Domingo 17.11.2024
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“Arriesgada, libre, valiente y creativa, la escultora logró hacerse su lugar en una disciplina dominada mayormente por hombres y se convirtió en una de las artistas más renombradas del país”. Esas son las palabras elegidas por María Eugenia Mastropablo, en su artículo “Una escena mitológica, un pedido oficial y tres desnudos: la historia de una escultora elogiada y censurada” publicado en La Nación para definir a Lola Mora. Quien ocupa un lugar tan destacado en la Argentina, que cada 17 de noviembre se celebra, en honor a su nacimiento, el Día del Escultor y las Artes Plásticas.
Archivo El LitoralDolores Candelaria Mora Vega de Hernández nació en 1866 en Tucumán. Eran tiempos en los cuales el arte era cosa de varones, con alguna excepción como Sor Josefa Díaz y Clucellas en Santa Fe. Desde joven, Lola se inclinó hacia la escultura, para lo cual debió afrontar prejuicios y dificultades de un mundo tan masculinizado. Estudió en Europa. “Guiada por el maestro Francesco Michetti, descubriría su verdadera vocación por la escultura. Aprendió a trabajar el bronce y de la mano de Giulio Monteverde se especializó en el mármol, adhiriendo al estilo neoclásico y dedicándose a las obras monumentales”, señala Pablo Mariano Solá, citado en Arte de la Argentina.
Archivo El LitoralFue una mujer excepcional. Felipe Pigna en un artículo publicado en Clarín cuenta un dato que pone esto de manifiesto. “Lola era una mujer muy interesada por todas las expresiones del arte. A comienzos de la década de 1920, experimentó con lo que llamó ‘cinematografía a la luz’, un método para exhibir cine a plena luz, sin necesidad de oscurecer la sala, pero no encontró los socios capitalistas adecuados para poder llevarlo a la práctica”. Su gusto por crear era evidente, un rasgo que la acompañaría hasta el final de su vida, el 7 de junio de 1936.
La Fuente de las Nereidas, uno de los monumentos más representativos de la Ciudad de Buenos Aires, es la obra maestra de Lola Mora. Fue encargada por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires como parte de un proyecto para embellecer el espacio público y, en particular, la zona de la Costanera Sur, un área en plena transformación. Dio lugar a una de las obras más audaces y controversiales de la época.
Archivo El LitoralInspirada en la mitología griega, Lola Mora representó a las nereidas, las ninfas del mar, con realismo y sensualidad. En el centro de la composición está Venus, la diosa del amor, rodeada por estas figuras mitológicas. La escultura, de 6 metros de altura por 13 de ancho, está hecha de mármol de Carrara, material por excelencia de la escultura y muestra el dominio técnico de Mora: las expresiones faciales de las nereidas, sus cuerpos y posturas demuestran su conocimiento detallado de la anatomía humana.
Secretaría de Cultura de la NaciónLa fuente fue inaugurada en 1903, y pronto se desató la controversia: el desnudo de las nereidas resultó ofensivo para muchos sectores conservadores. La obra estuvo bajo ataques constantes y al cabo de 15 años, se decidió su traslado a la Costanera Sur, su ubicación actual.
Archivo El LitoralLa propia artista, según consta en un artículo sobre ella que está en la página web de la Secretaría de Cultura de la Nación escribió: “no pretendo descender al terreno de la polémica; tampoco intento entrar en discusión con ese enemigo invisible y poderoso que es la maledicencia. Pero lamento profundamente que el espíritu de cierta gente, la impureza y el sensualismo hayan primado sobre el placer estético de contemplar un desnudo humano, la más maravillosa arquitectura”. Hoy, la escultura es uno de los atractivos de la Ciudad de Buenos Aires.