Jueves 7.9.2023
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Dentro del patrimonio que posee el Museo Rosa Galisteo de Rodríguez de la ciudad de Santa Fe, la Colección Luis León de los Santos ocupa un espacio central. Está integrada por más de 300 trabajos (pinturas, dibujos, grabados y esculturas) entre cuyos creadores aparecen nombres fulgurantes del arte argentino como Lino Enea Spilimbergo, Benito Quinquela Martín y Norah Borges y santafesino en particular, como Ricardo Supisiche, César Fernández Navarro, Enrique Estrada Bello y Francisco Puccinelli, entre otros.
Archivo El Litoral¿Quién fue este filántropo y coleccionista cuya contribución todavía está viva a más de medio siglo de su fallecimiento y por qué muchas de las obras que integran la colección llevan una afectuosa dedicatoria de los artistas hacia su persona? Es lo que se intentará responder en estas líneas. De los Santos no nació en Argentina, sino en España, puntualmente en Barcelona en 1897. Su llegada a estas tierras se produjo en medio de una de las oleadas inmigratorias que caracterizaron a las primeras décadas del siglo pasado. Apenas tenía 7 años. A
Archivo El LitoralTras completar sus estudios primarios, descubrió su vocación por el magisterio y se graduó como maestro. Pero su búsqueda no se detuvo allí: en 1919, obtuvo el título de Profesor Especializado en Letras y afianzó de esa forma su predisposición por el universo de las letras y el arte. En los años 20, estableció un vínculo con el matrimonio de pintores Ana Weiss y Alberto Rossi. Su casa en el barrio porteño de Palermo, punto de encuentro de artistas, fue el lugar donde León inició su colección de obras de arte.
Paleta de Victorica, regalada a Luis León en 1942. Foto: Archivo El LitoralEn su faceta como docente, De los Santos enseñó en varias escuelas de Capital Federal. Se hizo tiempo, no obstante para colaborar en la generación, en el barrio de La Boca, de un museo. En 1940, se trasladó a la ciudad de Santa Fe. Una visita al Museo de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez y un diálogo con el director, Horacio Caillet Bois sellaron un nuevo rumbo: esa relación culminaría con la donación de 24 obras de arte y sería el comienzo de la colección del museo.
En 1955, León de los Santos decidió establecerse permanentemente en Santa Fe, más concretamente en San José del Rincón. De su vínculo con la capital provincial, dejó constancia El Litoral en diversas ediciones. En particular, cabe rescatar una, perteneciente al miércoles 24 de enero del año 1962. Allí, un cronista del vespertino realiza una amplia entrevista al propio de los Santos y a su hermana Amparo, en la apacible casona rinconera.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda“Luis León de los Santos vino de España cuando apenas tenía uso de razón. Y como tantos otros trasterrados que arribaron de niños a Nuestra América, también él sintió crecer en su interior el renovado amor cotidiano por la nueva patria y la punzante nostalgia por el país de desvaídas remembranzas”, señala el periodista. Luego, el coleccionista y su hermana cuentan los detalles de un reciente viaje a la España natal y sus puntos de vista sobre el estado del arte en Europa.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital CastañedaPero el párrafo más interesante es uno de los que se leen sobre el final. “En las entreluces del crepúsculo y mientras comienza a sentirse ese rumoreo casi vegetal de los minúsculos habitantes del anochecer rinconero, anotamos una significativa frase de Luis León de los Santos: ‘España es deslumbradora, es fascinante; pero ¿quiere decirme en donde encontraríamos esta calma y este sosiego y esta bondad con que nos ha recibido siempre la gente de Santa Fe y la de Rincón?’”. Toda una declaración de principios.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital CastañedaDe los Santos falleció en 1970, pero su promoción de las actividades artísticas fue destacada permanentemente tras su partida. Jorge Taverna Irigoyen, en la edición de El Litoral del 8 de noviembre de 1971 lo describe como “un maestro singular, con fina sensibilidad de artista y un preciso talento para ubicar la armonía de lo bello, no sólo dentro del campo de la estética, sino también de ese otro inabarcable de la vida. Conquistó gran cantidad de amigos, desde intelectuales y artistas hasta gente humilde, no letrada, que descubría en sus gestos y en su donaire la presencia de un verdadero caballero”.