Gastón Neffen
Como el humedal de Campo Andino quedó sin agua por la sequía, los flamencos rosados volaron hasta la laguna del camping municipal de esta localidad.
Gastón Neffen
gneffen@ellitoral.com
Los flamencos australes hicieron famoso un humedal de Campo Andino entre los observadores de aves y amantes de la naturaleza, que entre mayo y agosto puede concentrar más de 4.000 ejemplares de un ave muy fotogénica y que se mueve con delicadeza y elegancia. El problema es que la sequía lo convirtió en un desierto agrietado y salado —al menos hasta que las lluvias lo “recarguen”—, y los pájaros se dispersaron por las lagunas cercanas.
Uno de los lugares que eligieron para “aterrizar” es Laguna Paiva, en el balneario municipal que está a pocos kilómetros de esta localidad. Esta semana, El Litoral los fotografió junto a otras hermosas especies, como la espátula rosada, los teros reales y distintas variedades de playeritos.
“La verdad es que la falta de agua en las lagunas los dispersó. En un viaje a Mar Chiquita, un grupo de observadores vio flamencos en el agua que se acumula en las cunetas de la ruta, una situación que no es frecuente”, le contó a El Litoral Gaspar Borra, integrante del Centro de Observadores de Aves (COA) de Santa Fe de Aves Argentinas.
Hasta hace un tiempo, los observadores de aves solían detectar a los flamencos en el otoño y el invierno, en las lagunas salinas que están al norte de la ciudad. Se explicaba que venían a pasar los meses más fríos al Litoral y la región central del país porque en la Rioja, Catamarca y Salta —entre otras provincias— las lagunas de la cordillera se congelaban por el frío extremo. Pero en los últimos meses se han encontrado flamencos también en diciembre, enero y ahora hay muchos a principios de abril, lo que lleva a pensar —aunque todavía faltan más observaciones para confirmarlo— en una población más permanente de la especie en la zona.
El veterinario y ornitólogo Martín De la Peña —autor del libro Aves Argentinas— le explicó a El Litoral porque vienen a lagunas saladas como la de Paiva y Campo Andino. “Aquí encuentran los microorganismos que sacan del lodo, al removerlo con las patas. En el pico tienen unas laminillas que les permiten filtrar el barro para obtener sus alimentos”, precisó.
Las colonias de nidificación —donde arman los nidos y colocan los huevos— están en las lagunas de la cordillera y también en Mar Chiquita. “La especie era muy frecuente en Melincué, pero cuando creció la laguna desaparecieron los islotes en los que bajaban”, recordó De la Peña. En el sur de Santa Fe, el ornitólogo también los observó en las lagunas que están cerca de Rufino y San Eduardo.
El viaje de 50 kilómetros al balneario de Laguna Paiva vale la pena. En es un humedal diferente, lleno de caracoles y conchillas —que recuerdan al mar—, y diferentes tipos de vegetación acuática. Hay muchas especies de aves, no solo flamencos, y también infraestructura (asadores, juegos infantiles y baños) para los que quieran quedarse a pasar el día.
Para hacer buenas fotos —como las hermosas imágenes que hizo Mauricio Garín para esta nota— es importante contar con un zoom potente para la cámara porque cuando uno se acerca los pájaros levantan vuelo, todo un espectáculo cuando la escala de la bandada es importante.
Los binoculares también hacen una enorme diferencia para mirar un “show” que se suele ver en todo su esplendor —también hay que tener algo de suerte— bien temprano a la mañana o a última hora de la tarde.
También es interesante hacer los 20 kilómetros que separan el balneario de Paiva de Campo Andino. La laguna que solía llenarse de flamencos —y que está divida al medio por un camino rural transitable— parece un salar de un lado y un desierto del otro.
¿Los cazan?
“Sí. Hay pavos que les disparan. Encima es un ave que vuela bajo y despacio. La verdad, es matar por matar”, se indignó De la Peña.
Está prohibido hacerlo. Borra recordó que en el Departamento La Capital —lo mismo que en los Departamentos Rosario y San Lorenzo— no está permitida la caza. “Les suelen disparar a los cisnes coscoroba —lo que tampoco se puede hacer en esta zona— y como suelen estar cerca también matan a los flamencos, que está considerada una especie vulnerable”, advirtió.
Pablo Capovilla, también observador de aves e integrante del Museo de Ciencias Naturales de San Cristóbal, cree que en cada una de esta notas hay que “aprovechar y pedir que cuiden estos lugares y su fauna, que está protegida por ley”, y generar conciencia sobre la importancia de conservar esta biodiversidad.
Es el eje para cambiar “la gomera” —que luego puede ser la mira de la escopeta— por los binoculares y la cámara fotográfica, y descubrir un mundo que fascina a millones de personas en todo el mundo (en la provincia hay más de 380 especies de aves).
Los flamencos rosados ahora en Laguna Paiva