Gustave Doré fue un artista francés que vivió y desarrolló su obra durante el siglo XIX: nació en enero de 1832 y falleció el mismo mes de 1883. Fue valorado particularmente por sus roles como ilustrador, grabador y pintor.
Hace 76 años, cien trabajos que el artista francés del siglo XIX realizó para ilustrar la Biblia atrajeron a numerosos visitantes en una muestra en el Rosa Galisteo.
Gustave Doré fue un artista francés que vivió y desarrolló su obra durante el siglo XIX: nació en enero de 1832 y falleció el mismo mes de 1883. Fue valorado particularmente por sus roles como ilustrador, grabador y pintor.
Sus técnicas de grabado y su enfoque realista ejercieron un influjo que fue determinante en el siglo posterior, no solo en el campo de las artes plásticas, sino también en la literatura y el cine.
Doré fue una artista que no se abstrajo de la premura que impuso su contexto, el turbulento siglo XIX en Europa, marcado fuertemente por el proceso de industrialización y sus consecuencias. De modo que muchas de sus obras están atravesadas por temáticas vinculadas con lo social y lo político.
Fue testigo y cronista de la vida de las clases bajas y, de algún modo, visibilizó a los desfavorecidos. En este sentido, sus grabados constituyen una acabada demostración de su manejo detallado de la técnica.
Una de las facetas que desarrolló (y que explican su popularidad) tuvo que ver con la ilustración de obras literarias. Cumplió esta función en ediciones de “La Divina Comedia” de Dante Alighieri, “Don Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes, “Los cuentos de Perrault” y la Biblia.
Este ángulo es el que conecta a este admirado artista francés decimonónico con la ciudad de Santa Fe de mediados del siglo XX, cuyos habitantes estaban siempre muy ávidos de acceder a manifestaciones culturales de todo tipo.
Es que entre marzo y abril de 1947 estuvo abierta en el Museo Rosa Galisteo una exposición formada por cien grabados en madera generados por Doré para ilustración de la Biblia. “Esta exposición, que ha sido muy visitada, continuará con el horario de costumbre, es decir, de 10 a 12 y de 16 a 20, todos los días”, expresó El Litoral en su edición del 6 de abril de ese año.
“Imágenes maravillosas”
La muestra se habilitó el 28 de marzo de 1947. Tuvo un doble sentido: adherir a la Semana Santa, una fecha trascendental para la fe católica, y dar inicio a las actividades programadas por la Dirección General de Bellas Artes de la Provincia para la temporada artística correspondiente a ese año.
Un día después, Diario El Orden publicó una detallada crónica al respecto. “Numeroso público, entre el que figuraban autoridades oficiales, artistas y delegaciones de centros artísticos de la Ciudad y la Provincia, desfiló ayer por las Salas del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez con motivo de la inauguración de la muestra de los 100 grabados de Doré para ilustración del Antiguo y el Nuevo Testamento”, señaló el medio gráfico santafesino.
“Ocioso sería abundar en comentarios sobre la importancia de esta exposición. Doré es la suma expresión del arte del dibujo y del grabado en el siglo XIX. Todos, aún los menos versados, saben que descolló en el género dificilísimo de la interpretación gráfica de los sueños, de la poesía, de la fantasía y de la razón, y que en tal sentido su genio no tuvo límites ni par”, agregó el cronista a cargo de la cobertura.
“Desde las novelas y los géneros de ficción fundados en la realidad, como las obras de Victor Hugo, Lamartine, Balzac y Eugenio Sue, hasta las sublimes y sobrenaturales visiones de los profetas, del Dante y Milton, todo el vasto universo de las creaciones del espíritu humano en sus más grandes portentos y en sus más diversas lenguas fue reducido a imágenes maravillosas por el lápiz inspirado de Gustave Doré”, indicó en otro de los párrafos.
“El Museo Provincial de Bellas Artes ‘Rosa Galisteo de Rodriguez’, cuyo Gabinete de Estampas ha sido recientemente creado por la Dirección con un sentido estético muy plausible y con vistas a la educación popular en materia de arte, ha incorporado a sus gavetas esta serie original de las 100 ilustraciones realizadas por Doré, en 1864, para el Antiguo y el Nuevo Testamento. Estas estampas han sido grabadas por los más grandes xilógrafos del siglo XIX y constituyen un conjunto valioso, que ayer se inauguró en las salas del Museo”, añadió.
Reflexiones
Sobre el final, la crónica de El Orden propuso una observación interesante frente al conjunto de la obra. “Muestra cuán poco hemos avanzado en el arte del dibujo y del grabado, que son el sistema nervioso de toda concepción en la plástica. Si se comparan estos trabajos ciclópeos, llenos de saber y de inspiración, con los grabados actuales despojados de toda emoción y grandeza y realizados por la vía de menor resistencia, la deducción no puede ser alentadora. Hace falta, sin duda, volver a la fe, a la abnegación y al desinterés heroico de los grandes genios, como Gustavo Doré”.