Raquel Forner: entre la tragedia humana y la odisea espacial
Desde sus primeros pasos Forner utilizó su pincel como herramienta para transmitir el drama humano y el sufrimiento de los desprotegidos. En otra etapa de su carrera, se sumergió en el cosmos, creando una mitología de seres astrales.
“El drama”, 1942, de Raquel Forner. Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
“Necesito que mi pintura sea un eco dramático del momento que vivo”. Aunque Raquel Forner afirmó esto en 1938, cuando todavía no había cumplido 40 años, podría decirse que esta premisa aplica a toda su producción artística, que atravesó varios períodos, estilos y soportes.
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Nacida en Buenos Aires en 1902 a los doce años viajó a España (lugar de sus orígenes ancestrales) y allí apareció su vocación. Ya de vuelta en Buenos Aires, tal como indican los datos biográficos sobre su persona contenidos en la página web del Centro Cultural Recoleta, se formó en la Academia Nacional de Bellas Artes. En 1924 intervino en el Salón Nacional y obtuvo un premio. Dos años después hizo lo propio en el Primer Salón Universitario de La Plata, destinado a difundir el arte argentino en ciudades europeas.
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Luciana García Belbey en El ojo del arte señala que la obra de Raquel Forner “está tempranamente vinculada a los lenguajes del arte moderno. De allí que su pintura, ya para esta época, apele a la simplificación y la estructuración geométrica de las formas, por lo que es incluida por la crítica del momento (y a posteriori) dentro de las corrientes renovadoras del arte argentino. En su lenguaje plástico comienzan a aparecer fragmentación, rebatimientos, escorzos y facetamientos de volúmenes; elementos que se profundizarán en contacto con el arte europeo de vanguardia durante su viaje de 1929”.
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En ese viaje que señala García Belbey, Forner estudió con Othon Friesz en la Academia Escandinava. En 1932, junto a otros colegas, fundó los Cursos Libres de Arte Plástico y en 1934 participó en el XXIV Salón Nacional de Bellas Artes. En 1937 se quedó con la medalla de oro en la Exposición Internacional de París y en ese entonces tomó contacto con la Guerra Civil española, que junto con la Segunda Guerra Mundial sería tema de sus obras posteriores.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
“Estos lienzos, cargados de simbolismo, expresan una visión sumamente trágica y desesperanzada, e imprimen ya su sello distintivo: su profunda sensibilidad, su interés por expresar los sufrimientos y padecimientos de los más desprotegidos, visiones que, según la propia artista, se le presentaban en forma de ensoñaciones o videncias”, afirma García Belbey. En la obra “Raquel Forner, una activista de la condición humana”, de Adriana Laurenzi y Marina Román, se refuerza esta idea. “Para Forner el tema de la Guerra Civil Española no era un simple motivo iconográfico, sino el testimonio y el compromiso que sentía ante la crisis humanitaria”.
Museo Nacional de Bellas Artes
Mirar hacia el cielo
A partir de 1957, año en que la entonces Unión Soviética lanzó el Sputnik 1, primer satélite artificial de la historia, Forner viró su mirada artística hacia la odisea humana en el espacio. “Una mitología de seres astrales habitó su pintura hasta sus últimos días. Sus personajes son cosmonautas y su obra fija el destino atormentado y caprichoso de la astrofauna en sus trayectorias orbitales”, señala María de la Paz López Carvajal
“En esta nueva etapa de su producción Forner vuelve a dar rienda suelta a su instintivo manejo del color y abandona definitivamente los tonos quebrados y sucios para prodigar una paleta de tonos vibrantes y brillantes de primarios”, agregan Laurenzi y Román.
En definitiva, tal como consta en la página de la Fundación Forner Bigatti, “la obra de Forner abarca un gran abanico de estilos y temáticas, por lo que resulta complejo categorizar su trabajo dentro de un movimiento en particular. De una primera postura referida a temas sociales, fue creando su propio imaginario, hasta desembocar en un expresionismo simbólico centrado en una original mitología del espacio”.
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Raquel Forner falleció en Buenos Aires el 10 de junio de 1988. “Cuando me enfrento a una tela en blanco, comienzo la aventura maravillosa que es para mí la creación de una obra; me siento inmensamente feliz y privilegiada”, afirmó. “Raquel Forner fue una artista extraordinaria en todo el sentido de la palabra. Adelantada a su tiempo, sus pinturas mostraban ya otros mundos, otras realidades; una iconografía particular, propia”, destacó su colega, Nora Iniesta.
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