Henry Moore, escultor británico fallecido en 1986, desarrolló obras icónicas que están presentes en museos y plazas. Fusionó estilos como el abstraccionismo, surrealismo y expresionismo. En 1962, fue entrevistado por un corresponsal de El Litoral en su finca cercana a Londres.
“Figura reclinada, formas externas”, trabajo en bronce de 1953-1954. Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
A Henry Moore, escultor británico nacido en 1898 y fallecido el 31 de agosto de 1986, se le suele otorgar el mérito de haber revolucionado aspectos de la escultura moderna a través de un enfoque innovador para tratar la forma y el material. Sus obras, en efecto, abordaron varios estilos y técnicas: abstraccionismo, surrealismo y expresionismo, a partir de lo cual abrió nuevas posibilidades creativas.
Muchas de las obras de este inglés pasaron a ser íconos reconocibles, inclusive por fuera del mundo del arte. En gran parte, se debe al impacto de sus esculturas a gran escala que se conservan en museos y galerías pero también en espacios públicos de distintas latitudes.
Archivo
Precisamente, Moore es reconocido por esa última faceta, la de vincular estos dos términos: al estar en parques y plazas sus producciones son accesibles para un público mucho más amplio que el que frecuenta espacios tradicionalmente más ligados al arte.
Es interesante un aspecto que señala Miguel Calvo Santos sobre Moore en historia-arte.com. Dice que “sus principales influencias fueron las estatuas toltecas y mayas (que había visto en el Louvre y lo introdujeron en la abstracción), varios artistas renacentistas y góticos, pintores primitivos como Giotto y por supuesto Miguel Ángel, su gran ídolo”.
Posiblemente por esta capacidad para hacer algo novedoso pero desde el profundo conocimiento de la técnica esté considerado -como indican Tomás Fernández y Elena Tamaro en “Biografía de Henry Moore”- uno de los escultores “más importantes del siglo XX y una de las principales figuras artísticas del Reino Unido contemporáneo”.
Foto: heatheronhertravels.com
“Es conocido como un escultor vanguardista, surrealista, abstracto. Su abstracción biomórfica comprende también impulsos surrealistas y modernistas. Compartió el interés de los surrealistas por las culturas antiguas y no occidentales y se inspiró en las formas egipcias, griegas, aztecas, africanas y de Oceanía”, escribió Abigail Winograd.
En los archivos del diario El Litoral fue posible hallar un artículo de gran valor que conecta a este artista con Santa Fe: una entrevista realizada especialmente para este diario desde Inglaterra por Mauro Kunst. La misma fue realizada en 1962 en la residencia de Moore en Much Hadham, a 50 kilómetros de Londres y se publicó el domingo 3 de junio de 1962. Además del entrevistado y Kunst, estuvieron presentes la Dra. Killy, diputada directora de la Academia de Artes de Berlín, y G. Forty, director del Departamento de Artes del British Council.
Un tema de escalas
En el inicio de la pieza periodística se describe a Henry Moore (por entonces, de 64 años de edad) como un hombre bajo, fuerte, vital e increíblemente activo. “Recorre los jardines hablando y explicando, da vueltas en torno a sus obras para sugerir visuales o indicar perspectivas, supervisa a sus asistentes, comenta su actual exposición en Nueva York. Su lenguaje es llano, sencillo, espontáneo”, dice el autor.
Foto: heatheronhertravels.com
La primera pregunta, apunta a la escala de sus obras. “Generalmente trabajo en pequeños modelos. Estas maquetas tienen un tamaño en sí mismas que es físicamente real, pero nunca el definitivo. Es mentalmente que defino la escala, pues siempre imagino la obra en determinadas dimensiones. El modelo es, pues, solamente el medio para expresar tridimensionalmente mi imagen mental, y poder así visualizar todas sus posibilidades”, manifiesta el artista. Y agrega: “contra el cielo, o nubes, plantas, árboles o colores, ‘veo’ el resultado a que llegaré cuando realice la obra en sus dimensiones reales. Por otra parte, no existe nunca una escala exacta para cada obra. Variar sus medidas en más o en menos dentro de ciertos límites no afecta el resultado final”.
En similar sentido, le consultan si concibe el espacio como uno solo, o distingue un “espacio interior” y un “espacio exterior”. “Entiendo que es uno solo y que en él se desarrollan las posibilidades de la forma, tanto interior como exterior. Considero muy difícil establecer una neta terminante y concreta definición -como en todas las cosas- entre lo que ‘está adentro’ y lo que ‘está afuera’”, reflexiona Moore.
“La medida de todas las cosas”
En otro tramo del reportaje, le preguntan a Moore sobre la figura humana, esencial en casi toda su obra. “Creo que el hombre es la medida de todas las cosas y la naturaleza de su entorno. Todo el mundo que el hombre ha creado está referido y relacionado con él. No podemos desconocer este hecho y menos negarlo. Porque creo en el hombre y en la naturaleza, creo para él y tomo de ella los elementos que juegan en mi obra”, responde.
Foto: Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
También le consultan respecto a conceptos como “la madera es cálida”, “el metal frío” y “la piedra sólida” y le solicitan una opinión respecto a si ese lenguaje es inexacto y anticuado. “Efectivamente, la madera es cálida, o el metal frío. Son cualidades inherentes a la materia, y es legítimo utilizar ese lenguaje para expresarlas. Por supuesto que esa adjetivación se acentúa, varía o disminuye de acuerdo al tratamiento que se dé a la materia”, afirma Moore.
Finalmente, le piden una opinión sobre una característica de sus obras, que además de estimular visualmente al espectador, lo incitan a comprobar con su tacto la veracidad de su imagen, quizá para completar una percepción total. ¿Estima que este hecho es lógico y, por otra parte, es lícito y necesario? “Es lógico que el espectador sienta a veces deseos de tocar una obra. Y es lícito que lo haga, pero no siempre es necesario. En cierta medida el tacto ayuda a descubrir formas que escapan al ojo, pero que esto ocurra no implica que deba ser utilizado como medio. Es decir, poco agrega a la obra en sí, que sus valores se descubran tocándolos. No está creada para eso”, asegura.
Refuerza el argumento con una comparación: “así como una obra de arquitectura no se siente mejor porque se palpen sus muros, la escultura no necesita de estas especulaciones. Cuando la obra tiene un valor estético vive de por sí. Y se comunica directa y simplemente con quien la goza”.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
Los referentes
Algo sobre lo cual pone hincapié Kunst es que durante el transcurso de la entrevista, Moore hace mención varias veces a grandes maestros como Leonardo, Rafael, Miguel Angel y Bernini. “Los admira y los respeta. Reconoce su nihilismo juvenil respecto a algunos de ellos como circunstancia necesaria, pero cree firmemente que lo más importante es tener idea clara de lo que se hace y de por qué se hace. No cree en reglas fijas ‘no las hay para la creación’, afirma y si en el desarrollo natural de las cosas por vía del trabajo permanente”, cierra el texto.
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