Viernes 26.5.2023
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Ludovico Paganini (1883-1957) fue un pintor italiano que se estableció en Santa Fe desde donde dejó una huella artística significativa para la posteridad. Nacido en Pozzolo, emigró a una edad temprana junto a su madre. Desde muy joven mostró habilidades artísticas que fueron exteriorizadas a través del dibujo y la pintura. Estudió en las academias de pintores locales, pero también tuvo una amplia formación autodidacta.
"Contraste" Foto: MMAVEn 1928 se casó y pasó dos años en Italia, donde estudió con maestros destacados y tomó contacto con el impresionismo. A su regreso a Argentina, introdujo la técnica de la espátula en la pintura, algo que era poco común en ese momento. Paganini se dedicó a representar los suburbios de la ciudad y, sobre todo, el agua, incluyendo el río, el puerto, la laguna y la inundación. Motivos muy vinculados con la identidad santafesina. Sus obras destacan por la transformación del color a través de la luz y las sombras.
Además de su carrera artística, Paganini tuvo un negocio de pinturería y realizaba vidrios pintados. Se mudó a San José del Rincón donde enseñó arte y artesanía en la Escuela de Dibujo y se convirtió en un referente para otros artistas de la región. En los últimos años de su vida, Paganini se dedicó exclusivamente a la pintura. Su estilo y su habilidad lo convirtieron en un destacado pintor del Litoral santafesino, cuya influencia perdura hasta hoy.
Paganini retratado por Birri. Foto: Archivo El LitoralUna recorrida por el archivo del Diario El Litoral, permite verificar la alta estima que se le tuvo a este creador santafesino, tanto a lo largo de su vida como luego de su fallecimiento, a través de una constante revalorización de su obra. En una nota de arte publicada en la década de 1940, con motivo de una muestra de Paganini, El Litoral afirmó: “debe ser considerado como un pintor de cuya capacidad de trabajo y entusiasmo artístico, no puede dudarse, como tampoco de sus positivos méritos y seguro porvenir”.
"Inundación". Foto: Archivo El LitoralEl Litoral 21 de mayo de 1957, un día después del deceso de Paganini, El Litoral publicó una extensa y emotiva necrológica, de la cual extractamos los párrafos más salientes. “Quien desee conocer el color local, ese color de grises y de nácares húmedos de nuestro litoral, deberá buscarlo en los óleos de Ludovico Paganini, el maestro pintor que ha muerto ayer en esta ciudad, silenciosamente, rodeado del cariño de los suyos, en una intimidad luminosa, grata a su espíritu sencillo”.
"La casa de la virreina". Foto: Archivo El Litoral“Ludovico Paganini, a quien recordaremos siempre por su blanca melena, fue un hombre de Santa Fe, con apego y amor a sus cosas. Desde hace muchísimos años vivía en esta ciudad que con tanto, amor describió en sus óleos. Había hecho de la pintura su verdadero oficio y a su alrededor, desde antes de la fundación de la Escuela de Artes Plásticas, los nuevos valores tomaban ejemplo de su vocación y su firmeza y en una u otra forma recibían su ejemplo y se inspiraban, muchos de ellos, en su obra y en su misma vida”.
Foto: Archivo El Litoral“Pintor intuitivo, aunque hubiese recibido lecciones de dibujo y color en Italia y en esta ciudad, su retina, impregnada de buen gusto latino, le permitió percibir, sin deformaciones y sin ánimo de ser original, la luz y las formas circundantes, y trató de reflejarlas en la tela, con su verdad intrínseca y con propiedad, poniendo en su hacer, en su oficio, diríamos, pasión y verdad”.
Foto: Archivo El Litoral“Fueron muchos los que de él aprendieron a manchar y a ver. Principalmente en San José del Rincón, de cuyo paisaje y ambiente fue el descubridor entre nosotros. En Rincón pintó Paganini sus mejores obras, atraído por la luz suave y el color húmedo de sus costas, el rojo de sus ceibos, la melancólica actitud de las vacas en la creciente, sus paisanos sedentarios, la plaza con su iglesia colonial, las calles arenosas y la curva suave de la costa del río, en cuyas aguas tranquilas rebrilla una matizada luz de crepúsculo o el rosado resplandor del amanecer”.
Foto: Archivo El Litoral“Pero no pintó Paganini solamente las cosas de la naturaleza, aunque como buen impresionista le preocupaba, principalmente describir la atmósfera que rodea a la luz y borra los contornos; también documentó en su pintura diversas etapas del trabajo, de la vida ciudadana, al extremo de que reunida su obra ella podría ser considerada como un canto sinfónico a la vida de Santa Fe”.
El 22 de marzo de 1962, es decir casi un lustro después de la muerte de Paganini, El Litoral publicó una columna dedicada a su vida y obra. “Treinta años entregados a la emoción de pintar, dando expresión a un reprimido caudal de sensaciones que había ido atesorando en su rica sensibilidad humana, hicieron de Paganini uno de los más fieles exponentes de una pintura honesta, dirigida a captar el espíritu, más que las formas, de una naturaleza pródiga en bellezas, en matices cambiantes como la misma luz, y que este maestro trató de fijar en un determinado momento de su fugacidad y plenitud”.
Foto: Archivo El LitoralPoco tiempo después, el 5 de abril de 1962, se inauguró en el Museo Municipal de Artes Visuales una muestra retrospectiva a modo de homenaje. En la oportunidad, también se exhibieron dibujos de la colección particular del pintor Ricardo Supiciche, quien se adhirió en esta forma a la recordación de Paganini. Como dato de color, en ese acto estuvo presente el escritor Manuel Mujica Láinez, en ese entonces crítico de arte del diario porteño La Nación.
El 29 de agosto de 1965, otra exitosa muestra combinó lo mejor de la producción de Ludovico Paganini. Esta vez, fue en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez. En esa oportunidad, habló el Dr. Issac Aizenberg, director del museo, quien expresó que Paganini “poseyó además de un dominio técnico de su labor expresiva, un amor a la luz y al paisaje que volcó en esta tierra de Santa Fe”.
Foto: Archivo El Litoral“San Francisco, las desaparecidas barrancas de El Quillá, las inundaciones, la vegetación jugosa de verdes y rutilante de sol, los brillantes matices florales, el cabrilleo de las luces quebrándose sobre ríos y aguadas, las románticas pulperías rinconeras, todo un mundo de intensas variaciones cromáticas, ocupó la pupila y el corazón de don Ludovico”, añadió.