El artista admirado por Lugones que "documentó" las costumbres del norte
A través de su pintura dejó constancia de las tradiciones y la vida cotidiana del norte argentino, en particular de su Tucumán natal. Conocido como el “pintor del pueblo” y del “dolor”, su obra sigue siendo una valiosa representación de la riqueza cultural de la región.
Tríptico “Indios del carnaval de Simoca” de Gramajo Gutiérrez. Está integrado por “El cacique” (izquierda), “El cantor” (centro) y “El bailarín” (derecha). Foto: Colección particular, Bs. As.
El poeta Leopoldo Lugones, a través de un recordado artículo publicado en el diario La Nación, lo definió como “el pintor del pueblo”. Otros, a partir de la observación de sus obras, prefirieron aludir a él como “pintor del dolor”. Alfredo Gramajo Gutiérrez, artista autodidacta, generó a lo largo de su vida una serie de trabajos cuya “marca de autor” es la representación auténtica de las costumbres y tradiciones del norte argentino. Los ambientes en los cuáles nació y se crió, los mismos que lo acompañaron toda su vida aunque se radicó en otros puntos del territorio argentino. “No pinto, documento”, afirmó una vez.
Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
Gramajo Gutiérrez nació en la provincia de Tucumán en 1893. El entorno natural de esa zona del norte argentino, lleno de contrastes y con un paisaje heterogéneo que va de la llanura a los parajes montañosos, las selvas, los terrenos áridos y las huellas indígenas resultaron una influencia clave. “El campo que exaltaba mi fantasía, los quebrachales y los montes impenetrables y erizados que ocultaban una amenaza para la vida”, dijo una vez.
Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
Comenzó su instancia de formación en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes de Buenos Aires y le dio continuidad en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de la Nación, donde sus maestros fueron Pompeo Boggio y Eugenio Daneri, este último perteneciente al grupo de pintores de la Boca, al cual aludimos varias veces en este mismo espacio.
Arte de la Argentina
En 1918, presentó sus obras en el Salón del Retiro de Acuarelistas, Grabadores y Pastelistas, y también expuso en el Salón Nacional. Fue en esta época cuando su arte trascendió las fronteras argentinas y el gobierno francés adquirió su obra “Entierro en mi pueblo”, que testimonia la conexión con su tierra natal. La obra muestra una procesión donde los hombres y mujeres que participan muestran un dolor que establece un fuerte contraste con la vitalidad de la indumentaria, en la cual predominan los colores festivos y con el bellísimo paisaje.
Foto: Museo Nacional de Bellas Artes
Premiado
Las distinciones que obtuvo en Sevilla y en el Salón Nacional de 1929 subrayan su importancia en la escena artística internacional. A partir de entonces, las obras de Gramajo Gutiérrez se difundieron como testimonio visual de la vida cotidiana en el norte de Argentina. A través de su pincel, logró documentar escenas tales como festividades religiosas, celebraciones populares, trabajos y circunstancias sociales como actos electorales. Sus personajes (hombres, mujeres y niños del pueblo) y ambientes sobresalen por la autenticidad.
Colección Sívori
En este punto, cabe destacar un nexo con Santa Fe. El 25 de mayo de 1941 se abrió el XVIII Salón Provincial de Bellas Artes. En esta oportunidad, Gramajo Gutiérrez presentó una de sus obras, la que lleva por título “Indios del Carnaval de Simoca”, que ganó el premio Ministerio de Instrucción Pública y Fomento. Diario El Orden se refirió a la obra en los siguientes términos: “Indios del carnaval de Simoca” (tríptico en tablas). rico en colorido, minucioso en el diseño de escenas típicas, exento de amaneramientos. Las figuras, con decorado apropiado y revelador de un tecnicismo difícil de superar, han permitido al señor Gramajo Gutiérrez la realización de una de las mejores obras y que, por otra parte, es reflejo de un ambiente en el que su originalidad le comunica aspectos característicos”.
Archivo
Mostrar el dolor
Al apodo que le otorgó Leopoldo Lugones, se suma otro: el de “el pintor del dolor”. Es que, según coinciden varios de los especialistas que analizaron su obra, plasmó la dura realidad de la vida de las personas dedicadas a trabajos rurales, así como las tradiciones y creencias de su tierra natal: procesiones hasta entierros y los “velorios de angelitos”, ritos funerarios de celebrados luego de la muerte de niños pequeños. En este sentido, se lo llegó a comparar con el mexicano Diego Rivera, en su preocupación por preservar las esencias tradicionales.
Archivo El Litoral / Hemeroteca Digital Castañeda
Hoy, las obras de Gramajo Gutiérrez están presentes en museos nacionales e internacionales, incluyendo el Museo Nacional de Bellas Artes, la Cámara de Diputados de la Nación y diversos museos provinciales. Hace algunos años, su figura volvió a figurar en la agenda de noticias, cuando una obra de su autoría, “La Salamanca norteña” fue colgada en el despacho del presidente en la Casa Rosada. Se erige aún como uno de los mejores pintores de costumbres argentinas, intérprete de la riqueza cultural del norte argentino.
Archivo El Orden / Hemeroteca Digital Castañeda
“No sé de escuelas ni de academicismos. Pinto para los hombres de sentimiento, para los que aman la vida, para los que se amargan con sus tristezas, para los que quieren liberar de su condenación a los condenados, iluminar en sus tinieblas a los envilecidos, salvar de la pendiente de la muerte a los que viven enceguecidos y enfermos”, se definía el artista, según aparece citado en un artículo que figura en la agencia de noticias de ciencias de la comunicación de la UBA.
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