Una de las novedades del verano en Santa Fe fue ver crecer el río Paraná luego de haber tocado niveles cercanos al cero en el puerto local. El 16 de enero la altura fue de 33 centímetros. Un mes más tarde, alcanzó los dos metros.
Continúa el descenso en los principales puertos de la región. En la Setúbal lograron “liberar” un pilote afectado por el embalsado.
Una de las novedades del verano en Santa Fe fue ver crecer el río Paraná luego de haber tocado niveles cercanos al cero en el puerto local. El 16 de enero la altura fue de 33 centímetros. Un mes más tarde, alcanzó los dos metros.
Con el correr de las semanas, el río continuó en ascenso y alcanzó los cuatro metros, un nivel que no tocaba desde hacía bastante tiempo (2019). Tras marcar 4,11 mts en abril, comenzó un lento pero sostenido descenso.
A inicios de mayo, el Paraná volvió a medir tres metros y medio y se amecetó en valores cercanos a esa cifra.
Este viernes, el Instituto Nacional del Agua (INA) actualizó sus reportes semanales vinculados a los comportamientos de los ríos argentinos.
En lo que refiere al Paraná, el organismo espera que retome la tendencia a la baja y perfore el piso de tres metros en el puerto santafesino.
Para el 23 de mayo se estima una altura de 3,14 mts en el puerto santafesino. Ese mismo día, en Rosario se aguarda una altura de 3,11 mts.
Mientras que para el 30 de mayo, el río bajaría a 2,73 mts en el puerto de la capital provincial, en tanto en Rosario llegaría a 2,69 mts.
En otro informe publicado el 10 de mayo, el INA remarca: “Durante los primeros días del mes de abril, en Santa Fé/Paraná y las secciones inferiores del tramo medio se observó la culminación del tránsito de onda precedente, para luego descender y volver a ascender en respuesta al nuevo pulso en desarrollo. Consecuentemente, se observa un nivel oscilante en pico, indicando la culminación. Se prevé que inicie un descenso gradual, durante los próximos días.”
En lo que respecta al gran embalsado atascado en la Laguna Setúbal de Santa Fe, en las últimas horas, personal del Ejército logró “liberar” uno de los pilotes y ampliaron la brecha para pasar entre la vegetación.
Cabe recordar que a mediados de marzo, la “pared verde” terminó de tapiar el espejo de agua santafesino e impidió la normal navegación hasta el fin de semana del 13 y 14 de mayo.
Desde entonces, se planteó la polémica para ver quién retiraba la vegetación. Sin respuestas oficiales, un grupo de navegantes se autoconvocó en la Setúbal y a machetazos limpios intentaron abrir paso, pero no lo consiguieron.
Fue entonces que se armaron reuniones entre gobiernos locales, provinciales, personal de Prefectura y del Ejército donde se acordó que el Cuerpo Pontoneros encararía la tarea. Los trabajos comenzaron el 3 de mayo y avanzaban a buen ritmo.
La pared verde está compuesta principalmente por dos especies de canutillos, camalotes y catay. Así lo explicó la ingeniera en Recursos Hídricos Aylén Carrasco en una reciente entrevista con El Litoral.
“La mayoría son canutillos que crecen en las márgenes de los cauces secundarios del sistema fluvial del río Paraná. En sus sistemas naturales puede llegar a tener hasta 14 metros de largo y ocupar, en los cauces naturales, hasta dos metros de profundidad”, dijo la especialista.
Y agregó: “Como no están en su hábitat natural, están flotando con la corriente, la planta se ha ido entrelazando con otra vegetación que viene viajando con ella. Por ello se ha hecho este embalsado denso, un entramado muy cerrado. Estamos monitoreando la vegetación, haciendo los cálculos para poder saber cuál es el peso de esa gran masa de vegetación que está instalada ahora”.