Sábado 23.11.2024
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El pintor mexicano José Clemente Orozco, nacido el 23 de noviembre de 1883, hace 141 años, es considerado el “Goya Mexicano”. A lo largo de su vida, ayudó a recobrar, a través de obras de jerarquía, la técnica de la pintura al fresco. Arrancó en el mundo del arte a través de la litografía, en general en torno a temas sobre los indígenas.
Más adelante, derivó hacia el muralismo, dentro del cuál llegó a adquirir la celebridad de artistas que fueron sus contemporáneos, como David Alfaro Siqueiros y Diego Rivera. El movimiento muralista pretendía democratizar el arte y hacerlo accesible a las masas, pero Orozco se distanció de sus pares a partir de una mirada más pesimista y crítica sobre la condición humana.
Pomona College. ClaremontEn el caso puntual de Orozco, tal como señala Esteban Iborio, “unió vanguardia y tradición en un atractivo estilo fundado en un realismo de carácter expresionista, que destaca sobre todo por su característico dinamismo violento y sus temáticas siempre comprometidas”. Lo cual lo llevó a ser una referencia del arte latinoamericano, sobre todo, señala Andrea Ochoa, por “el gigantismo, la monumentalidad y la geometrización de sus obras, además del uso del claroscuro y personajes robustos”.
Julián González Gómez, en un artículo publicado en el portal de la Universidad Francisco Marroquín, sostiene que Orozco era más dotado artísticamente que Rivera y Siqueiros, y a la vez era el menos comprometido con una facción política, aunque “nunca se retrajo de expresar su solidaridad con los oprimidos, que son los protagonistas de la revolución mexicana y que él representó mejor y de forma más realista”.
Galería Maya StendhalEs posible que la obra más lograda de Orozco sea “El hombre en llamas” gestada durante un tramo de la historia de México marcado por las secuelas de la revolución. El pintor la ejecutó entre 1937 y 1939 en el Hospicio Cabañas, un inmueble emblemático de Guadalajara (“la Capilla Sixtina de las Américas”) y tiene 11 metros de diámetro. Posiblemente, hace alusión al mito griego de Prometeo, el dios que robó el fuego del Olimpo para entregarlo a la humanidad.
En este trabajo, Orozco usa una diagonal compositiva que guía la mirada del espectador. Inicia en la figura central del hombre en llamas y va a las escenas que la circundan, que representan diversas luchas sociales. Respecto al color, predominan los rojos y naranjas, que según la mirada especializada aluden a la violencia y a la pasión.
Archivo / WikiartLa figura central, ese cuerpo que según la mirada de Miguel Ruffo: “parece consumido por las llamas de una hoguera que nos hace recordar a las condenas a muerte de la Inquisición”, tiene varios simbolismos: hay sufrimiento, sacrificio, lucha y desesperación. Desde el punto de vista de la crítica especializada, en esta obra Orozco no idealiza al pueblo mexicano ni presenta una visión utópica del futuro.
David González señala la ambigüedad del mural: “algunos dicen que el mural representa a los cuatro elementos: agua, tierra, fuego y tierra en un equilibrio constante y dinámico. Otros que cada uno de los personajes representa a diferentes figuras del muralismo mexicano como homenaje al movimiento. Otros incluso especulan que el hombre en llamas es una representación del mundo prehispánico y del peso de las injusticias sociales sobre el hombre”.
Archivo / WikiartOrozco murió el 7 de septiembre de 1949 en la Ciudad de México. Según los datos que constan en la página web del Museo Andrés Blaisten, fue al tiempo que trabajaba en los primeros trazos de un mural en el edificio multifamiliar Miguel Alemán. Fue sepultado en el Panteón Civil de Dolores en la Rotonda de las Personas Ilustres por mandato presidencial.