Hace 18 años una camioneta cayó al río y murieron 5 de los 7 ocupantes. La tragedia ocurrió cuando se desmoronó un tramo de la ruta a Paraná. La erosión avanzaba, el río ya se había tragado un oratorio, por qué no se cortó el tránsito.
Con "el diario del lunes", todo indica que la tragedia ocurrida el jueves 6 de febrero de 2003 sobre la ruta nacional 168 pudo evitarse. Aquel día una camioneta con siete ocupantes cayó al río Paraná. Cinco de ellos perdieron la vida. Tres eran niños y niñas.
Poco después de las 20, la camioneta regresaba a Paraná con sus siete ocupantes tras un día de pesca, y dos horas antes la erosión del río se había tragado unos 100 metros de ruta. Los retenes policiales se apostaron a 200 metros. Los pescadores nunca se enteraron de lo que ocurría. Y sucedió el desenlace fatal. ¿Pudo evitarse?
La respuesta a priori es que sí. El río Paraná había puesto en jaque desde hacía varios años dicho tramo de la ruta nacional 168, cercano al viejo atracadero de la balsa, 1 kilómetro antes del acceso al túnel subfluvial. Una crónica de El Litoral publicada el 13 de enero de 1991 dio cuenta del hundimiento de un oratorio de la Virgen de Guadalupe, de unos cinco metros, cercano al punto donde 12 años más tarde el río se tragaría 100 metros de ruta, y la camioneta.
Pero ese no es el único antecedente ni el más cercano en el tiempo. Con la construcción del túnel subfluvial, en 1968, el Paraná cambió su comportamiento en la zona. El movimiento de suelos sumergidos que demandó aquella obra y el dragado provocaron un corrimiento del cauce principal del imponente río que, desde entonces, comenzó a erosionar la costa santafesina y un tiempo después puso en jaque a la traza de la ruta 168.
En 1974 la erosión se llevó primero el viejo atracadero de la balsa. El río siguió erosionando la costa santafesina. Y en un intento de frenarlo, en 1989 Vialidad Nacional pretendió construir un espigón, pero la fuerza de la sudestada impidió continuar con las obras. Fue un fracaso.
"Un poder implacable" tituló este diario el 17 de mayo de 1999, en una investigación periodística que mostraba lo previsible de lo que finalmente ocurrió. A partir de las obras del túnel "se habría producido un desplazamiento del canal más profundo del río que actualmente se encuentra a escasos metros de la orilla -y de la ruta- y que llega a tener en la zona hasta 30 metros de profundidad", dice la crónica de la época. Aquel día además se clausuró un tramo de la 168 y el diario daba cuenta de que ya estaba lista una vía alternativa.
Luis Cetraro/Archivo El Litoral Erosión. El avance del Paraná sobre la ribera santafesina, a la altura del acceso al túnel subfluvial, en 2003.
Erosión. El avance del Paraná sobre la ribera santafesina, a la altura del acceso al túnel subfluvial, en 2003.Foto: Luis Cetraro/Archivo El Litoral
Así las cosas, en 1990 comenzó a tramitarse la ejecución de una nueva traza de la ruta 168, tierra adentro, es decir, más lejos de la costa. Un año después ocurrió lo antes mencionado, con el oratorio de la Virgen. Recién en 1993 se comienza a construir la nueva traza. Y un año más tarde el Ente del túnel construyó una doble calzada en el acceso.
¿Por qué se siguió usando la vieja ruta y no se clausuró? Disputas políticas y jurisdiccionales, y la falta de financiación "embarraron la cancha". Las decisiones se fueron postergando. Mientras tanto el río continuaba devorando la orilla y ya estaba a 7 metros de la ruta 168. Hasta aquel fatídico jueves 6 de febrero de 2003. Hubo de ocurrir la tragedia de la camioneta para que la vieja traza de la ruta se deje de transitar.
Hoy la bajante histórica del río Paraná dejó al descubierto la desidia. Los restos del oratorio, que están balizados para evitar nuevos accidentes con las embarcaciones, y la asombrosa aparición de los restos de la camioneta, de la que no se tenían noticias desde aquel trágico atardecer de verano, en 2003.