucho más evidente. Es que allí confluyen las aguas del Paraná que llegan al río Santa Fe —es un afluente— desde la Setúbal, con las que llegan por el Canal de Acceso.
Cómo se produce
El río Paraná contiene finos sedimentos que viajan suspendidos por la turbulencia del flujo. Limos y arcillas navegan fundidos con la vegetación y fauna, desde su naciente al norte, hasta su desembocadura en el Río de la Plata.
Ese particular color marrón del Paraná tiene diferentes tonalidades, más claras o más oscuras, que a su vez cambian a la vista a cada hora del día, cuando el sol le otorga brillo u opacidad. El fenómeno de los dos tonos se puede comenzar a ver en Santa Fe en diciembre y enero, pero es ahora, en febrero y marzo, cuando más se evidencia. Se trata de una notoria bitonalidad del agua, que la divide con una línea que lo serpentea y es fácilmente perceptible. El fenómeno se puede ver desde la orilla o a bordo de cualquier embarcación, pero es mucho más notorio desde la altura, ya sea desde un edificio, mediante el uso de un dron o en una fotografía aérea o satelital.
A los especialistas no les llama la atención que estos sedimentos lleguen al Paraná desde Los Andes. Es que el agua de las lluvias de esa zona cordillerana fluye por ríos que forman parte de la enorme cuenca del Paraná (tiene 2,6 millones de km2), principalmente “con aportes directos como el río Bermejo”, señaló el investigador del la Fich, Carlos Ramonell. Y es de esta forma como luego de viajar varios kilómetros al Este terminan en el Paraná, río por el cual llegan a Santa Fe a través del arroyo Leyes y los numerosos brazos que tiene su delta.
La influencia de los aportes sedimentarios del Bermejo en la coloración de las aguas del Paraná aguas abajo de la confluencia con el Paraguay “es un fenómeno bien conocido ya desde principios del siglo pasado, e investigadores locales como Drago y Amsler del Inali-Conicet realizaron mediciones de la variabilidad de estos aportes, los cuales se expresan como concentraciones de sedimento fino (en miligramos) por litro de agua”, explicó a El Litoral Ramonell, en un artículo publicado el año pasado.
De acuerdo a lo determinado por esos investigadores, en los meses de verano y otoño, cuando los aportes del Bermejo son más notables debido a las lluvias ocurridas en su cuenca alta, “el promedio de concentraciones de sedimentos suspendidos en el cauce principal es mayor al resto del año, y del orden de los 250 mg/litro (el cauce principal suele llevar normalmente de 10 a 20 millones de litros de agua en un segundo, y con ella 2,5 a 5 toneladas de limos y arcillas por cada segundo en cualquier lugar en que se lo cruce)”, finalizó.