"Estudio Derecho para cambiar la Justicia argentina"
Gabriela Speiky está privada de la libertad desde noviembre de 2018. Fue condenada a 17 años de prisión. Es una de las internas que más busca la soledad y el silencio. En la cárcel, elige los espacios de estudio.
Gabriela Speiky, de Rosario, fue condenada a 17 años de prisión en 2018 y desde entonces pasa los días en la Unidad Correccional N° 4 de la capital provincial.Crédito: Fernando Nicola
En el piso superior del Penal Correccional N°4 se localizan, además de los pabellones más numerosos, un sector especial que cuenta con un aula donde las internas tienen la posibilidad de seguir sus estudios primarios y secundarios, una sala con computadoras para acceder a las carreras a distancia que ofrece la Universidad Nacional del Litoral -solamente es en ese momento que las internas tienen acceso a internet y siempre bajo control- y una biblioteca. Como a todos los sectores del penal, allí se puede ingresar atravesando una puerta de barrotes de hierro cuya llave posee únicamente una guardiacárcel.
Este sector especial es el preferido de Gabriela Speiky, una interna condenada a 17 años de prisión por abusar de su propia hija.
Gabriela pasa la mayor parte de las horas del día en este sector. Lejos del ruido del patio, se refugia en el silencio de las aulas y prefiere estudiar y leer libros. Por eso es usual encontrarla allí todas las mañanas bajo una autorización que, por su comportamiento, le es concedida.
Aunque nunca ejerció, Speiky es Trabajadora Social. Tiene 48 años y es oriunda de la ciudad de Rosario. Desde una silla y una mesa típica de escuela primaria, cuenta que actualmente está estudiando en simultáneo dos carreras a distancia: Previsión Social y Derecho.
"Estudio previsión social porque siempre tuve contacto con la gente adulta y cuando salga de acá quisiera ayudarla. Y Derecho porque quiero cambiar la Justicia Argentina".
-Explicanos esto de querer cambiar la Justicia Argentina. ¿A qué te referís?
-A que tiene que investigar bien las causas antes de juzgar. Tiene muchas falencias. Y mi caso lo demuestra.
En la cárcel, las internas tienen acceso a una biblioteca que lleva el nombre de la gran escritora y multifacética María Elena Walsh. Crédito: Flavio Raina.
-¿Por qué?, se le preguntó a la interna siempre bajo la condición de que si no quería responder estaba en todo su derecho.
-Porque se me acusó de abusar de mi hija. A mí, siendo mujer. Diecisiete años me dieron, siendo que a la nena nunca se le hizo una cámara Gesell y una junta médica dijo que por mi personalidad yo nunca podría haber hecho una cosa así. Y eso no se tuvo en cuenta en la sentencia.
Yo no soy inocente, pero tampoco hice lo que se me acusa. No merecía 17 años. Por eso estudio Derecho.
-Decís que no sos inocente...
-Exacto. No lo soy porque los videos existieron. Mi error fue no saber poner límites y permitirle todo a mi hija. No supe asumir mi rol de adulta responsable ni darme cuenta que estaba mal lo que hacíamos. Nosotras teníamos por costumbre filmarnos sin ropa, bailar y besarnos. Era un juego. Yo tenía unas esposas de cuero y las usábamos. Nos matábamos de risa haciendo eso. Eran videos nuestros, que nadie tendría que haber visto jamás. Estando acá, luego de hablarlo con las psicólogas, entendí que estaba mal. Ellas dijeron que quizás incidió lo que pasó conmigo de niña y jamás había contado, que fui abusada sexualmente por un vecino con el que me dejaban a cargo. Pero mi hija no fue violada, y a eso lo dijeron los médicos.
Fue de un abrir y cerrar de ojos, que la vida de Gabriela Speiky cambió por completo: por error, envió tres de esos videos junto a su hija, incluyendo el último que hizo, a un grupo de WhatsApp de política donde militaba. Y eso derivó en todo lo que vino después.
"Después de 20 años de matrimonio estaba separada y, junto a mi hija, vivía con mi papá. Una mañana nos vinieron a buscar. A mi me llevaron en un patrullero y a mi hija en otro, porque mi padre no estaba. Ese fue el último día que la vi", cuenta.
Muchas internas logran terminar la escuela primaria y el secundario en la cárcel. Allí funciona un aula donde se dictan clases a diario. Crédito: Flavio Raina
Actualmente la única visita que recibe esta mujer de 48 años es la de su hermana, que asiste al penal una vez al mes. Por ella sabe que su hija está a cargo del su ex marido, o sea de su padre.
Gabriela Speiky no es de las internas más sociables del penal. Prefiere la soledad. Dice que aunque convive, le cuesta adaptarse con las internas más chicas. "Yo prefiero entablar charlas con señoras más grandes. Siempre fui así", dice.
La entrevista llega a su fin. Gabriela se despide y dice que debe seguir estudiando. Lo hace, como todos los días, en un silencio absoluto, dentro de un aula donde se encuentra ella sola.
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.