La pintura de Enrique Estrada Bello: un espejo de la vida cotidiana en el litoral
Fue un personaje querido en el ambiente artístico santafesino en el siglo pasado, cuya obra reflejó su arraigo a la tierra. “Supo encontrar en su arte la simbología de lo humilde”, señaló Taverna Irigoyen.
“Mujer”, obra de Estrada Bello que integra el catálogo de Santa Fe Arte. Foto: Gentileza Santa Fe Arte
Santa Fe vio nacer a Enrique Estrada Bello un 11 de octubre de 1897. Y también fue el escenario donde este artista se consolidó como una de las figuras más importantes de la pintura litoraleña, que se destacó como pintor, dibujante, ilustrador y docente.
Estrada Bello inició su relación con las bellas artes desde temprana edad, abandonando la escuela secundaria para entregarse completamente a la pintura. Su formación comenzó en la Academia Reinares, a la cual hicimos referencia en varias oportunidades en este mismo espacio donde recibió su diploma de profesor de dibujo en 1915.
Archivo El Litoral
Se convirtió, al principio, en caricaturista de periódicos locales. Paralelamente, se involucró en la enseñanza, ejerciendo el profesorado de dibujo en instituciones educativas. De hecho, su influencia como maestro se reflejó en posteriores generaciones de artistas.
Sin embargo, el corazón de la obra de Estrada Bello reside en su intensa conexión con el litoral santafesino. Su pintura capturó la riqueza de las clases humildes, el paisaje que amaba y la esencia mineral de su tierra natal.
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Estrada Bello fue también un gran gestor cultural. Fundó la Sociedad de Artistas Plásticos Santafesinos y se desempeñó como su presidente en varios períodos. También se le confió la reestructuración de la Escuela Provincial de Bellas Artes "Prof. Juan Mantovani". Sobre el final de su vida, asumió la dirección del Museo Provincial "Rosa Galisteo de Rodriguez", donde dedicó entusiasmo y pasión al enriquecimiento del patrimonio cultural.
Isaac Aizenberg, durante una muestra homenaje realizada en el año 1965, describió a Estrada Bello como una figura querida del ambiente artístico santafesino, un pintor cuya obra reflejaba sus emociones y su arraigo a la tierra.
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Costeros y suburbiales
“Tal vez el temperamento de Enrique sencillo y humilde lo llevó a retratar con sus pinceles a los más característicos pobladores de la costa y del suburbio santafesino. Son hombres y mujeres de piel morena; de mansa mirada en los ojos oscuros; sencillamente y a veces pobremente vestidos: las manos trabajadoras -grandes y rudas- sosteniendo los mil pequeños de su "habitar": una flor, un jarrito, una fruta, un pollito, un barrilete, un pescado, un pedazo de pan, un pájaro o los avíos de pesca”, expresó. Aspectos que se pueden observar en la obra “Mujer”, que pertenece a Santa Fe Arte y abre este artículo.
Sus pinturas capturaban la vida cotidiana de los habitantes del litoral. Nidia Orbea Álvarez de Fontanini señala que hizo retratos de personajes casi legendarios como “El Indio Ramón”, un indio sufriente y vagabundo y “Manaco” la imagen de Dionisio Tabares, un hombre obeso, que a mediados de segunda década del siglo veinte asustaba a los niños sólo por su grotesca presencia y “El Negro Arigós”, el popular fundador de la comparsa “Los Negros Santafesinos”.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
Marcela Estrada, en el catálogo de la exposición “El camino de Enrique Estrada Bello”, expresó cómo su abuelo logró revelar los secretos de la vida en el litoral con sus pinceles, creando una sinfonía de sonidos y encantamientos en su obra. “Fiel a sí mismo y cargado de amor, supo develarnos con sus pinceles los secretos del habitar este universo de aguas vacilantes y los sentires humanos más profundos y universales”, afirmó.
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El influjo del río y el sol
Jorge Taverna Irigoyen, en una reflexión que data del año 1966 y consta en las páginas de El Litoral comparó a Estrada Bello con Gauguin, destacando su habilidad para plasmar con realismo los escenarios y personajes locales.
“En su voluntad por dar cuerpo material a todas las idealidades del paisaje zonal y de sus gentes, hizo uso sentimental de los valores plásticos, volcándolos en naturalezas incontrovertiblemente íntimas. Aquello de que alguna vez fuera llamado el Gauguin santafesino podría sustentarse nuevamente a través de la línea extrañamente naturalista con que crea criaturas y escenarios”, aseveró.
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“Pero por sobre este sentido indudablemente no propio, Estrada Bello suma ese otro: el del apasionamiento temperamental de su línea húmeda por el río y tostada por el sol, que atrapa intuitivamente las simbologías muchas veces ‘instantáneas’ de las cosas que conforman un mundo. Pintor de visión lúcida, a veces hiriente en su placidez, supo encontrar en su arte la simbología de lo humilde, el calor de las naturalezas menos destacadas, fundiéndoles en oportunidades un misticismo fervoroso de colores y formas”.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
La obra de Enrique Estrada Bello sigue siendo un testimonio conmovedor de la vida y la esencia de Santa Fe, que recuerda la belleza de lo cotidiano y la profundidad de la conexión entre el arte y la tierra. Como aseguró una vez el crítico de arte Domingo Sahda, “se asumió como portaestandarte del mundo de los silenciados, ganándose el derecho de ser llamado maestro sin ambages, de una vez y para siempre”.
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