Germain Bazin: el curador del Louvre que disertó en Santa Fe
Fue el 22 de agosto de 1946, en la sala de los Constituyentes del Museo Rosa Galisteo de Rodríguez. Abordó “La visión del espacio en la pintura moderna: Braque y Bonnard”. Bazin trabajó en el famoso museo parisino desde 1936 hasta 1965.
Germain Bazin fue curador en jefe del Louvre. También fue un investigador apasionado, docente y realizó diversos escritos vinculados con el arte. Foto: Dick Darrell / Toronto Star
Desde mediados del siglo XIX, el francés Germain Bazin fue una referencia internacional en Historia del Arte, temática sobre la cual profundizó en sus estudios en la Universidad de París. Escribió diversos libros y ejerció la docencia en distintos puntos de Europa. Pero sus pergaminos más importantes están relacionados con el Museo del Louvre, donde ingresó a trabajar en 1936 y donde más tarde, en 1951 se convertiría en curador jefe de pinturas en el Louvre. Tras ejercer ese cargo, en 1965 pasó a ocuparse de diversas tareas de restauración de pinturas para el sistema nacional de museos de Francia.
Foto: Archivo
Fue un escritor muy fecundo, conocido por textos como “Los impresionistas”, “Corot 1796-1875”, “El arte y los hombres”, “Historia del arte de la prehistoria a nuestros días”, “Historia de la escultura mundial”, “Tesoros del impresionismo en el Louvre” y “El telar del arte”. A los 70 años, Bazin se instaló en la Universidad de York, en Inglaterra, con un contrato de cinco años para cumplir funciones como profesor de investigación de Bellas Artes. Murió el 2 de mayo de 1990.
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El 22 de agosto de 1946, un público numeroso se congregó en la Sala de los Constituyentes del Museo Provincial Rosa Galisteo de Rodríguez de Santa Fe para asistir a una disertación de este eminente estudioso de las artes. Su presentación versó sobre “La visión del espacio en la pintura moderna Braque y Bonnard”. Bazin fue presentado por el entonces director general de Bellas Artes, Horacio Caillet-Bots, quien resaltó la jerarquía del orador, “no solamente por el alto cargo que ocupa en la administración del arte francés, sino por la importancia reveladora de sus libros y monografías”.
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Los ejes de la disertación
Para la exposición (de la cual se hizo eco Diario El Litoral en su edición del viernes 23 de agosto de 1946) Bazin entró en materia definiendo algunos conceptos fundamentales respecto de la visión en su aspecto puramente biológico y en función del arte. “Esta diferencia entre lo que llamó la visión ordinaria del hombre corriente, que recoge en sus retinas formas estereotipadas del mundo sensible, y la visión introspectiva del artista, que crea nuevas imágenes sobre las que le ofrece ese mundo, es la causa de esa aparente antinomia entre lo que ven unos y otros”, señaló.
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“Todo el arte moderno está situado en una disyuntiva y de ahí la necesidad de precisar y comprender esa visión del artista para entender y aquilatar sus concepciones plásticas. Una botella, en su forma estereotipada, no es para el hombre corriente, dijo el orador, sino un recipiente para contener ciertos líquidos según su forma; para el artista moderno no es sino una forma geométrica y un vehiculo de color. De ahí que cuando aquél no la vea pintada en su forma típica de recipiente, de objeto capaz de contener un líquido, experimenta un desconcierto que le lleva a negar toda la obra de arte”, agregó el orador.
Un cubista y un naturalista
Siempre según la crónica de El Litoral, Bazin se refirió después al problema del espacio en la pintura y al sentido de la perspectiva artística, según los siglos y según los pueblos. Ilustró este aspecto de su exposición con proyecciones de obras de la pintura oriental, medieval, renacentista y moderna, demostrando gráficamente el proceso y la evolución de la representación espacial según la perspectiva yuxtapuesta, radial, lineal y aérea.
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“Desde el impresionismo en adelante, el problema de la perspectiva y de la atmósfera en sus elementos y formas representativos habían dado un vuelco extraordinario que había llevado a los pintores a buscar los ángulos de enfoque más opuestos a las leyes clásicas y lo más revolucionarios: movimiento del horizonte visual: la perspectiva horizontal, la visión oblicua, el punto de mira perpendicular a los objetos y como lo había intentado Braque recientemente, hasta la inversión de los términos, es decir, la visión del pintor de dentro del cuadro hacia afuera”, aseveró.
Foto: Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
Para ejemplificar esta revolución óptica en la pintura moderna, el orador estudió a dos pintores igualmente renovadores pero completamente antiestéticos en su concepto del problema plástico: el cubista George Braque y el naturalista Pierre Bonnard. Proyectó analizándolas, diversas obras de estos artistas y explicó las analogías y diferencias de interpretación del espacio en ambos.
Foto: Archivo El Orden / Hemeroteca Digital Castañeda
Finalmente el orador señaló “las relaciones profundas con otros estados psíquicos de estos ensayos de búsqueda de una nueva perspectiva o ángulo de enfoque, que no preocupa solamente al arte plástico -que lo tiene como problema esencial- sino a la novela, a la poesía y la ciencia moderna, que ya no se sitúan fuera del terreno del relato o de la experimentación, sino dentro de ellos mismos”.
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