La Semana Santa desde la óptica de los grandes artistas de la historia
En distintas épocas, artistas como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Giotto, Van Dyck, Caravaggio y el Tintoretto utilizaron la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús como fuente de inspiración para desarrollar obras que forman parte del patrimonio cultural de la humanidad. La más conocida es “La última cena”, pero hay varias representativas.
“La última cena”, de Leonardo Da Vinci, es tal vez la obra pictórica sobre la Semana Santa que más ha quedado fijada en el imaginario colectivo. Data de finales del siglo XV. Se ubica en el Refectorio del Convento Santa Maria delle Grazie, Milán. Foto: Archivo
La Semana Santa es la fiesta cristiana más importante del año, dado que recuerda los últimos momentos de Jesucristo en la Tierra. Durante esos días, se rememora su pasión, muerte y resurrección. Incluye su llegada a Jerusalén, su procesamiento, su muerte, su enterramiento y su posterior Resurrección, la columna vertebral de la fe católica. A lo largo de los siglos posteriores, fueron muchísimos los artistas plásticos que hallaron en estos hechos, narrados en la Biblia, inspiración para crear obras que hoy forman parte imprescindible del patrimonio cultural de la humanidad. Y que posibilitan al espectador prácticamente reconstruir ante sus ojos la pasión, muerte y resurrección de Cristo de una manera tan vívida como la que propuso Mel Gibson en su famosa película del año 2004. En las líneas que siguen, recordamos algunas de las producciones más representativas.
“Entrada en Jerusalén”, de Giotto di Bondone: En los relatos de los cuatro evangelios canónicos, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén se lleva a cabo en los días previos a la última cena y es el hecho que marca el comienzo de su pasión. Giotto refleja en su obra la esperanza y alegría con que los judíos reciben a Cristo, a lomos de un burro, acompañado por sus discípulos. La pintura se encuentra en la capilla Scrovegni.
"Entrada triunfal de Cristo en Jerusalén" de Giotto di Bondone. Foto: Archivo
“La última cena” de Leonardo Da Vinci: Así se conoce a la comida final que, según los Evangelios, Jesús compartió con sus apóstoles en Jerusalén antes de su crucifixión. Leonardo Da Vinci la trasladó a su pintura mural más famosa, entre 1495 y 1498. Fue por un encargo de Ludovico Sforza para el refectorio del Convento de Santa Maria delle Grazie en Milán, Italia. Y recrea la cena a partir del relato de San Juan. Ernst Gombrich afirmó que en esta obra Leonardo “no temió hacer la correcciones de dibujo necesarias para dotarla de total naturalismo y verosimilitud”
“La expulsión de los mercaderes del templo” de Giovanni Paolo Pannini: hace referencia a un momento en el cual Jesús visita el Templo de Jerusalén, que estaba lleno de ganado, cambistas de monedas y vendedores de palomas. Acto seguido, Jesús los echó. En su trabajo, Panini sitúa el hecho a la entrada del templo, con Jesús en lo alto de la escalera de acceso. Cabe señalar que Pannini fue un pintor, arquitecto y paisajista, de la escuela romana, discípulo de Benedetto Luti.
"La expulsión de los mercaderes del templo", óleo sobre lienzo. Foto: Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
“La coronación de espinas”, de Anton Van Dyck: Los evangelios señalan que, durante la pasión de Jesús, los soldados romanos le colocaron una corona trenzada con espinos para humillarlo y provocarle dolor. Esta imágen utilizó el pintor y grabador flamenco para su obra. Según consta en la página web del Museo del Prado, fue realizada por Van Dyck “en su periodo juvenil, cuando demuestra una gran influencia de la pintura veneciana. Así, la figura de Jesús está directamente inspirada en un modelo de Tiziano. La composición, con Cristo en el eje, deriva del aprendizaje del pintor con Rubens, así como los recursos de claroscuro, que éste empleó en las primeras décadas del siglo XVII”.
"La Coronación de espinas", óleo sobre lienzo. Foto: Museo del Prado
“Crucifixión” o “Corpus hypercubus”, de Salvador Dalí: El pintor español se encontró con un dibujo de San Juan de la Cruz y, en un sueño, vio la imagen de Cristo crucificado pero sin heridas, sin clavos, sin dolor. Así -según consta en historia-arte.com- Dalí abordó “su propia versión de Cristo Crucificado, donde sobre un fondo negro, aparece Jesús sin los atributos de la pasión”. Utilizó la técnica del óleo sobre lienzo y la obra se conserva en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Crucifixión o Corpus hypercubicus de Salvador Dali óleo sobre lienzo 194, 5x 124 cm. Foto: Nueva York, The Metropolitam Museum
“La Piedad”, de Miguel Ángel: es una obra escultórica muy conocida, que representa la escena mencionada en los evangelios de la Virgen María sosteniendo el cuerpo de Jesús después de su crucifixión. La premisa del autor es representar el dolor de María. “El grupo escultórico forma un triángulo equilátero sobre una base elíptica, que otorga equilibrio y estabilidad a la imagen. Es notable la influencia neoplatónica sobre el escultor, que da como resultado el idealismo renacentista que hace que la belleza predomine sobre el sufrimiento”, indica el sitio historia-arte.com.
"La piedad" de Miguel Ángel. Foto: Archivo / Wikipedia
“Santo Entierro”, de Caravaggio: Los evangelios señalan que “José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia, lo puso en el sepulcro nuevo que se había excavado en una roca, rodó una piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó. María Magdalena y la otra María se quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro”. El pintor italiano Caravaggio realizó una de sus obras maestras inspirado en ese punto de la pasión de Cristo. Es un óleo sobre lienzo y tiene unas dimensiones de 300 centímetros de alto por 203 de ancho. Se conserva en la Ciudad del Vaticano.
"Santo entierro" de Caravaggio. Foto: Museos Vaticanos
“Resurrección de Cristo”, de Tintoretto: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recordad que él os habló de esto cuando aún estaba en Galilea. Ya os dijo entonces que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores y que iban a crucificarlo, pero que resucitaría al tercer día”. El momento de la resurrección del Señor es el punto de partida para una de las grandes obras de Tintoretto. “El lienzo está protagonizado por la monumental figura de Cristo resucitado, portando la banderola en su mano izquierda, dejando ver su atlético cuerpo desnudo, a excepción del rojizo paño que le cubre la entrepierna”, señala el sitio artehistoria.com.
"Resurrección de Cristo". Foto: Archivo
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