Desde hace unos días, llama la atención a los ojos de los peatones cómo desconocidos dejaron la fachada blanca de una Iglesia Ortodoxa ubicada en la esquina de Alvear y Maipú. Quedó hecha literalmente un desastre, con grafitis y pintadas con frases que, encima, se ufanan de ser “graciosas”.
A este hecho de vandalismo se suman otros dos, que ocurrieron semanas atrás. Desconocidos atentaron contra una ermita (santuario) de la Virgen de Santa Fe, ubicada en Pedro Vittori y Domingo Silva. La incendiaron y destrozaron la imagen, cuyas partes quedaron desparramadas en el suelo.
“Nadie a quien rezarle”. En Pedro Vittori y Domingo Silva, así está hoy el santuario. Lo incendiaron y destrozaron la imagen religiosa. Crédito: Manuel Fabatía
Independientemente de cuál sea el credo agredido, frente a estos ataques (que pueden ser intencionales o “por diversión”), lo importante a tener en cuenta es que cada uno de estos actos “ofenden la fe de las personas. Parece algo menor, pero es una suerte de invasión a la privacidad en la creencia religiosa individual, íntima de una persona”, le dice a El Litoral al Prof. Mónica Levrino, referente de la Mesa de Diálogo Interreligioso y de Cultura de Paz de Santa Fe.
El caso de la iglesia
La iglesia vandalizada en el barrio Candioti Norte es la Católica Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía. “Nos comunicamos con el párroco. Estaba preocupado, porque siempre ‘agarran’ a ese lugar para grafitear. Nos pusimos a su disposición para ayudarle (desde la Mesa Interreligiosa) a pintar la fachada y dejarla en condiciones”, comentó Levrino. Y si un vecino ve que la están pintando, que por favor haga la denuncia, pidió.
La fachada de la iglesia, con grafitis y frases que, encima, se ufanan de ser “graciosas”. Crédito: Manuel Fabatía
“Es una cuestión de respeto hacia cualquier religión, independientemente de qué credo se trate. No se puede convivir en armonía si no se respetan los derechos de los otros, incluso de los que no creen en ninguna corriente religiosa”, insistió la referente.
“Bullying religioso”
Levrino dio su reflexión a propósito de la necesidad del respeto y la tolerancia (más aún donde cunden épocas de discursos de odio, de “haters” en las redes sociales y de “grietas políticas”. Y para ello citó una frase del Papa Francisco, aún no siendo ella católica, ya que profesa su fe en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
“‘La paz exige que se reconozca universalmente la libertad religiosa’, dijo Francisco. Y hoy hablamos de una pintada en la fachada de una iglesia, o de la vandalización de una ermita; pero luego eso se convierte, muchas veces, en una persecución de las personas que profesan públicamente su fe. Esto es grave. Y además, el bullying religioso en las escuelas y otros espacios sociales existe, lo vemos a diario”, advirtió.
Las religiones no son un problema: “Los distintos credos, y en esto insistimos mucho desde la Mesa de Diálogo Interreligioso, tienen la misión de buscar convivencias armoniosas entre las comunidades. El camino para lograr esa meta no es ir de noche a vandalizar con pintadas la fachada de una iglesia”, enfatizó.
El ritual
“Un católico, por ejemplo, que va a una ermita a rezar porque cree en la Virgen, al verla destruida o vandalizada lo siente como un ataque a sí mismo. Algo muy similar para en todas los credos religiosos. Entonces, es necesario que se cuiden todos los lugares sagrados”, resaltó.
Ese santuario sagrado convoca a un creyente a una oración en pedido o en agradecimiento a esa imagen del cual es devoto. Y ese acto, que tiene mucho de ritual espiritualmente íntimo, en soledad, también es a veces colectivo, comunitario.
“Madre, cúbrenos con tu manto”. Sólo quedó el ruego escrito en la ermita de la Virgen del Rosario. Crédito: Manuel Fabatía
En este último aspecto, Levrino contó una anécdota: “Conozco un grupo de alumnas que son devotas de la ermita que está al lado de la comisaría de Facundo Zuviría. Son mujeres que se congregan, con un horario acordado, y en un determinado momento van a rezarle a la Virgen. Para ellas, es un lugar de contención espiritual, pero lo hace en forma compartida. Y es muy importante para ellas”.
Por último, la referente concluyó: “Los espacios sagrados para los creyentes son lugares que congregan, ayudan, sostienen y contienen, en la oración y en la fe. Debemos cuidarlos, por respeto a los otros. Y a los vecinos, si ven que algunos de estos lugares están siendo ultrajados, que denuncien por las vías correspondientes”.