Viernes 26.4.2024
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“Mi paleta recién preparada y brillante con su contraste de colores es suficiente para encender mi entusiasmo”. Lo afirmó una vez Eugène Delacroix, según consta en la página del Museo Louvre de París. Este pintor, considerado como uno de los exponentes fundamentales del movimiento romántico en la pintura europea, nació el 26 de abril de 1798, hace 226 años, en Charenton-Saint-Maurice.
"Autorretrato con chaleco verde". Foto: Museo del LouvreDesde joven, mostró inclinación por el arte y recibió una educación formal en la Escuela de Bellas Artes de París, donde estudió con Pierre-Narcisse Guérin. Allí coincidió con Gericault, al que admiró siempre. Influido por Goya, Rubens, Velázquez y Rembrandt, con el tiempo, abordó diversos temas: retratos, escenas históricas, paisajes y pintura religiosa.
"Caza del león". Foto: Instituto de Arte de ChicagoUno de los aspectos de su obra, valorado por los especialistas, tiene que ver con su estilo expresivo: uso audaz del color y pinceladas enérgicas, subordinados a su intención de enfatizar la emoción y el drama de las escenas elegidas. En sus mejores pinturas, Delacroix sobresale por la composición dinámica, la narrativa visual y su capacidad para evocar una amplia gama de emociones en el espectador.
Además fue escritor. De hecho, en 1825 estuvo en Inglaterra, donde accedió a la obra de Byron, Scott y vió representadas las obras de Shakespeare y Goethe. Fue amigo del poeta Charles Baudelaire y del novelista Victor Hugo. Sus trabajos en tal sentido, sirven para comprender con mayor profundidad su proceso creativo y sus ideas sobre el arte y la sociedad.
"Entrada de los Cruzados en Constantinopla". Foto: Museo del LouvrePara el especialista Miguel Calvo Santos, en la obra de Delacroix se mezcla la fantasía, lo macabro y lo erótico. “Parece valorar más los sentimientos y emociones que los ideales, algo que junto a sus temáticas y el exotismo y misterio que desprenden muchos de sus cuadros lo convierten en el paradigma de pintor romántico, al menos en Francia, influyendo notablemente en todo el movimiento a nivel europeo e internacional”.
"Últimas palabras del emperador Marco Aurelio". Foto: Museo de Bellas Artes de LyonCuando se realizó en 2011 una muestra retrospectiva dedicada a Delacroix a cargo de CaixaForum Madrid en colaboración con el Museo del Louvre, los organizadores escribieron respecto al pintor: “fue un creador que afirmó sin miedo que cuando pintaba un cuadro no necesitaba escribir un pensamiento. Conociendo perfectamente los detalles de innumerables asuntos históricos y religiosos, los reinventó para ofrecer al espectador rigor intelectual y placer estético a partes iguales y para confrontarlos con la revolución suscitada por el surgimiento del Realismo a mediados del XIX”.
Un termómetro que permite medir la penetración popular de las obras de Delacroix, más allá de que su nombre sea recordado por quienes no están involucrados en el universo del arte, es el trabajo que hizo hace poco tiempo el artista (también francés) Pierre-Adrien Sollier quien se dedicó a recrear obras clásicas Leonardo da Vinci, Diego Velázquez y de su compatriota. A través, aunque parezca surrealista, de figuras extraídas del universo de los famosos Playmobil pintadas al óleo.
Boda judía en Marruecos. Foto: Museo del LouvreEn las líneas que siguen, se repasan una serie de obras de Delacroix que son representativas y que permiten comprender en forma cabal a uno de los grandes pintores de su tiempo.
“La Libertad guiando al pueblo” (1830): Es, posiblemente, el trabajo más conocido del autor. Es una representación de la Revolución Francesa, pero también un botón de muestra del espíritu del romanticismo y la lucha por la libertad. A casi 200 años de su presentación, se transformó en símbolo de la democracia, ya que están plasmadas las distintas clases sociales en pos de un objetivo común. Cómo señala la página del Museo Louvre, corresponde a un tiempo en que “los lienzos se ponían al servicio de la historia, ya fuera moderna, antigua, mitológica o bíblica”.
"La libertad guiando al pueblo". Foto: Museo del Louvre“La masacre de Quíos” (1824): Delacroix transmite el sufrimiento y la brutalidad que derivan de la guerra. Para ello, el artista tomó como base los hechos ocurridos en una isla de Grecia, durante la guerra de independencia que emprendió ese país con el Imperio Otomano. A partir de la observación del cuadro, son palpables las sensaciones de terror y resignación de los derrotados, que yacen con sus cuerpos semidesnudos. En el horizonte, se observan los fragores de las batallas.
La masacre de Quíos. Foto: Museo del Louvre“La muerte de Sardanápalo” (1827): Esta pintura es una representación de la decadencia y la violencia. Al reflejar el final del monarca asirio Sardanápalo, emana una sensación de tragedia y desesperación. “Delacroix representa el último, dramático y trágico momento con una paleta de colores vibrantes y un estilo romántico que lo convirtió en una figura influyente del romanticismo. La obra refleja la maestría técnica y el enfoque emocional característico de Delacroix. Se cree que el pintor se inspiró en un poema de Lord Byron. Se expone en el Museo del Louvre”, escribió al respecto Laura Emperador, en un artículo publicado en La Vanguardia.
"La muerte de Sardanápalo". Foto: Museo del Louvre“Mujeres de Argel en su aposento” (1834): Esta pintura es un ejemplo del interés de Delacroix en temas exóticos y orientales. “El gusto por los temas orientales y exóticos había penetrado en Francia a lo largo del siglo XVIII para acentuarse con la corriente romántica. Delacroix no fue ajeno a los influjos de esa moda aunque, en su caso, el viaje realizado a Marruecos supuso en su carrera un punto de inflexión. Delacroix acompañó, en 1832, al conde Charles de Mornay en su itinerario oficial al norte de África, que incluyó Marruecos y Argel, y que el pintor aprovechó para visitar el sur de España”, señala la página web del Museo Thyssen Bornemisza.
"Mujeres de Argel". Foto: Museo del Louvre“La Barca de Dante” (1822): Esta obra deriva de la lectura de Delacroix de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Aparecen figuras retorcidas y torturadas, que muestran miedo y desesperación, mientras Virgilio y el propio Dante surcan las aguas del Río Estigia, que separa el mundo de los vivos y el de los muertos. Según consta en la página del Museo Thyssen Bornemisza, esta fue la obra que situó a Delacroix como una de las grandes figuras del Romanticismo, tras su presentación en 1822, que gozó de gran éxito. Está resguardada en una de las salas del Louvre.
"La barca de Dante". Foto: Museo del Louvre