Gastón Neffen
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Fue parte de un puente ferroviario, luego de una confitería e incluso de una aerosilla, pero ahora hay escombros, mucha suciedad y faltan ladrillos en la base.
Gastón Neffen
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Los que tengan más de 40 años recordarán que hace 25 años se podía bailar en la laguna Setúbal, con la brisa nocturna en la frente y hasta la salida del sol en Puerto de Palos, un boliche legendario que funcionó entre 1970 y 1995. En el 2000, el sector se reconvirtió en una plataforma que sobre todo usan los pescadores, pero ahora está en muy malas condiciones.
El repliegue de la crecida dejó muchos camalotes secos y basura en todo el sector, como sucede también en el Paseo de Los Pescadores. Sin embargo, el problemas más importante es que en la base del pilar que sostenía la confitería hay enormes huecos en los que faltan ladrillos, que quedaron tirados sobre la protección flexible de la defensa.
Se puede entrar dentro del pilar por los huecos. Hay grafitis, muchos agujeros en la losa y también es probable que haya dormido gente.
En la plataforma, arriba, hay mucha suciedad —pescados, restos de carnada— y faltan las tapas de la mayoría de las columnas. También hay grafitis y se “salieron” algunas maderas en la pasarela que conecta el espacio con la vereda de la Costanera Oeste.
A los problemas de mantenimiento, hay que sumar que en los últimos años no se ha encontrado un proyecto viable —en articulación pública - privada— para darle un futuro a un espacio que hoy solo es nostalgia.
Durante los últimos años, se pensó en hacer un puente peatonal y para bicicletas —para conectar las dos costaneras—, aprovechar los pilares del viejo puente ferroviario como fuentes y hasta circuló la idea de construir un centro comercial vidriado y moderno a lo ancho de la Setúbal, pero hasta ahora los proyectos quedaron en la nada.
En los próximos meses, en el marco de una batimetría que va a encargar el municipio a la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (Fich) para estudiar cómo quedó la protección flexible de la Costanera Oeste luego de la crecida, también se va a analizar el estado de la estructura de la vieja confitería. Se lo confirmó a El Litoral, Ricardo Alcaraz, secretario de Obras Públicas de la Municipalidad.
El estudio no va a resolver la falta de horizonte de uno de los mejores miradores de amaneceres que tiene la ciudad, pero al menos servirá para saber si hay riesgos estructurales.
De puente a boliche
Hace tres años, dos periodistas de El Litoral (Mónica Ritacca y María Víttori) contaron en “Crónicas de Barrio” la historia de este estratégico lugar de barrio Siete Jefes:
— El puente ferroviario sobre la laguna Setúbal, que llegaba a Colastiné y Rincón, se terminó de construir en 1934. Diez años más tarde fue desmantelado y llevado a Mendoza.
— El 25 de diciembre de 1968 se puso en funcionamiento la Confitería Ike’s, emplazada en el primer pilar del ex puente del ferrocarril. Dos años más tarde cambió su nombre a Puerto de Palos, identificación que mantuvo desde fines de 1970 hasta 1995. Ese año no se renovó el permiso municipal y cerró.
— En 1980, los pilotes de cemento fueron la base para montar una aerosilla que conectaba la costanera con el complejo Piedras Blancas, que estaba en frente. Funcionó hasta la creciente de 1982- 1983.