Una vez completada esta primera etapa, que según la empresa prestataria del servicio público, demandaría entre cuatro y seis semanas, se planificará la segunda etapa. Esa instancia tendrá como objetivo la intervención hidráulica para reparar la cloaca máxima.
Grúas
Desde Assa explicaron que para llevar adelante las tareas iniciadas este martes, se posicionaron dos grúas de gran porte en dos frentes consecutivos, con el material recibido y acopiado en el obrador la semana anterior.
“Los mismos están a cargo de una empresa especializada en este tipo de trabajos de la ciudad de Buenos Aires, única en sus servicios para grandes obras”, indicaron desde la empresa. Las tareas se iniciaron en la mano Norte, lo que requirió un corte de tránsito.
En ese sentido, Assa indicó que posteriormente “las grúas se reubicarán y se posicionarán sobre la mano Sur para completar todo el perímetro y darle firmeza estructural. En este último aspecto, se rellenarán los espacios exteriores de dicho perímetro”.
Una vez completada esa instancia, los operarios realizarán la demolición controlada del pavimento de hormigón y su extracción de la zona de trabajo.
Al respecto, detallaron que a partir de entonces, se despejará cualquier obstáculo en el conducto cloacal general.
“Una vez que se logren estas condiciones se definirá la metodología y alcance de la rehabilitación o renovación del conducto involucrado”, adujeron desde Assa y no dieron tiempos de la reparación y cierre del pavimento.
Tareas previas
Para concretar estos trabajos previamente se realizaron distintas tareas de verificación y estudios en el terreno con diferentes instrumentos y modalidades.
“Se verificaron in situ las instalaciones subterráneas de otros servicios. En este sentido, se concretó el desvío de un cable de media tensión ejecutado en forma coordinada con la Empresa Provincial de Energía”, explicaron desde Assa.
Peligro socavón
Este socavón es el más reciente de los varios que tiene a lo largo de su traza el corredor de bulevar (Gálvez y Pellegrini). A estos, deben sumarse los hundimientos de la esquina de la cancha de Unión y en la sede de la vecinal Mariano Comas, respectivamente.
Desde entonces, la zona quedó vallada y el tránsito cortado. Una de las principales consecuencias, además de las vinculadas a la circulación vehicular, fue la caída en las ventas en los comercios de la zona.
Así lo reveló El Litoral en un informe publicado a principios de mayo, a un mes del hundimiento. "En estos días hubo que pagar sueldos y tuve que hacer malabares para cumplir con las obligaciones. La gente busca otra opción más fácil porque no solo no pueden entrar, sino que alrededor no hay posibilidades para estacionar", detalló un comerciante consultado.