Miércoles 6.11.2024
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En los albores del siglo XX todavía existía un predominio de pintores varones, aunque las mujeres, en cuentagotas, comenzaban a ganar espacio. Esto se explica a partir de las restricciones que enfrentaban las mujeres: las academias de arte limitaban su acceso y las expectativas sociales las relegaban a la vida doméstica y a una vida social limitada. El universo del arte, salvo excepciones, apenas promovía su trabajo. A pesar de estos obstáculos, algunas pioneras como la brasileña Anita Malfatti, quien falleció hace justo 60 años, el 6 de noviembre de 1964, fueron capaces de sintetizar los profundos cambios expresados durante esos años.
¿Por qué es importante su figura? Principalmente, porque introdujo el modernismo en Brasil, una acción que despertará “olas” imparables que se extenderán a toda América Latina. Su obra, vanguardista y audaz, rompió las normas tradicionales y puso en jaque la percepción conservadora del quehacer artístico que se tenía en Brasil, profundamente conservador en las primeras décadas del siglo pasado.
Colección particularMalfatti nació en São Paulo en 1889, en una familia con raíces europeas, puntualmente italianas. Siendo muy joven, estudió arte en Alemania y luego en Estados Unidos. Conoció de cerca las corrientes vanguardistas que predominaban en Europa, como el expresionismo y el cubismo, que serían centrales para definir su estilo. En estos años, estudió Lovis Corinth, quien ya había ido del impresionismo al expresionismo. También con Homer Boss, profesor de la Escuela Independiente de Arte de Nueva York.
Cuando volvió definitivamente a Brasil, organizó su segunda exposición (la anterior había sido en 1914) que sacudió a la sociedad. La muestra, de finales de 1917, estuvo formada por obras inusuales para la época, con formas distorsionadas y perspectivas provocadoras. Entre las obras expuestas estaban “A Boba” y “O Homem Amarelo”, totalmente alejadas de representaciones académicas y tradicionales. Esto provocó estupor en un amplia porción de la sociedad: críticos conservadores, como Monteiro Lobato, atacaron su obra, calificándola de “arte degenerado”. Su opinión tenía el agregado de ser una de las “dominantes”.
Instituto de Estudios BrasilerosEn el artículo “Las mujeres en el modernismo brasilero”, de la Universidad del Valle de Cali, se cita un fragmento de la crítica realizada por Lobato, donde se refiere a una de las obras de Malfatti. “No cabe a la crítica hablar de este cuadro porque no lo entiende; la crítica en este pormenor corre a la par con el público que tampoco lo entiende. Creemos que los artistas autores los entienden tanto como la crítica y el público. En el medio de ese entendimiento general lo mejor es quitarse el sombrero y pasar adelante”, expresa Lobato.
Pese a todo, la exposición atrajo la atención de jóvenes artistas que, inspirados por su audacia, fundaron el movimiento modernista brasileño. Entre ellos se encontraban Tarsila do Amaral (admirada por el coleccionista argentino Eduardo Constantini) y Oswald de Andrade, quienes se convertirían en figuras clave del modernismo en Brasil.
Colección privadaA través de sus retratos, paisajes y obras de carácter introspectivo, Malfatti introdujo en Brasil una nueva manera de ver el arte. “Es, sin duda, una artista única, en sintonía con su época y con distintos aspectos del modernismo que ella ayudó a construir” escribió sobre ella Regina Teixeira de Barros, quien fuera curadora de una muestra que la recordó en 2017.
Pocos años más tarde, la Semana de Arte Moderno de 1922, tuvo en Malfatti una de sus principales impulsoras. Este encuentro, que congregó a artistas, escritores y poetas, marcó el inicio de un movimiento que buscaba celebrar la identidad brasileña. Fue un quiebre: desde entonces, los artistas del vecino país encontraron un estilo propio, enriquecido por sus raíces y al mismo tiempo conectado con las vanguardias.
Colección particularEn las décadas siguientes, la pintora depuró su estilo y técnica, pasando de una expresión más radical a una más sobria y madura, pero siempre con esencia modernista. Hoy es reconocida como una de las grandes exponentes de la pintura latinoamericana, una expresión acabada del espíritu de renovación artística de principios del siglo pasado.
Rute Ferreira, en el artículo “Anita Malfatti: La Primera Modernista de Brasil” publicado en Daily Art Magazine, escribió que “en sus últimos años, se volcó a temas más populares y regionales. Se consolidó como la primera artista verdaderamente moderna del país y fue directamente responsable del evento que marcó el inicio del modernismo en el país. También impartió cursos de Historia del Arte y participó en la Primera Bienal de Artes de São Paulo. En 1963, la Bienal dedicó una sala completa a la obra de Anita Malfatti y la hizo su invitada de honor. Falleció al año siguiente, aunque su identidad sensible y, al mismo tiempo, extremadamente fuerte, perdura como una contribución invaluable al arte brasileño”.
Colección particularGuillermo Betancourt Díaz, por su parte, en el artículo “La ‘protomártir’ del arte moderno brasileño”, expresó que “de cualquier modo, y aunque las pinturas posteriores de Anita Malfatti no alcanzaron la repercusión de sus primeros trabajos, su labor ya estaba hecha. Y más aún: la logró en solitario. Desafió más de una adversidad, entre las cuales una no menor fue la de superar las expectativas que, a causa de su género, se tenían de ella. No se suponía que una jovencita de poco más de veinticinco años pintara de una forma tan ‘agresiva’. Es muy probable que se esperase de ella un modo de pintar ‘femenino’, que se adecuara a la ‘normalidad’ patriarcal del Brasil de inicios de siglo y que, en consecuencia, su obra se diluyese en lo ordinario. Pues bien, esa jovencita es la fundadora del arte moderno en Brasil”.