Miércoles 3.1.2024
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“En mi pintura no hay ritmos galopantes ni atropellados. Yo podía estar un día entero pintando una esfera”. El que lo dice es Miguel Caride, pintor argentino. El contexto: una entrevista que concedió al diario La Nación de Buenos Aires en 2005, cuando tenía 85 años. Faltaba todavía un lustro para su muerte, que se produjo en mayo de 2010, pero este hombre, que había abrazado las artes plásticas como una tarea para el tiempo libre que le dejaba su labor como metalúrgico, ya comenzaba a trazar sus balances. Tal vez intuía el final.
Arte de la ArgentinaHabía nacido en 1920 y cuando era muy joven realizó su presentación como pintor, profesión que tomó en forma autodidacta. Se nutrió en primer término del postimpresionismo, un movimiento que se basó en la búsqueda de nuevas formas de expresión más allá de las limitaciones del impresionismo. Hasta que, más adelante, se volcó hacia vertientes más vinculadas con el realismo mágico y al surrealismo. Imbuido ya en este movimiento, participó de numerosas muestras colectivas e individuales y dictó conferencias al respecto en diversos ámbitos.
ArchivoLaura Batkis escribió, respecto a la obra de Miguel Caride, que constituye un corpus en el que vida y obra forman parte de una misma cosa. “Como un aleph, cada elemento es necesario para entender el sentido global de toda su producción. Un sentido que se fue construyendo en el transcurso del pausado recorrido del artista. Si bien se puede dividir su trabajo en períodos, hay algo que atraviesa toda su producción. Y ese algo, inefable y arcano, no es lo que su pintura expresa sino, por el contrario, lo que calla. Más allá de las fronteras de la palabra, del ‘logos’ que articula el carácter esencialmente verbal de nuestra cultura, se encuentran otras modalidades de la realidad. En esa zona se ubica su pintura, donde hay ciertas acciones del espíritu enraizadas en el silencio, acciones que manifiestan una atmósfera de mística silenciosa.
Arte de la ArgentinaEn la página del Museo Benito Quinquela Martín se lo describe como un artista que “supo cosechar importantes premios, acompañó sus obras con una importante producción escrita donde plasmó su pensamiento. Erudición que lo encaminó a la configuración de un ojo interior capaz de descubrir un mundo ‘tan vasto y tan increíble como el mundo de la realidad exterior y cotidiana’”. En 2018, se realizó una muestra dedicada al artista en la galería Maman Fine Art, curada por Rodrigo Alonso. Este último, en un artículo publicado por El Cronista ese mismo año, afirmó sobre Caride: “era un pintor autodidacta, no había estudiado formalmente. Muy reservado, tenía una producción muy propia. Lo único que lo hizo salir de ese encierro es que era muy amigo de Aldo Pellegrini (referente argentino del surrealismo) y él permanentemente lo incluía en exposiciones”.
Museo Benito Quinquela MartínEn busca de una verdad interior
La conexión de Caride con la ciudad de Santa Fe tiene que ver con una muestra que realizó en 1971 en el Museo Municipal de Artes Visuales. Al respecto, El Litoral publicó el viernes 2 de julio de ese año una reseña firmada por Jorge Taverna Irigoyen. Que, en uno de sus tramos, indica: “Sin ser jamás literario en sus imágenes, Caride ‘hace’ sin embargo filosofía con su pintura. Densamente, con una densidad que está dentro de un casi místico equilibrio de los elementos, recrea su cosmos. Una luz tamizada (que generalmente el ángulo superior derecho, aunque en algunas composiciones lo hace desde diversassas vertientes), diafaniza el color casi pigmentariamente, logrando que los valores decrecientes ofrezcan una extraña ‘dimensionalidad’ óptica”.
Museo Quinquela Martín“Las superficies ‘joyantes’ de sus pinturas, así como el neto recorte de las formas sobre los fondos -generalmente monocromáticos- dan también una sonoridad muy particular a sus planos expresivos. En la pintura de Caride, la invención surrealista va siempre en busca de una verdad interior, que interprete al hombre en sus ansias de eternidad”, añade.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital CastañedaEn esa misma entrevista que Caride concedió a La Nación y que se menciona al inicio de estas líneas, Caride señalaba: “nunca tuve amigos, y permanecí fuera de ese círculo de galeristas y de críticos. Yo he permanecido para un grupo pequeño. Lo que me interesaba era satisfacer una de las habitaciones cerradas del castillo que tengo en el alma”. La misma que hoy está desparramada en las obras de su autoría que se conservan en distintos espacios.