Miércoles 30.10.2024
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Romualdo Brughetti (1912 - 2003) fue un crítico e historiador del arte, poeta, ensayista y profesor argentino. Inició su formación en Derecho y Humanidades en la Universidad Nacional de La Plata, donde también se relacionó con el arte gracias a su padre, el pintor Faustino Brughetti, quien da nombre a la Academia de Bellas Artes de esa ciudad.
Su interés por el arte lo llevó a Montevideo, Uruguay. En la otra orilla, frecuentó el taller del pintor Joaquín Torres García. Este artista, prematuramente, se alejó de la pintura que trata de imitar la realidad para desarrollar otra tendiente a construir “una realidad en sí misma”. Comenzó su carrera como crítico siendo muy joven, hacia 1933, en el diario El Argentino de su ciudad natal de La Plata. Y desde 1939 pasó a ser un pieza clave en el entramado de la redacción del diario La Nación.
ArchivoEn el ámbito académico, enseñó Historia del Arte en la Universidad Nacional de La Plata, donde dirigió el Seminario de Arte Americano y Argentino entre 1955 y 1966, y fue invitado a dar clases en la Universidad Autónoma de México. Participó en programas de intercambio cultural en Estados Unidos, Inglaterra, Holanda e Italia. Su influencia se extendió a la gestión cultural: fue secretario de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) bajo la presidencia de Jorge Luis Borges, director de Relaciones Culturales de la Cancillería Argentina y presidente de la Asociación Argentina de Críticos de Arte.
Romualdo Brughetti, según publicó el diario La Nación el día de su fallecimiento el 5 de marzo de 2003, concebía la crítica de arte como una misión para “comunicarse con el contemplador y hacer visible lo invisible”, según una definición de Paul Klee. En sus textos propuso un enfoque teórico para entender el problema de la modernidad en el arte que unió la definición de la identidad americana con la del concepto de vanguardia.
ArchivoGuillermo de Torre escribió unas líneas sobre Brughetti que vale la pena traer a colación. “En rigor de verdad, todas las artes y géneros son igualmente difíciles cuando se abordan con exigente conciencia, con rigor autocrítico, prescindiendo del fácil conformismo al que muchos sucumben. Lo dificultoso, en todo caso, es llegar tanto en la poesía como en la crítica propiamente dicha, a cierto grado de excelencia. Tal es el caso de Romualdo Brughetti”.
A finales de octubre de 1959, este prominente escriba consagrado a las artes visuales, estuvo en la ciudad Santa Fe para brindar una conferencia en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez. Aprovechó la ocasión para visitar la redacción de El Litoral. Fue por iniciativa del diario, que pretendió “dar a conocer a aquellos lectores que no asistieron a su conferencia ni han tenido oportunidad de leer sus libros, las opiniones de este distinguido crítico sobre algunos aspectos de las artes plásticas nacionales”.
Archivo El LitoralEn una entrevista, que El Litoral publicó el 30 de octubre del año mencionado, Brughetti se mostró proclive a señalar la existencia de rasgos diferenciales en la pintura argentina. “Decirlo en pocas palabras es traicionar un tanto mi documentada exposición. Sensibilidad afinada, riqueza expresiva y técnica; variedad temática, finura o específicamente calidad; sentimiento íntimo de la forma; significación humana y poética; soledad, mesura, equilibrio; lenguaje plástico que se condensa en forma sustancial. Son puntos en los que me apoyo al pensar en una escuela pictórica argentina, tanto más evidente si la comparamos con la escuela muralista mexicana, ésta de un dramatismo ideológico que alcanza a la tragedia”.
Acto seguido, el entrevistador le preguntó si, entre las tendencias abstractas o no figurativas, podía encontrar un acento nacional en la pintura argentina. A lo cual el crítico respondió: “un acento nacional argentino puede darlo un pintor abstracto, pues entiendo que el tema subsiste o subyace en la abstracción pictórica. El tema, por otra parte, es fundamental desde mi punto de vista. No hay gran arte sin una gran temática. Ahora, claro está, el tema debe ser expresado a través de un lenguaje eminentemente plástico y de proyección estética”.
ArchivoEn otro tramo, la consulta fue: “Se habla ahora de museos de artes visuales y no de artes plásticas. ¿En qué consiste, según su opinión, la diferencia que autorice esta nueva denominación? Ante lo cual Brughetti respondió: "Las denominaciones son circunstanciales. Se decía artes plásticas a partir de la generación de 1921: los no figurativos prefieren hoy el término ‘visuales’, por cuanto es función que atañe directamente al ojo, que así visualiza los objetos. Yo diría más concretamente y creo estar en lo cierto: museos de arte. El arte es la suma de la concreción de la técnica y de la expresión. Lo que no es arte no interesa y si pretende serlo, es un engaño de quien lo hace y para el espectador”.
“¿Quiénes, según su opinión, están a la cabeza de las artes en pintura, escultura y grabado en el país?” fue la pregunta que siguió. “Entiendo que hombres como Martín Malharro, Faustino Brughetti. Fernando Fader, Ramón Silva, Navazio, Thibón, son inolvidables en la generación impresionista y postimpresionista”, aseguró el entrevistado. “De la generación de 1921, ¿quién puede olvidar a Victorica, Spilimbergo, Petorutti, Gómez Cornet, Butler, Basaldúa, Soldi, Badi, Raquel Forner, Daneri, Berni, Del Prete y otros igualmente valiosos? De la generación de 1940, Castagnino, Seoane, Russo, Cogorno, Gambartes Farina, Batlle Planas, Gertrudis Chale, Pierri, Venier, y muchos más. La nómina es bastante extensa, lo que prueba que en nuestro país hay no pocos valores válidos”, siguió.
Archivo“De la actualidad, Fernández Muro, Clorindo Testa, Ocampo, Shara Grilo, Carlos Alonso, Ottman, Martha Peluffo o un neo-realista como Mollari o el promisorio Fernando Maza. En todos los artistas mencionados y otros, predomina la fineza, la sensibilidad, la inteligencia, el gozo poético, en la síntesis de la forma”, indicó seguidamente. “De los escultores, Rogelio Yrurtia abarca una vasta etapa, Luis Falcini, Sibellino, Bigatti. Fioravanti, Lucio Fontana, Curatella, José Alonso, Libero Badii, señalan caminos a lo largo de las últimas décadas hasta hoy. De los grabadores bastaría un Lasansky, para alcanzar una proyección internacional”, puntualizó inmediatamente.
“Entiendo por todo ello, y no quiero reducirme a una nómina y que se me excuse por no poder citar a cuantos merecen por la brevedad del espacio que el arte argentino es uno de los más singulares de América”, cerró.