Jueves 11.4.2024
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En mayo de 1977, en el marco del LIV Salón Anual de Santa Fe, un jurado reunido para la sección pintura, en el cual participaron Eduardo Ballari, Ana Maria Pizarro y con la presidencia de la directora del Museo, Nydia Pereyra Salva de Impini (que cumplió similares funciones en las demás secciones), otorgó el premio adquisición Gobierno de la Provincia a Hugo Irureta por su óleo “La mesa”. Los especialistas valoraron la “plácida construcción y diestro ensamble de ocres y tierras, que evidencia un depurado oficio”, según consta en la edición de El Litoral correspondiente al martes 24 de mayo de 1977.
Mutual ArtIrureta había nacido en 1928, pero los primeros destellos de su genio pictórico se hicieron visibles en 1949, cuando expuso en salones nacionales e internacionales. En 1964, su trayectoria tomó un giro importante cuando fue becado por el Instituto de Cultura Hispánica para realizar un viaje de perfeccionamiento por España, Italia y Francia.
J.C. NaónIrureta no solo se destacó por su virtuosismo técnico, sino también por el compromiso con la identidad y la cultura de su país. Sus primeras producciones estuvieron impregnadas de los paisajes de La Boca, pero con el tiempo su mirada se desplazó hacia los escenarios norteños, donde buscó plasmar los rasgos identitarios primigenios de la región. Esta evolución artística culminó en una etapa marcada por la construcción de un indoamericanismo de tinte personal, donde las raíces culturales de América Latina se entrelazan con la visión única del artista.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital CastañedaCabe citar unas palabras que le dedicó El Tribuno de Jujuy, provincia que Irureta eligió junto a Buenos Aires como ámbito de inspiración. “Como pintor supo definirse como artista de la Boca, geografía paisajística en la que se inscribió desde sus comienzos y donde siguió teniendo uno de sus dos atelier, el otro en un altillo tras el museo tilcareño. Allí comenzó a retratar esquinas de una mitología urbana donde hombres sin rostro se amuchaban en torno a las mesas de los bares porteños”.
AG ArteParte integral de colectivos artísticos como el Grupo Buenos Aires, el Grupo de los Nueve y el Grupo de la Ribera, Irureta fue además de pintor un difusor cultural, fundador del Museo de Artes Plásticas de Animaná en 1980, y posteriormente del Museo de Bellas Artes en Tilcara en 1988. Además, donó obras de su autoría a instituciones y entidades de beneficencia, así como a la Casa Argentina de París. “La pintura es un proceso de vida”, afirmó en una entrevista que le realizó Vicente Zito Lema. Ese fue el lema que le permitió seguir activo hasta su muerte, a una edad avanzada, en 2015.
Museo MarítimoJorge Taverna Irigoyen, en un texto generado para el Museo Quinquela Martín, titulado “Hugo Irureta y la Memoria Andina”, afirmó que “la identidad como discurso es un verdadero desafío que no muchos creadores pueden afrontar. La identidad que más allá de juegos de lenguaje, de retórica, intente penetrar en fortalezas étnicas, en tradiciones populares, en raigambres telúricas, en huellas ancestrales. Hugo Irureta busca las esencias, las memorias, los minerales que impregnan nuestra tierra, y entresaca de ellos los testimonios configuradores de esa identidad”.
Arte ArgentinoAgregó que “su obra, rica en matices y exigida en valores, revela ante todo el registro antropológico de una historia poco contada, pero presentida”. E indicó luego que su pintura late en el trasfondo de las formas, fuera de folclorismos espúreos. “Sin asociaciones directas, construye ritmos y entreteje secuencias lineales; argumenta sobre planos de ascendencias precolombinas; atrapa la virtualidad de los signos y los redimensiona”, destacó.
Arte de la ArgentinaEl propio Irigoyen, en un artículo que escribió para La Gaceta, publicado el 23 agosto 2015, con motivo de la muerte de Irureta, resaltó que “su obra, fuera de costumbrismos y de acentos locales, sin la recurrencia de geografías vernáculas ni anécdotas exteriores, cala en el sentimiento de la tierra, en los vínculos potenciadores, en los lenguajes que caracterizan una vibración americana en su más prístina expresión. Por ello, sus campos pictóricos ofrecen una visión natural de esos espacios sin tiempo, una síncopa casi musical en el fraseo morfológico y cromático, un desarrollo genuino del marco continental”.
Galería LordiArte, tango, historia y fútbol
Desde su rol de director del Museo Quinquela Martín, Víctor G. Fernández escribió en “Sur capitalino” un artículo titulado “Adiós al Maestro que nos prestaba el cielo”. Allí, se refiere a Irureta como alguien sabio y simple, con un vasto y profundo universo de intereses. “El arte, el tango, la historia universal, el fútbol, las sociedades y paisajes que había conocido, formaban parte de sus apasionadas conversaciones. Hablaba de complejas cuestiones artísticas con la misma precisión y sencillez con que analizaba a Troilo, o a Messi. Supo frecuentar a encumbradas personalidades, pero la mayor parte de sus grandes amigos fueron sus vecinos más humildes. Hugo sabía que en el arte (como en la vida) todas las miradas son valiosas. Valoraba por igual la opinión del prestigioso jurado que lo premiaba, como la de su amigo Luis, el fletero, a quien ante alguna duda recurría para decidir la pintura a enviar a una exposición o concurso”, indica Fernández.
Galería Centauro