A fines de octubre comenzó el proceso de creciente del río Paraná y está a la vista de los santafesinos cómo cambió el paisaje ribereño de la capital provincial y las localidades costeras.
Assa trabaja a diario para remover la vegetación en la captación de la Toma Hernández. Había sectores de la ciudad con poca presión.
A fines de octubre comenzó el proceso de creciente del río Paraná y está a la vista de los santafesinos cómo cambió el paisaje ribereño de la capital provincial y las localidades costeras.
La crecida comenzó a tener las primeras consecuencias en la región. A los problemas registrados en San Javier, en los barrios costeros capitalinos (La Vuelta del Paraguayo y Alto Verde), y en un basural en Rincón; ahora también había inconvenientes en la captación de agua para el consumo.
Los afamados embalsados, que en el otoño bloquearon la navegación en la Laguna Setúbal, ahora se convirtieron en un dolor de cabeza para el sistema de captación de agua de Assa. Sobre esta situación, El Litoral dialogó con Guillermo Lanfranco, relaciones institucionales de la empresa.
“Es un algún punto inusual porque en los últimos tres años con la bajante nunca habíamos registrado este tipo de problemas. Una hipótesis que manejamos es que está inusual cantidad tiene que ver con lo que se acumuló estos años de vegetación que no se movía. De golpe se movió todo”, arrancó.
Y sumó: “El tamaño de los embalsados son impresionante. Además, hay que tener en cuenta que uno ve la superficie y otro lo que navega por debajo. El camalote se va renovando y quedan restos que afectan principalmente a la Toma Hernández”.
—¿Qué tipo de trabajos están haciendo?
—Estamos haciendo un despeje por dos vías. Por un lado, tres lanchas que van cortando y arrastrando los camalotes para que se lo lleve la correntada. Por otro lado, con buzos, que serruchan el entramado vegetal bajo la superficie y hacen el mismo trabajo de despeje.
—¿Hay alguna manera de “proteger” la toma de agua?
—Estamos viendo si se puede instalar una barrera que los desvíe. Pero no es sencillo porque la velocidad aumenta la masa, podemos poner esa barrera y si no está bien afianzada se la puede llevar.
—¿En la toma de agua de Colastiné existe este problema?
—No tiene la misma afectación que esta. Hoy por hoy sostenemos lo que podemos del servicio más con (la toma de) Colastiné que con la toma del río Santa Fe.
—¿Qué grado de afectación de servicio provoca esta situación?
—Es variable. Este martes por la mañana teníamos casi un 40 por ciento menos de captación en total. La baja presión se nota en toda la ciudad, sobre todo en los extremos del sistema (sur y norte).
El problema de esta mañana se produjo sobre la madrugada, por eso vamos a poner una vigía. El equipo de limpieza trabaja de 7 a 19 horas. Entonces, pondremos un sereno para activar la emergencia si hay que despejar.
A mediano plazo
Con el río alto, está asegurada la presencia de vegetación. Ante este panorama, Lanfranco aseguró: “Nosotros creemos que siempre la primera ola hasta el pico es donde se libera mayor cantidad de camalotes. Después disminuiría y llegaría en menor escala”.
Como adelantó El Litoral, el sábado al mediodía el hidrómetro del puerto local marcó un nivel superior a los cinco metros. 5,04 mts fue la medida que informó Prefectura Naval Argentina el 2 de diciembre.
Para este lunes, la altura ya era de 5,21 mts y se acercaba al nivel de alerta para Santa Fe, que es 5,30 mts.
Como se dijo, este repunte se da en el marco de la llegada del fenómeno de El Niño. Las lluvias en el sur de Brasil y el noreste argentino, sobre todo en Corrientes, hacen crecer al río.
Para el 27 de octubre, midió tres metros en el puerto de Santa Fe. El 14 de noviembre llegó a los cuatro metros. Y lo dicho, este sábado 2 de diciembre superó los cinco metros. Cabe recordar que la altura más baja del 2023 se dio el 16 de noviembre, cuando midió 33 centímetros.
En una entrevista realizada en abril a una ingeniera en Recursos Hídricos Aylén Carrasco se explicó qué especies componen un embalsado. La especialista remarcó: “Tiene principalmente canutillo, dos especies, camalotes y catay”.
“La mayoría son canutillos que crecen en las márgenes de los cauces secundarios del sistema fluvial del río Paraná. En sus sistemas naturales puede llegar a tener hasta 14 metros de largo y ocupar, en los cauces naturales, hasta dos metros de profundidad”, detalló la ingeniera.
Y cerró: “Como no están en su hábitat natural, están flotando con la corriente, la planta se ha ido entrelazando con otra vegetación que viene viajando con ella. Por ello se ha hecho este embalsado denso, un entramado muy cerrado. Estamos monitoreando la vegetación, haciendo los cálculos para poder saber cuál es el peso de esa gran masa de vegetación que está instalada ahora”.